jueves, 15 de mayo de 2025

V EDICIÓN SARAQUSTA FILM FESTIVAL

 V EDICIÓN SARAQUSTA FILM FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE HISTORIA DE ZARAGOZA.


El Dragón del Saraqusta Festival se rinde ante la gran actriz Nastassja Kinski.

.Mucho y bueno ha dado de sí esta quinta edición (cinco años ya de un festival plenamente consolidado) del SARAQUSTA FILM FESTIVAL, el Festival de Cine de Historia de Zaragoza. En sus distintas secciones: Películas a competición, Documentales y Audiovisuales Panorama Saraqusta, se han podido visionar interesantes trabajos documentales y filmes de gran calidad artística y técnica, como Vari (Jaak Kilmi, 2024), Campo di battaglia (Gianni Amelio, 2024), así como las excelentes Primavera de Seúl (Sung Soo Kim, 2023) y Obraz (Nikola Vukcevic, 2024), sin duda entre mis favoritas, ambas ganadoras de los dragones de oro a como Mejor Largometraje y Mejor Dirección y Guion, respectivamente. 



Esta V edición ha crecido, tanto en actividades, como en afluencia. A la programación habitual de otras ediciones, se ha sumado una jornada de proyecciones especiales más amplia en la que, el sábado 26 de abril, se proyectaron El florido pensil (Juan José Porto, 2002), El río que nos lleva (Antonio del real, 1989), la serie documental Ataúdes blancos (Silvia Ladrero, 2023 ) y el interesante documental Bartolomé Bermejo: El despertar de un genio (José Manuel Herraiz, 2024). Además, en la plaza del Pilar como sede, en una pantalla gigante, se pudo disfrutar del film Gladiator (2000) de manera gratuita y al aire libre, con motivo del 25 aniversario del filme de Ridley Scott, cita que congregó a gran cantidad de público.



Primavera de Seúl, cinta de Corea del Sur dirigida por Sung Soo Kim, que se ha alzado con el Dragón de Oro a Mejor Largometraje, es un trepidante filme bélico con trasfondo político, basado en los dramáticos acontecimientos reales ocurridos en Corea del Sur en 1979 tras el asesinato del presidente Park y el conflicto generado entre los líderes militares después del intento de golpe de estado. Extraordinario filme que no deja respiro al espectador.



El jurado, en esta edición estuvo compuesto por profesionales del audiovisual, la cultura y el estudio de la Historia con la actriz y productora hindú Usha Jadhav, como presidenta, y acompañada por: Mirella R. Abrisqueta, productora y realizadora; Arturo Méndiz, productor y realizador; Lucía Álvarez, historiadora y profesora, así como Miguel Ángel Sabadell, escritor y divulgador.

En cuanto a la sección de documentales, el Dragón de Oro al “Mejor Documental” se lo ha llevado el filme francés Portugal 74, dirigido por Paul Le Grouyer y Bruno Lorvão. La acción se sitúa a principios de la década de 1970, cuando Portugal aún estaba bajo el régimen autoritario de la dictadura más longeva de Europa, y explica cómo un grupo de militares ideó un golpe de estado sin precedentes del que surgió la conocida como “Revolución de los Claveles”. Por primera vez el festival ha otorgado una mención especial a un audiovisual más allá de los dragones. Ha sido para el documental turco Kut Al Amara, de Koray Demir, mención especial por su investigación y cuidado del material visual que nos acerca desde un punto de vista novedoso a un enfrentamiento entre imperios que marcó Oriente Medio. El documental muestra en pantalla un importante episodio de la Primera Guerra Mundial: el conflicto entre el Imperio Británico y el Imperio Otomano en 1916.



Este año, el Jurado Joven otorgó los siguientes galardones: el Dragón de Oro a la cabeza, al largometraje italiano Campo di battaglia, de Gianni Amelio. El Dragón de Plata como Mejor Actor fue para Pääru Oja por Vari, por su interpretación como Juhan Liiv, el insigne poeta y detective investigador de crímenes, afectado de esquizofrenia, que resuelve casos de asesinato en la Estonia de 1890. El de Mejor Actriz fue para la española Beatriz Arjona, por el drama político con toques de comedia Solos en la noche (Guillermo Rojas, 2024).



