martes, 27 de agosto de 2019

Érase una vez en Hollywood (Once Upon a Time... in Hollywood, 2019)****

Dir: Quentin Tarantino
Int: Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Margot Robbie, Emile Hirsch, Margaret Qualley, Al Pacino, Kurt Russell, Bruce Dern, Timothy Olyphant, Dakota Fanning, Damian Lewis, Luke Perry, Lorenza Izzo, Michael Madsen, Zoe Bell, Clifton Collins Jr., Scoot McNairy, Damon Herriman, Nicholas Hammond, Keith Jefferson, Spencer Garrett, Mike Moh, Clu Gulager, Martin Kove, James Remar, Lena Dunham, Austin Butler, Leslie Bega, Maya Hawke, Brenda Vaccaro, Penelope Kapudija, Rumer Williams, Dreama Walker, Madisen Beaty, Sydney Sweeney, Costa Ronin, Julia Butters

Érase una vez en la aldea de los sueños             

La película se centra en el ambiente del Hollywood de finales de los años 60. Un Hollywood cambiante en el que la industria empezaba a olvidarse de los pilares clásicos en todos los géneros. La estrella de un western televisivo, Rick Dalton (DiCaprio), intenta amoldarse a estos cambios junto a Clift Booth (Brad Pitt), su doble y amigo. Dalton, con una carrera en declive, ve la oportunidad de fortalecer su relación con Hollywood cuando se convierte en vecino del director Roman Polanski y la actriz y modelo Sharon Tate (Robbie), que como todo el mundo sabe acabó, más allá de los deseos de Tarantino, siendo víctima de la familia Manson en agosto de 1969.




Con esta premisa argumental Quentin Tarantino (en el que podría ser su penúltimo trabajo),elabora (a lo largo de dos horas y cuarenta y un minutos) toda una declaración de amor al cine en la que rinde sentidos homenajes a figuras como Sergio Leone (no es casualidad que éste dirigiese dos magnas obras como Once Upon a Time in the West, de 1968 y Once Upon a Time in América, de 1984) y otros directores italianos como Sergio Corbucci, y realiza otros múltiples guiños cinéfilos y "televisivos". La pareja Brad Pitt/Leonardo DiCaprio funciona a la perfección, recordando a otra mítica pareja de los años sesenta y setenta, la que formaron Robert Redford y Paul Newman. Con ellos, y el resto de personajes que les rodean, Tarantino se recrea con una visión, entre mítica y poética, de una época crucial e irrepetible de la cultura norteamericana en cuanto a sus manifestaciones musicales y artísticas (incluido el cine). No en vano, la banda sonora del filme es una auténtica maravilla, y apoya narrativamente secuencias y momentos de la película de un modo brillante. 




No es una película en la que nos vaya a inundar la sangre y la violencia (como en Kill Bill, de 2003-2004 o Reservoir Dogs, su original tarjeta de presentación de 1992). Teñida toda ella de nostalgia, y de un humor socarrón marca de la casa Tarantino, el ritmo narrativo transcurre de un modo tranquilo y relajado, salvo en secuencias puntuales que no voy a desvelar para no hacer ningún tipo de “spoiler”. 




Érase una vez en Hollywood, al igual que el Érase una vez en el Oeste, de Sergio Leone, nos habla de un Hollywood que está muriendo y mutando de un modo imparable hacia un Hollywood que poco o nada va a tener que ver con el clásico en su época dorada. Existen otras películas que ya trataron este tema, como el extraordinario western crepuscular Los valientes andan solos (1962), de David Miller, con guion de Dalton Trumbo, en el que un vaquero interpretado por Kirk Douglas se resiste al avance de los tiempos (ejemplificado por la llegada del ferrocarril, como en el ya citado filme de Leone). Esa mirada nostálgica y cariñosa empatiza, sin duda, con el espectador cinéfilo, que realizará diversas lecturas del filme, mientras que el espectador que busque acción y “sangre non stop” quedará defraudado con esta buena película de un Tarantino que ha madurado, y que entronca mucho más con uno de sus trabajos que más me gustan (por ejemplo: Jackie Brown, de 1997).  




Tarantino ha evolucionado, al igual que el cine, en constante cambio, al igual que la propia vida. Por ello, nos invita a a pensar en la naturaleza efímera de la vida, y en esa capacidad mágica que posee el séptimo arte para permanecer, a pesar de todo. En esa magia inherente al cine, con la que cualquier cosa y circunstancia puede tener visos de realidad a pesar de su inconsistencia material o temporal, se mueve como pez en el agua Quentin Tarantino. Porque él ama al cine por encima de todo, y por ello, sin duda, maneja tan bien su lenguaje visual y creativo. Un mundo de ilusiones que nos hace soñar, y donde todo es posible. 




Y es que, en esa fábrica de sueños, todo puede hacerse realidad. Porque es Hollywood. Y, por mucho que cambien los tiempos siempre quedará un ápice de esa chispa de magia que lo hizo surgir de la nada.

GONZALO J. GONZALVO

-Aragonia, Cervantes, Cine Mundo, Palafox, Puerto Venecia,Yelmo- 

1 comentario:

Roberto Sánchez dijo...

En líneas generales, coincido con Gonzalo J. Gonzalvo en su valoración de este último filme de Tarantino. Sin embargo, yo no hubiera sido tan generoso en lo de las "estrellas". No creo que sea una de sus mejores películas, aunque es cierto que la esencia de su estilo, de su modo de entender el cine sigue presente. Su pasión por ese cine de consumo de los años sesenta (con sendos homenajes a las series, los "Spagetti Westerns", a actores-personajes como Bruce Lee o Clint Eastwood (recuerden de dónde salió, el ahora insigne y veterano director), ese humor negro y socarrón en el que la violencia extrema es un chiste más del repertorio, son marca de la "casa Tarantino". Personalmente creo que cuando se admira y recrea el cine de género de los 60 (¡qué nadie se escandalice!, era objetivamente "infumable"), por sofisticada (y Tarantino es un orfebre magistral)que sea la "joya", algo de esa mediocridad sigue supurando en su cine. A veces queda oculta ante la habilidad del amanuense (como en "Pulp Fiction"), en otras, como en este cuento de Hollywood, no hay manera de ocultar el tufo...Vamos, que a pesar de todo le habría dado ***.