Desde el año
2009 se celebra un festival de cine de temática rural en la localidad turolense
de Urrea de Gaén. Cada dos años se selecciona una serie de trabajos
documentales y de ficción que entran a concursar y que siempre reúnen a un
grupo de jóvenes e ilusionados cineastas que proceden de todo el mundo. Urrea
de Gaén es un lugar pequeño, pero de indudables atractivos, por la traza
morisca de sus calles o por la impresionante iglesia de San Pedro Mártir,
diseñada en el siglo XVIII por el ilustre maestro arquitecto Agustín Sanz,
sobre el que en poco tiempo podremos contemplar un documental rodado por José
Manuel Herraiz, cineasta de gran fidelidad al festival turolense que ya estuvo
presente en anteriores ediciones y que presentó su trabajo de ficción “El pez”.
Pertenece Urrea de Gaén a la Ruta del Tambor y el Bombo, como la “buñuelesca”
Calanda y parece confirmar que hay un gen cinéfilo en casi todos los aragoneses
y más si son de Teruel.
Organiza el
evento El Centro de Estudios del Bajo Martín, que ya lleva unos años
dinamizando con voluntarioso acierto los pueblos de la comarca. Gracias a
ellos, a la buena disposición del alcalde, del Ayuntamiento y de los voluntarios/as
de Urrea de Gaén, todo sale bastante bien, teniendo en cuenta lo apretado de los
presupuestos cuando hablamos de cultura y conocimiento, aspectos que parecen en
la actualidad estigmatizados por el miope gobierno del Partido Popular.
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Godka Circa |
He tenido la
fortuna de estar presente en la pasada edición (como jurado) y en la actual
como interesado cronista que ahora intenta transmitirles algo de lo sucedido.
El viernes
22 se inauguró con el visionado del documental (fuera de concurso) “Cuántos
cocodrilos caben en un mes” de Paula Blesa que intenta reflejar con un
excelente buen gusto y criterio la apasionante experiencia docente de José
María Peguero, liderando a un grupo de maestros de enseñanza especial del
Colegio Gloria Fuertes de Andorra y a sus alumnos que durante 27 años han
elaborado con una habilidad y agilidad plástica admirables un calendario
serigrafiado. Como se dijo en la charla debate que siguió a la proyección,
estamos ante uno de los muchos logros de la enseñanza pública en nuestro país,
también amenazada seriamente por ese gobierno irresponsable e insensible que
nos está tocando sufrir, mucho más dañino que la propia crisis.
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Distants |
El sábado 23
en jornada doble, se proyectaron por la mañana los documentales y por la tarde
los de ficción. Ya estuvieron presentes muchos de los autores que irían
llegando a lo largo del día. Empezamos por “Broken Border” un elegante trabajo
iraní de Keywan Karimi, que nos relata con imágenes precisas y casi sin texto
las actividades de contrabando de gasolina entre Irán e Irak, una desesperada solución
a la difícil situación económica de la minoría kurda de la zona. Después vimos
la breve pero tierna “Concejo abierto”, producida por Carmen Comadrán, que
describe un sistema de gobierno local perfectamente democrático y casi
desaparecido. “Cosas raras que pasaban entonces” de Francina Verdés, nos
permite acompañar a Ramón (89 años) por los paisajes de la Guerra Civil que vivió
en primera persona. “Godka Circa” de Álex Lora que se fue hasta Somalia para
contarnos lo difícil que es la vida, todavía, para muchas mujeres que deben
sufrir pobreza, vejez y ablación. Su sensible mirada terminó por convencer al
jurado que le otorgó el premio como mejor documental. “Si yo tuviera una vaca”
de Norma Nebot, también nos lleva a África (Burkina Faso) y nos relata una
historia de superación con buen humor, canciones, animaciones y toneladas de
buena voluntad que todavía debe ser posible en la devastada África. El primer
cortometraje de ficción fue “About Ndugu” de David Muñoz y también nos llevó a
tierras africanas. Con habilidad ha conseguido con intérpretes naturales (no
actores) transmitirnos la inocente mirada de Ndugu, un niño de 9 años. Hubo
espacio para el cine de animación con “Cara de luna” del equipo formado por
Enrique Diego, Rocío Galea, Daniel Hernández y Carlos Nicoll, una adaptación de
un cuento homónimo de Jack London. La siguiente apuesta fue “Distants” o “Distancia”,
un trabajo en blanco y negro del estonio Janno Jürgens que ya pude ver en el
pasado Festival de Cine de Huesca dónde obtuvo uno de los galardones. Aquí
también consiguió el premio al mejor corto de ficción y es que como explicó el
presidente del jurado era el más equilibrado en cuanto a fondo y forma,
ajustándose lo narrado (unas tensas
relaciones padre/hijo en un entorno amenazador que oculta la niebla) a un
estilo visual de puro expresionismo. “La casa en la frontera” de Jordi
Biendicho Vidal, llama la atención por la utilización de una técnica de montaje
de imágenes fijas, que logra introducirnos en un relato que evoluciona desde un
falso documental sobre una granja de pavos en la comarca de La Litera catalano-aragonesa
al delirio fantacientífico. “La ciudad de Gao Feng” que dirige Oriol Martínez
(con guión escrito por él y Chi-Shin Hou) describe con ternura la descolocación
de su protagonista, un campesino anciano, viudo y con demencia senil que llega
a la gran ciudad. “La niña” de Alberto Carpintero, muestra por lo menos un cierto
nivel en sus intérpretes (Dámaso Conde, Macarena Gómez y Teresa Lozano), pero
no es uno de esos cortometrajes redondos (aunque sí ha estado presente y reconocido en otros
festivales) es quizá uno de los pocos trabajos seleccionados que resultan más
decepcionantes, además de tener poco o nada que ver con la temática rural. Todo
lo contrario es “Loco con Ballesta” de Kepa Sojo, un realizador de largo
recorrido en festivales, que ya tiene un largometraje (“El síndrome Svensson”
de 2006), pero que continúa la senda del cine en pequeño formato, con actores
consagrados (Karra Elejalde, Andrés Gertrudix) y un desparpajo en la puesta en
escena próximo al Alex de la Iglesia de los mejores tiempos –que, en su caso,
sí fueron los del pasado-. “Los mudos”, corto francés de Cassandra Ferrario
y la chilena “Nuestra orilla” de César
Aravena, eran serias competidoras de la ganadora por el buen ajuste de
sus historias y sus estilos clásicos y eficientes en el aspecto narrativo, pero
quizá una cierta indecisión estilística, en la primera, y un exceso de duración,
en la segunda, no les permitieron conseguir el galardón final.
La gala de
clausura tuvo la agradable intervención de Vegetal Jam un dúo cuyos componentes
tocan con especial calidad violín, violonchelo, acordeón y teclados. Con
composiciones propias, sentidos homenajes a la música de Yann Tiersen, y una
bella versión de “El Padrino” de Nino Rota, pusieron punto y final a unas agradables
sesiones de cine de temática rural en un entorno apropiado de buenas
vibraciones y deseos de continuidad favorecidas por esas pausas-cafés siempre acompañadas
de las mejores pastas locales y la buena voluntad de la gente de Urrea de Gaén.
R. S.