Obraz, la película de Montenegro, sin duda, fue una de las que más me han gustado, se ha alzado con dos Dragones de Plata: “Mejor Guion” y “Mejor Dirección”, para Nikola Vukcevic. El jurado destacó cómo Vukcevic logra mantener el ritmo de la película en su mezcla de géneros y cómo explora cuestiones existenciales y valores humanos en la relación entre los protagonistas, que incluyen niños. En cuanto al guion, el filme consigue algo muy difícil: poner en palabras conflictos humanos y universales en mitad de la violencia de la guerra. Además, muestra cómo superar diferencias sociales y religiosas para lograr salvar vidas inocentes.

En la categoría de documentales han competido Mil leyendas, un grial (España), El recuerdo (Chile), Antonio, el bailarín de España (España), Portugal 74 (Francia) y Kut Al Amara (Turquía). Seis de las diez producciones presentadas a concurso en la V edición de Saraqusta Film Festival han resultado agraciadas, lo que implica que este ha sido el año en el que más repartidos han estado los galardones. 

En esta edición, el trabajo del comité de selección de proyecciones ha sido muy minucioso para intentar que los audiovisuales a concurso tuvieran gran calidad, y este palmarés es un reflejo de ello. “Hemos podido disfrutar de películas y documentales que relatan importantes acontecimientos de la historia con grandes labores de documentación, producción, dirección e interpretación”, ha resaltado en la clausura José Ángel Delgado, director del Saraqusta Film Festival. 

La comunidad digital también se ha incrementado, con un crecimiento del 35% en X, Facebook e Instagram respecto a la edición anterior, y con usuarios procedentes de países tan diversos como Estados Unidos, Chile, Italia, Reino Unido, Argentina o Turquía. A lo largo de esta semana del festival se han realizado alrededor de 400 publicaciones, que han obtenido más de 60.000 impresiones. Este año, además, se han sumado los canales digitales TikTok, YouTube, Spotify e Ivoox, y se ha estrenado “Saraqusta Podcast” con tres episodios sobre el festival conducidos por el equipo del podcast “El sótano de Bruce”.

El director del festival, José Ángel Delgado, hace un balance de esta edición “muy positivo, con más de 4.000 asistentes a las actividades realizadas, superando la cifra del año pasado, un 20% más de entradas y reservas individuales y el doble de bonos vendidos y casi 300 impactos en prensa regional, nacional e internacional desde que se anunció la edición y que dan cuenta de que el festival ya ocupa un buen lugar tanto en el ámbito regional como nacional e internacional. 



Y qué mejor broche de oro que poder disfrutar de la presencia de la gran actriz Nastassja Kinski, mito viviente del cine y todo un icono de belleza y sensualidad en las décadas ochenta y noventa. La Kinski,con gran dulzura y simpatía, recibió el PREMIO SARAQUSTA 2025 por su brillante trayectoria en la historia del cine. La actriz alemana, hija del también actor Klaus Kinski, afincada en Estados Unidos, ha trabajado en Hollywood y ha dado vida a personajes en más de sesenta películas. Nastassja Kinski ha trabajado con productores de renombre como Francis Ford Coppola y en cintas que ya son clásicos del cine como París, Texas (Wim Wenders, 1984), Palma de Oro en el Festival de Cannes, o Tess (Roman Polansky, 1978), que se proyectó como cierre del festival y con presencia de la actriz, que fue recibida con un clamoroso aplauso por parte del público y recibió un bonito ramo de flores por parte de la organización del festival. 

Así que ya con ganas de ver que nos deparará la VI Edición de este interesante y vitalista festival para el 2026. El listón ha quedado alto en esta V edición, pero seguro que nos esperan interesantes documentales y nuevos y sorprendentes filmes a concurso.

PALMARÉS V SARAQUSTA FILM FESTIVAL:

- Mejor Largometraje: Primavera de Seúl

- Mejor Documental: Portugal 74.

- Mención especial: Kut Al Amara.

- Mejor Dirección: Nikola Vukcevic, por Obraz.

