miércoles, 9 de abril de 2025

La chica de la aguja (2024)****

 Dir: Magnus von Horn

Int: Victoria Carmen Sonne, Trine Dyrholm, Besir Zeciri, Joachim Fjelstrup, Søren Sætter-Lassen, Tessa Hoder, Ava Knox Martin, Thomas Kirk, Dan Jakobsen, Anna Tulestedt, Ari Alexander, Benedikte Hansen.



La crueldad humana no tiene límites

He de confesar que hacía mucho tiempo que un filme no me zarandeaba por dentro como lo ha hecho La chica de la aguja de Magnus Von Horn. Este joven cineasta sueco se dio a conocer en 2015 con su primer largometraje Después de esto (The Hear After), un drama social en el que ya reinaba una atmósfera malsana y que, siendo su primer largometraje, ya daba muestras de lo que este joven director podía ser capaz. 


Tras Sweat (2020), donde se lanzaba a explorar la vida artificial de las influencers y del universo 
irreal de las redes sociales, ha habido que esperar cuatro años para que Von Horn nos entregase esta maravilla en la que comparte guion con Line Langebek Nudsen, y que nos traslada Dinamarca en los duros tiempos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Allí conoceremos a Karoline, una joven obrera que, tras quedar embarazada y sin empleo, lucha por sobrevivir en la Copenhague de posguerra. En una situación límite, será acogida por una mujer mayor que dirige una agencia de adopción clandestina. Ambas forjarán una relación de apoyo mutuo hasta que un descubrimiento fortuito lo cambia todo.


Con una ambientación cuidada y una extraordinaria fotografía del polaco Michal Dymek, esta dura 
historia basada en hechos reales, nos va atrapando y envolviendo con su atmósfera sórdida y melancólica,con ecos y guiños hacia dos obras maestras: Freaks / La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932), y El hombre elefante (1980) del maestro David Lynch, recientemente fallecido, lo que convierte a este filme bastante inclasificable en un híbrido entre el género fantástico y el drama social.


Con la crueldad humana como tema troncal y vertebrador, desde las terribles consecuencias que la guerra 
acarrea para los individuos a nivel mental, físico, social y económico, hasta los cambios de carácter y personalidad que de estas secuelas se derivan. En este sentido, La chica de la aguja es un retrato demoledor de la dureza de la vida en la segunda década de un siglo XX (ni siquiera han pasado cien años desde entonces), y en una Europa que, solo dos décadas después, se vería envuelta en otra destructiva contienda bélica, la Segunda Gran Guerra. 



No deja de resultar curioso que ahora, en la segunda década del siglo XXI, cuando suenan tambores de guerra que nos ponen los pelos de punta a unas sociedades “del bienestar” que viven y consumen “a golpe de clic” gracias a las nuevas tecnologías, películas como La chica de la aguja nos atraviesen el alma con su duro retrato de realidad. Una realidad que, en la Europa del 2025, parece que nadie quiere percibir o enfrentarse, olvidando que la historia de la humanidad está cuajada de guerras y que, por desgracia, el mundo actual no está libre de que se produzca un nuevo conflicto bélico de repercusión mundial. 

Por todo ello, La chica de la aguja se convierte en un incómodo espejo del pasado (de un pasado no excesivamente lejano) en el que, como ciudadanos modernos y digitales, nos miramos sin reconocernos; olvidando también que la maldad, la avaricia y la ruindad forman parte, por desgracia, de la esencia de ese animal despiadado que normalmente denominamos “ser humano”. Un ser capaz de sobrevivir al precio que sea cuando las situaciones límite lo ponen a prueba. Y de eso trata también esta formidable filme (nominado al Oscar a mejor película y también a la Palma de oro del festival de Cannes en 2024), de las situaciones límite y de cómo afrontarlas y superarlas para sobrevivir.



Extraordinario el trabajo interpretativo de sus dos actrices protagonistas: Tryne Dyrholm y, especialmente sobrecogedor, el de Victoria Carmen Sonne, que desprende verdad, tragedia y miseria en cada plano. Dos mujeres luchadoras, enfrentadas a una misma realidad devastadora, que escogen caminos diferentes para sobrevivir. 

No cabe duda de que con este trabajo, el cineasta nórdico Magnus Von Horn ha logrado coronarse como uno de los directores actuales más interesantes y con una voz propia que, a buen seguro, va a dar mucho que hablar con sus siguientes proyectos fílmicos. Cine con mayúsculas que parece reflejar el pasado pero que, en realidad, está de plena actualidad, porque lo peor y lo mejor del ser humano, está en su ADN y forma parte de su esencia y de sus profundas contradicciones. Yo, desde luego, ya estoy deseando disfrutar de su próxima película.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine.