martes, 14 de enero de 2020

Richard Jewell (2019)****

Dir: Clint Eastwood
Int: Paul Walter Hauser, Sam Rockwell, Brandon Stanley, Ryan Boz, Charles Green, Olivia Wilde, Mike Pniewski, Jon Hamm, Ian Gomez, Nina Arianda, Kathy Bates, Ronnie Allen, David Lengel, Beth Keener, Grant Roberts, Alan Heckner, Desmond Phillips, Alex Collins, Michael Otis, Izzy Herbert

Los héroes son de carne y hueso                          

Richard Jewell ejerció como guardia de seguridad en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996. En su ronda habitual descubrió una mochila sospechosa que resultó llevar explosivos en su interior. Antes de que estallase ayudó a evacuar el área, evitando un número mucho mayor de víctimas. Alzado por los medios de comunicación como un héroe cuya intervención había salvado vidas, posteriormente, Jewell pasó a ser considerado el sospechoso número uno y fue investigado sin piedad por el FBI como presunto culpable. Esta es la historia en la que Clint Eastwood se fijó (la vio en un artículo de prensa escrito por Marie Brenner) y decidió llevar al cine en base a un guion escrito, junto a Billy Ray y por él mismo. 



Tras dirigir Mula (2018), este octogenario y genial director parece tener aún energía para regalarnos unas cuantas “joyas” cinematográficas más. Ejemplo de ello es esta Richard Jewell, filme en el que Eastwood retoma su mirada profunda y analítica sobre la figura del héroe. Pero no sobre esos héroes de leyenda, cómics o modernas pirotecnias de efectos especiales, sino sobre esos personajes de a pie, de carne y hueso, tipos en apariencia corrientes, incluso algo “frikis” (como el sheriff que interpretaba Sylvester Stallone en la fabulosa Copland, de 1997, obra de James Mangold), pero hechos, sin duda, de otra pasta. Como dice el propio Jewell (fabuloso, en su papel, Paul Walter Hauser) en un instante de la película: “A partir de ahora, cuando vean una mochila sospechosa, los guardias de seguridad evitarán buscarse líos y harán como que no la han visto...¿Es eso lo que quieren…?”. 



Eastwood, como digo, se vuelca de nuevo en la figura de ese tipo de héroe cotidiano, como ya hizo en filmes anteriores como Sully (2016), Gran Torino (2008) o la fallida Tren a París  (2018). Tipos que, sin pensárselo dos veces, toman decisiones en décimas de segundo que salvan muchas vidas y que, a posteriori, deben vérselas con mecanismos burocráticos de control cuando no con los linchamientos públicos a los que les somete la prensa sin esperar a que recaiga sobre ellos ningún procedimiento judicial. Juicios paralelos que, como en el caso de Richard Jewell, supondrán, tanto para él como para su familia, un auténtico suplicio. 



Al respecto del reparto, además del estupendo trabajo de Paul Walter Hauser, he de destacar el excepcional de la gran actriz Kathy Bates (que hace aquí de la sufrida madre de Richard), y el no menos destacable del también veterano Sam Rockwell, que interpreta de forma brillante al abogado Watson Bryant, otro personaje gris que devendrá en heroico debido a la defensa numantina de su defendido cliente y amigo personal.  

Tras una filmografía como actor y director (cineasta desde 1971) de más de cincuenta años, no sé que se más se puede decir acerca de un actor que empezó en el western en los ya lejanos años sesenta, y que, posteriormente, como director de cine, nos ha regalado joyas como: Infierno de cobardes (1973) El fuera de la ley (1976), Bird (1988), Sin perdón (1992), Los puentes de Madison (1995), Mystic River (2003), Million Dollar Baby (2004), o las ya citadas Gran Torino o Mula. Su legado, sin duda, será eterno, pero el día que nos falte se nos irá, aparte de un grandísimo cineasta, un pedazo de nuestra propia vida, pues somos muchos los cinéfilos que nacimos, crecimos y nos formamos a su lado durante estas más de cinco décadas.  

Independientemente de los premios que reciba (Richard Jewell solo tiene una nominación a los Oscar de la academia de Hollywood, aunque sería muy merecido, para Kathy Bates), Eastwood está ya “más allá del bien y del mal”, como en aquel jardín que daba título a otro de sus memorables trabajos fílmicos, y que nos regaló, allá por 1997, además, como es su costumbre, acompañado de una deliciosa banda sonora repleta de jazz. 



Todo el mundo debería ver Richard Jewell, un filme que sabe reflexionar, con acierto sobre la figura del héroe, sobre el sentido del deber ciudadano, sobre la responsabilidad del llamado “cuarto poder” a la hora de producir linchamientos de personas sin ningún fundamento, excepto el de sus propios beneficios económicos, y también sobre la peligrosidad de una, cada vez mayor, masa aborregada de ciudadanos que parece haber perdido esa misma capacidad de pensar y de reflexionar. La odisea de un hombre corriente que nos estremece por su vulnerabilidad, por su humanidad, por una nobleza que es capaz de mantener hasta en los momentos más oscuros. Una obra clásica y moderna a la vez que no deja títere con cabeza respecto a los poderes que nos acechan, cada vez de forma más despiadada. A nadie le gustaría estar en la piel de Richard Jewell, pero es bueno que se nos muestre que casos como el suyo hacen que debamos cuestionarnos el “mundo feliz” de las sociedades perfectas y digitales que ya tenemos encima, en las que el control sobre el ciudadano es cada vez mayor. Un control silencioso y siniestro que, sin embargo, no puede proporcionar a sus ciudadanos la seguridad que les vende.

GONZALO J. GONZALVO

-C. Grancasa, Multicines Cinemundo (Huesca), Palafox, Maravillas (Teruel), Puerto Venecia, Yelmo- 

2 comentarios:

Roberto Sánchez dijo...

Es muy extraño (aunque puede pasar) que un cineasta como Clint Eastwood falle en su oficio de contar historias. Él es el heredero directo de una forma de narrar ya clásica, efectiva y no exenta de cierta belleza que surge del equilibrio y de la mesura de su montaje. Dicho esto, creo que "Richard Jewell" es una buena película pero que no está a la altura de otras obras maestras de Eastwood (al menos cinco de las citadas en el repaso que hace Gonzalo J. Gonzalvo, lo son sin duda alguna, en mi humilde opinión). Ahora mismo ningún cineasta norteamericano se atrevería a poner en la picota a los agentes del FBI, tratados aquí, no sólo como auténticos malvados, sino como idiotas integrales. Ya digo, solo desde el status de Eastwood es posible esta crítica. Puede que como ya me ha comentado algún cinéfilo de pro, estemos ante uno de los gritos más claros del "liberalismo yankee". Francamente me gustaría saber que piensa Donald Trump...

G. J. Gonzalvo dijo...

Totalmente de acuerdo en la caña que Eastwood mete al FBI, desde luego, a pesar de su edad, una mente muy lúcida, demostrando que su crítica al sistema y a los políticos gobernantes lo aleja de los que lo sitúan apoyando a los poderes fácticos. Eastwood es un inconformista, y a ver quién se atreve con un tipo tan duro como él...😎