- Mejor Guion: Melina Pota Koljevic, Ana Vujadinovic y Nikola Vukcevic, por Obraz.

- Mejor Actriz: Beatriz Arjona, por Solos en la noche.

- Mejor Actor: Pääru Oja, por Vari.

- Premio Jurado Joven: Campo di batagglia.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine


miércoles, 9 de abril de 2025

La chica de la aguja (2024)****

 Dir: Magnus von Horn

Int: Victoria Carmen Sonne, Trine Dyrholm, Besir Zeciri, Joachim Fjelstrup, Søren Sætter-Lassen, Tessa Hoder, Ava Knox Martin, Thomas Kirk, Dan Jakobsen, Anna Tulestedt, Ari Alexander, Benedikte Hansen.



La crueldad humana no tiene límites

He de confesar que hacía mucho tiempo que un filme no me zarandeaba por dentro como lo ha hecho La chica de la aguja de Magnus Von Horn. Este joven cineasta sueco se dio a conocer en 2015 con su primer largometraje Después de esto (The Hear After), un drama social en el que ya reinaba una atmósfera malsana y que, siendo su primer largometraje, ya daba muestras de lo que este joven director podía ser capaz. 


Tras Sweat (2020), donde se lanzaba a explorar la vida artificial de las influencers y del universo 
irreal de las redes sociales, ha habido que esperar cuatro años para que Von Horn nos entregase esta maravilla en la que comparte guion con Line Langebek Nudsen, y que nos traslada Dinamarca en los duros tiempos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Allí conoceremos a Karoline, una joven obrera que, tras quedar embarazada y sin empleo, lucha por sobrevivir en la Copenhague de posguerra. En una situación límite, será acogida por una mujer mayor que dirige una agencia de adopción clandestina. Ambas forjarán una relación de apoyo mutuo hasta que un descubrimiento fortuito lo cambia todo.


Con una ambientación cuidada y una extraordinaria fotografía del polaco Michal Dymek, esta dura 
historia basada en hechos reales, nos va atrapando y envolviendo con su atmósfera sórdida y melancólica,con ecos y guiños hacia dos obras maestras: Freaks / La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932), y El hombre elefante (1980) del maestro David Lynch, recientemente fallecido, lo que convierte a este filme bastante inclasificable en un híbrido entre el género fantástico y el drama social.


Con la crueldad humana como tema troncal y vertebrador, desde las terribles consecuencias que la guerra 
acarrea para los individuos a nivel mental, físico, social y económico, hasta los cambios de carácter y personalidad que de estas secuelas se derivan. En este sentido, La chica de la aguja es un retrato demoledor de la dureza de la vida en la segunda década de un siglo XX (ni siquiera han pasado cien años desde entonces), y en una Europa que, solo dos décadas después, se vería envuelta en otra destructiva contienda bélica, la Segunda Gran Guerra. 



No deja de resultar curioso que ahora, en la segunda década del siglo XXI, cuando suenan tambores de guerra que nos ponen los pelos de punta a unas sociedades “del bienestar” que viven y consumen “a golpe de clic” gracias a las nuevas tecnologías, películas como La chica de la aguja nos atraviesen el alma con su duro retrato de realidad. Una realidad que, en la Europa del 2025, parece que nadie quiere percibir o enfrentarse, olvidando que la historia de la humanidad está cuajada de guerras y que, por desgracia, el mundo actual no está libre de que se produzca un nuevo conflicto bélico de repercusión mundial. 

Por todo ello, La chica de la aguja se convierte en un incómodo espejo del pasado (de un pasado no excesivamente lejano) en el que, como ciudadanos modernos y digitales, nos miramos sin reconocernos; olvidando también que la maldad, la avaricia y la ruindad forman parte, por desgracia, de la esencia de ese animal despiadado que normalmente denominamos “ser humano”. Un ser capaz de sobrevivir al precio que sea cuando las situaciones límite lo ponen a prueba. Y de eso trata también esta formidable filme (nominado al Oscar a mejor película y también a la Palma de oro del festival de Cannes en 2024), de las situaciones límite y de cómo afrontarlas y superarlas para sobrevivir.



Extraordinario el trabajo interpretativo de sus dos actrices protagonistas: Tryne Dyrholm y, especialmente sobrecogedor, el de Victoria Carmen Sonne, que desprende verdad, tragedia y miseria en cada plano. Dos mujeres luchadoras, enfrentadas a una misma realidad devastadora, que escogen caminos diferentes para sobrevivir. 

No cabe duda de que con este trabajo, el cineasta nórdico Magnus Von Horn ha logrado coronarse como uno de los directores actuales más interesantes y con una voz propia que, a buen seguro, va a dar mucho que hablar con sus siguientes proyectos fílmicos. Cine con mayúsculas que parece reflejar el pasado pero que, en realidad, está de plena actualidad, porque lo peor y lo mejor del ser humano, está en su ADN y forma parte de su esencia y de sus profundas contradicciones. Yo, desde luego, ya estoy deseando disfrutar de su próxima película.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine.


martes, 11 de marzo de 2025

Carretera perdida (1997)***

Dir: David Lynch 

Int: Bill Pullman, Balthazar Getty, Patricia Arquette, Robert Loggia, Robert Blake, Gary Busey, John Roselius, Michael Massee, Richard Pryor, Louis Eppolito, Jack Nance, Lucy Butler, Henry Rollins, Giovanni Ribisi, Natasha Gregson Wagner, F. William Parker, Leslie Bega, Marilyn Manson, Jeordie White.



El universo mental de un creador llamado David Lynch 

El triste suceso del reciente fallecimiento del gran cineasta David Lynch ha derivado en numerosos homenajes y en que, muchas salas comerciales de cine y filmotecas, hayan programado ciclos de proyecciones para refrescar varios de sus mejores trabajos fílmicos y para dar a conocer su interesante obra a nuevos públicos, a espectadores fieles a su figura y al público en general.


No cabe duda de que Lynch es de esos directores que nunca dejan indiferente. Despierta pasiones y odios 
a partes iguales entre el público. Y la mayoría de sus filmes, extraños y crípticos, resultan difícilmente comprensibles para el espectador medio o que suele acudir a las salas para evadirse un par de horas y disfrutar de una historia lineal y facilona. El cine de Lynch, salvo raras excepciones, como El hombre elefante (1980), para mí una obra maestra absoluta y, desde luego de mis favoritas del cineasta estadounidense.



Los cines Aragonia de Zaragoza, han programado un ciclo especial gracias al que, se han podido disfrutar de nuevo en pantalla grande, títulos emblemáticos de Lynch como Cabeza borradora (1977), su primer largometraje, la más surrealista y rompedora; la ya citada El hombre elefante, Carretera perdida (1997), título que me apetecía recuperar, pues lo tenía muy olvidado y nebuloso, Corazón salvaje (1990), Una historia verdadera (1999) o Mulholland Drive (2001). Inolvidable también la serie Twin Peaks (1990 y 18 capítulos nuevos en 2017), que revolucionó el mismo concepto de “serie de televisión”, innovadora y revolucionaria como pocas, y llevada también a la gran pantalla como largometraje en 1992.



Los largometrajes del cineasta de Montana, se caracterizan por mostrar dos mundos paralelos que, en determinados momentos, coinciden o se entremezclan, el de la realidad y el de las pesadillas. La obsesión por desentrañar ese jeroglífico imposible que es la mente humana y sus propias contradicciones y plasmar todo ello en una pantalla a través de fotogramas, es el sello de identidad y, al mismo tiempo, caballo de batalla, de este creador visual infatigable (cineasta, guionista, fotógrafo, escultor, pintor, etc..). 


En el título en que ahora me voy a centrar (que para mí no es uno de los más redondos de Lynch, pero sí 
lo suficientemente atractivo e interesante), el propio cineasta definió Lost Highway (1997), como una película de “horror noir del siglo XXI». Una obra sobre la identidad, la paranoia, la obsesión erótica, el sexo y la venganza, construida con una maestría técnica impresionante y con una banda sonora influenciada por el jazz de su compositor habitual, Angelo Badalamenti, en colaboración con Trent Reznor.


Carretera perdida es, como casi todo el cine de Lynch, hipnótica, desconcertante, un viaje lisérgico 
que atrapa al espectador desde la primera secuencia. Un thriller neo noir en el que se mezclan las ambiciones, el deseo, el sexo, la muerte y la venganza, todo ello aderezado por una fotografía y un montaje perfecto para los fines que pretende el cineasta, cuya concepción mental de las historias no es nada sencilla de plasmar y llevar a la pantalla.



No faltan tampoco referencias cinematográficas y guiños, como a Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958), o más recientes, a Doble cuerpo (Brian De Palma, 1984) de Brian De Palma o a InseparablesDead Ringers (David Cronemberg, 1988), un cineasta con el que tiene bastantes conexiones en común.


Con una estética peculiar, marcada también por la moda de la década de los 90, Carretera perdida en 
ese sentido no ha envejecido demasiado bien, aunque su atmósfera subyugante, insana, inquietante y perturbadora se mantiene intacta. A destacar la terrorífica e impactante figura del “hombre misterioso” y el doble papel de una bellísima Patricia Arquette, que interpreta tanto a Renee Madison como a Alice Wakefield, esposa y amante, prototipo de la femme fatale, que encarna el deseo, el poder de la seducción y la manipulación, capaz de llevar al abismo del crimen y la perdición al más pintado.



Con sus luces y sus sombras, con sus aciertos y sus defectos, Carretera perdida no deja de ser un filme fascinante que contiene muchos de los elementos, claves y temáticas del cine de David Lynch. Y es que, su cine, al igual que muchas obras de arte pictóricas o escultóricas, en muchas de sus escenas y secuencias, simplemente hay que admirarlo y disfrutarlo, aunque no sea plenamente comprensible. Su cine es, al igual que ocurre con Cronenberg, de provocar sensaciones, preguntas y reflexión posterior. Es de los que dejan poso y, conviene revisar y revisionar, porque siempre se descubren nuevos detalles que enriquecen al que sigue mirando, a veces estupefacto, sus imágenes.



Con el fallecimiento de David Lynch, se nos va sin duda, uno de los mayores creadores visuales y una de las mentes más brillantes del siglo XX y parte del XXI. Y su cine se seguirá estudiando y analizando en las facultades y escuelas de cinematografía por su audacia, complejidad visual y narrativa. Su Cine y su obra, como todas las de los grandes creadores, no morirá nunca. Y, con el paso del tiempo, sus películas, en mayor o menor medida, ganaran en pátina y apreciación.



Hasta siempre maestro. Gracias por habernos abierto la puerta a su universo mental. Ha sido y será siempre un placer...., una pesadilla...,o un sueño..., o todo a la vez, disfrutar de sus complejas e interesantes obras.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine

lunes, 3 de febrero de 2025

The Brutalist (2024)*****

Dir: Brady Corbet

Int: Adrien Brody, Felicity Jones, Guy Pearce, Joe Alwyn, Raffey Cassidy, Stacy Martin, Isaach de Bankole, Alessandro Nivola, Emma Laird, Jonathan Hyde, Jaymes Butler, Peter Polycarpou, Jeremy Wheeler, Matt Devere, Stephen Saracco, Robert Jackson, Zephan Hanson Amissah.


El regreso del cine con mayúsculas en 70 mm

El arte, entre sus curiosas propiedades, se crea, se transforma y, por desgracia, también puede ser destruido. La energía creativa logra, en ocasiones, obras que, en el caso del Séptimo Arte y, más concretamente, en el caso de The Brutalist (2024), desde los primeros minutos de proyección, transmiten a los que ya hemos visto mucho cine y desarrollamos el hermoso oficio de escribir sobre él, la sensación de que estamos ante una obra, si no maestra, sí extremadamente brillante. Si, además, dicha proyección, se realiza en versión original, en una sala con pantalla gigante panorámica, y en el, olvidado ya por muchos espectadores, formato de celuloide en 70 mm (rodada en 16 y 35 mm y pasada a 70) y en VistaVisión, esa misma sensación se refuerza en cada nueva escena, en cada fotograma, porque el cineasta está además mostrando su plena declaración de amor al cine; a ese gran cine clásico que tantas obras maestras nos ha legado a lo largo de la historia.


Brady Corbet, tiene unos escasos 36 años, es actor, y además el director de The Brutalist con el que firma 
su cuarto trabajo fílmico importante, tras haber realizado anteriormente diversos cortometrajes e interesantes trabajos como La infancia de un líder (2015), Vox, Lux: el precio de la fama (2018) y la serie The Crowded Room (2023), en la que coincidió con la cineasta noruega, actual pareja, y también guionista, Mona Fastvold, que ha elaborado junto a Corbet, el sólido guion de The Brutalist

Con este monumental largometraje, el joven cineasta norteamericano parece haber dado con la piedra filosofal para construir (nunca mejor dicho) la arquitectura de un filme que, estoy seguro, estará entre los mejores de esta segunda década del siglo XXI. 

Todos los engranajes de The Brutalist confluyen en una alianza artística que hace que podamos estar ante una obra maestra (el paso de los años dirá si su posible trascendencia le otorgará esta distinguida denominación, pues una obra artística maestra, además de sus logros, ha de trascender en el tiempo). Por un lado, tenemos una extraordinaria dirección de fotografía a cargo de Lol Crawley, que nos transporta a la época de la Segunda Guerra Mundial y años posteriores, siguiendo la vida y carrera del visionario arquitecto judío László Toth que, huyendo de la posguerra, llega a Estados Unidos para reconstruir su vida, su obra y el matrimonio con su esposa Erzsébet tras haber sufrido ésta también los embates de la guerra por su condición semita en una Europa asolada por el poder de la Alemania nazi. 


Solo y en un nuevo país totalmente desconocido para él, László se establece en Pensilvania, 
auspiciado por el adinerado y prominente empresario industrial Harrison Lee Van Buren, que ha quedado impresionado por el potencial artístico y creativo de Toth, convirtiéndose en su particular mecenas. Toda esta historia vital, va perfectamente arropada y ambientada a través de una banda sonora compuesta por Daniel Blumberg, que acompaña y aporta a cada escena esa carga emocional que solo la música puede lograr con su magia.

El otro puntal de The Brutalist, una película de más de tres horas (con descanso de quince minutos incluido) que, todo hay que decirlo, se disfrutan y se hacen incluso cortas, es el excelente montaje de David Jancsó, que logra un ensamblaje perfecto de esta dura historia vital. También sobresaliente la dirección artística, diseño de vestuario y diseño de producción de Judy Becker y Patricia Cuccia.


En cuanto al reparto, y volviendo al concepto de obra maestra cinematográfica, cuando decimos estar 
ante una de ellas, las interpretaciones han de ser fuera de serie. En este caso, tanto Adrien Brody, como Guy Pierce y Felicity Jones, están extraordinarios, y no sería de extrañar que se llevaran a casa el preciado Oscar el día de la esperada gala de este año 2025. No en vano, esta película es candidata a, nada más y nada menos, que diez galardones de las preciadas y doradas estatuillas. 

En cuanto a referencias, The Brutalist recuerda a magnas obras cinematográficas del siglo XX como el Novecento (1976) de Bernardo Bertolucci o el Érase una vez en América (1984) de Sergio Leone, su gran y última obra maestra. El personaje de Brody y el propio actor que lo encarna, hace inevitable recordar su gran interpretación en El pianista (2002) de Roman Polanski, drama que también tenía como marco histórico la devastadora segunda guerra mundial y sus trágicas consecuencias. 

Todas ellas son películas extensas que narran un periplo vital ligado a las circunstancias sociales, políticas e históricas, con una fotografía, ambientación y música exquisitas, y también con una extraordinaria dirección y montaje. En cuanto a la disciplina profesional del protagonista y su pasión por la arquitectura, para mí ha sido inevitable no recordar esa obra maestra cinamatográfica del gran King Vidor que no es otra que El manantial (The Fountainhead, 1949), un filme, con guion y novela de su autora, Ayn Rand, que narra la vida del visionario arquitecto Howard Roark (extraordinariamente interpretado por el gran Gary Cooper), y que contaba con una fabulosa banda sonora del compositor Max Steiner y una gran fotografía en blanco y negro de Robert Burks.



No sé si The Brutalist arrasará en la gala de los Oscar de Hollywood del presente año. Los Globos de Oro así parecen vaticinarlo, con siete galardones, pero eso no es lo que más importa. Lo verdaderamente importante es que un cineasta llamado Brady Corbet, con tan solo treinta y seis años, ha sido capaz de crear una obra cinamatográfica que no parece de este siglo. Que más bien parece pertenecer a esa edad de oro del cine clásico añorada y querida por todos los que amamos este arte visual que, muy de vez en cuando, nos recuerda que las grandes obras pueden aparecer en cualquier momento. Porque el arte es algo inmortal, que se mueve en una dimensión intangible y, al mismo tiempo, tan real como la vida misma. Un arte capaz de, no solo entretenernos, sino también atraparnos con su belleza y emocionarnos.

Si les gusta el cine de verdad, con mayúsculas, y son de esas personas que realmente lo aman, no pueden perderse The Brutalist. No es solo una película. Es toda una experiencia cinematográfica para viajar en el tiempo y en el espacio a esos mundos de celuloide que nos hacen soñar y vivir otras vidas. Así que no se la pierdan.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine.

martes, 7 de enero de 2025

Nosferatu (2024)***

 Dir: Robert Eggers

Int: Lily-Rose Depp, Bill Skarsgård, Nicholas Hoult, Aaron Taylor-Johnson, Willem Dafoe, Emma Corrin, Simon McBurney, Ralph Ineson, Paul A Maynard, Stacy Thunes, Adéla Hesová, Milena Konstantinova, Gregory Gudgeon, Robert Russell, Curtis Matthew, Claudiu Trandafir, Georgina Bereghianu, Jordan Haj, Katerina Bila, Maria Ion, Tereza Duskova, Liana Navrot, Mihai Verbintschi.


El regreso del vampiro más clásico del cine

Vaya por delante que, el norteamericano Robert Eggers, es uno de los directores de la última década cuya filmografía me parece más interesante. Diseñador de vestuario y de producción, desde su debut en La bruja (2015), Eggers muestra ya en su primer filme una estética y una concepción particular del género fantástico que lo caracteriza y diferencia de la mayoría, convirtiéndole rápidamente en un cineasta de culto. 


Con su siguiente trabajo, El faro (2019), se consolida como un autor que se atreve con la fotografía en blanco y negro para seguir atrapando al espectador con un terror diferente. Tras dirigir en 2021 un documental especializado en el subgénero del “Folk Horror” en el cine, Eggers regresa con fuerza a la gran pantalla con El hombre del norte (2022), filme en el que vuelve a desplegar toda su artillería, logrando un filme salvaje e hipnótico y de un poderío visual sobresaliente. 



Con Nosferatu (2024), vuelve a confiar en el compositor Robin Carolan y en su habitual director de fotografía (Jarin Blaschke) para componer un trabajo fílmico que se apoya, sin duda, en estos dos pilares (brillante tanto la banda sonora con Dolby Atmos reforzado como la extraordinaria fotografía de Blaschke). 


Es precisamente su estilo romántico y su aura expresionista, lo que más me ha gustado de un filme cuyo 
poder visual y atmosférico, marca de la casa Eggers, lo dota de ese poder hipnótico que logra introducir al espectador en una historia de pesadilla protagonizada por, sin duda, uno de los personajes mas aterradores y, al mismo tiempo fascinantes, de la historia de la literatura: El Drácula de Bram Stoker.



Este Nosferatu se mueve con respeto entre el original de Murnau de 1922, la más que notable versión de Werner Herzog de 1979 (Nosferatu: vampiro de la noche) y el Drácula de Bram Stoker dirigida por Coppola en 1992. De la primera, conserva cierto tono expresionista en lo visual, de la segunda, muy fiel al original, mantiene y potencia su atmósfera malsana y opresiva, y una comunión importante en la figura del personaje femenino, convirtiendo a Lily-Rose Depp en una versión actualizada y alter ego de Isabelle Adjani, pero muy similares en cuanto a su belleza romántica y semblante pálido y sensual. El personaje femenino de este Nosferatu, es quien posee realmente el poder y la fuerza, para resolver la situación, acabar con el ente maligno y sanar a la ciudad y liberarla de la epidemia de la peste causada por el propio vampiro. De la versión de Coppola, conserva también su potente ambientación y atmósfera romántica, y la figura del profesor Alvin Eberhart Von Franz, una especie de “Van Helsing” bastante histriónico y algo sobreactuado, aunque no tanto como el Van Helsing interpretado entonces por el insigne actor Sir Anthony Hopkins.



Lo que menos me ha gustado de esta nueva versión es la construcción física del personaje del propio Nosferatu, bastante alejada del original y de la versión de Herzog, y más cercana a la figura de aquel noble sanguinario denominado Vlad Tepes ("El Empalador"), príncipe de Valaquia, una de las figuras históricas más importantes de Rumanía, hijo de Vlad Dracul, e inspirador del personaje del noble Conde Drácula protagonista de la inmortal novela de Bram Stoker. Una presencia inquietante pero que, a mi modo de ver, no iguala ni mucho menos supera, al “no muerto” de Murnau y de Herzog. 

No obstante, y teniendo en cuenta las numerosas versiones cinematográficas del personaje de Drácula, entre las que también hay que tener muy en cuenta la de la Universal de Tod Browning (1931) protagonizada por Bela Lugosi, así como la de la Hammer de 1958, en la que Christopher Lee volvió a encarnar el rey de los vampiros con una gran fuerza visual y elegante porte, Robert Eggers ha tenido la osadía de volver a contar visualmente una historia que, en el séptimo arte, contaba ya con varias obras maestras, y salir de dicha empresa arriesgada bien parado. 



El joven cineasta ha sabido jugar bien todas las bazas que caracterizan su cine (el poder visual, la escenografía, la fotografía y la música), y ha contado también con un acertado reparto (especialmente en los papeles de Thomas y Ellen Hutter, muy bien interpretados por la ya mencionada actriz francesa Liliy-Rose Depp y por un brillante Nicholas Hoult, también extraordinario en el último filme de Clint Eastwood: El jurado número 2). 

Willem Dafoe cumple con su cometido, sin más, lejos de la brillantez de su anterior colaboración con Eggers en El faro. El cuidado diseño de vestuario y ambientación también es de destacar, logrando trasladarnos perfectamente a esa sucia y húmeda ciudad portuaria alemana del siglo XIX, fiel espejo de las Wismar y Lübeck de las versiones anteriores.



La versión de Eggers de Nosferatu no es una mala película. El problema, quizás, es que mis espectativas eran muy altas. Cualquier otro director hubiera hecho algo mucho peor (no hay más que ver las últimas versiones de Drácula de otros variopintos cineastas. Pienso, no obstante, que Eggers es un creador con la suficiente originalidad, calidad técnica y voz propia, capaz de construir historias muy potentes, sin necesidad de versionar historias que, aunque nos siguen atrayendo y moviendo a una sala de cine, han tenido ya versiones anteriores con tan alta calidad artística que son muy difíciles de superar. Vivimos, no obstante, en la era de los remakes, y se preparan nuevas versiones de otros clásicos del séptimo arte, también dentro del género fantástico, tales como “La novia de Frankenstein” (prevista para estrenar a finales de 2025 y dirigida por Maggie Gyllenhaal) y otras más que, sin duda, vendrán. Porque son historias y personajes inmortales que siguen teniendo un indudable poder de atracción para el público. 

Si son amantes del cine fantástico y de terror y, especialmente, seguidores del cineasta Robert Eggers, no deberían perderse esta película. Si, por el contrario, son adoradores del gran Murnau y de los clásicos de las décadas veinte y treinta del pasado siglo XX, quizá deberían cuestionarse si ir a verla o no. En todo caso, el cine de Eggers está siempre a un nivel artístico y técnico elevado, y eso es algo positivamente ponderable. Si su particular versión aporta o no algo especial a la inmortal historia del rey de los vampiros, es algo que deberán decidir después de su visionado ustedes mismos/as y que el paso del tiempo juzgará.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine