Dir: David Lynch
Int: Bill Pullman, Balthazar Getty, Patricia Arquette, Robert Loggia, Robert Blake, Gary Busey, John Roselius, Michael Massee, Richard Pryor, Louis Eppolito, Jack Nance, Lucy Butler, Henry Rollins, Giovanni Ribisi, Natasha Gregson Wagner, F. William Parker, Leslie Bega, Marilyn Manson, Jeordie White.
El universo mental de un creador llamado David Lynch
El triste suceso del reciente fallecimiento del gran cineasta David Lynch ha derivado en numerosos homenajes y en que, muchas salas comerciales de cine y filmotecas, hayan programado ciclos de proyecciones para refrescar varios de sus mejores trabajos fílmicos y para dar a conocer su interesante obra a nuevos públicos, a espectadores fieles a su figura y al público en general.
Los cines Aragonia de Zaragoza, han programado un ciclo especial gracias al que, se han podido disfrutar de nuevo en pantalla grande, títulos emblemáticos de Lynch como Cabeza borradora (1977), su primer largometraje, la más surrealista y rompedora; la ya citada El hombre elefante, Carretera perdida (1997), título que me apetecía recuperar, pues lo tenía muy olvidado y nebuloso, Corazón salvaje (1990), Una historia verdadera (1999) o Mulholland Drive (2001). Inolvidable también la serie Twin Peaks (1990 y 18 capítulos nuevos en 2017), que revolucionó el mismo concepto de “serie de televisión”, innovadora y revolucionaria como pocas, y llevada también a la gran pantalla como largometraje en 1992.
Los largometrajes del cineasta de Montana, se caracterizan por mostrar dos mundos paralelos que, en determinados momentos, coinciden o se entremezclan, el de la realidad y el de las pesadillas. La obsesión por desentrañar ese jeroglífico imposible que es la mente humana y sus propias contradicciones y plasmar todo ello en una pantalla a través de fotogramas, es el sello de identidad y, al mismo tiempo, caballo de batalla, de este creador visual infatigable (cineasta, guionista, fotógrafo, escultor, pintor, etc..).
No faltan tampoco referencias cinematográficas y guiños, como a Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958), o más recientes, a Doble cuerpo (Brian De Palma, 1984) de Brian De Palma o a Inseparables / Dead Ringers (David Cronemberg, 1988), un cineasta con el que tiene bastantes conexiones en común.
Con sus luces y sus sombras, con sus aciertos y sus defectos, Carretera perdida no deja de ser un filme fascinante que contiene muchos de los elementos, claves y temáticas del cine de David Lynch. Y es que, su cine, al igual que muchas obras de arte pictóricas o escultóricas, en muchas de sus escenas y secuencias, simplemente hay que admirarlo y disfrutarlo, aunque no sea plenamente comprensible. Su cine es, al igual que ocurre con Cronenberg, de provocar sensaciones, preguntas y reflexión posterior. Es de los que dejan poso y, conviene revisar y revisionar, porque siempre se descubren nuevos detalles que enriquecen al que sigue mirando, a veces estupefacto, sus imágenes.
Con el fallecimiento de David Lynch, se nos va sin duda, uno de los mayores creadores visuales y una de las mentes más brillantes del siglo XX y parte del XXI. Y su cine se seguirá estudiando y analizando en las facultades y escuelas de cinematografía por su audacia, complejidad visual y narrativa. Su Cine y su obra, como todas las de los grandes creadores, no morirá nunca. Y, con el paso del tiempo, sus películas, en mayor o menor medida, ganaran en pátina y apreciación.
Hasta siempre maestro. Gracias por habernos abierto la puerta a su universo mental. Ha sido y será siempre un placer...., una pesadilla...,o un sueño..., o todo a la vez, disfrutar de sus complejas e interesantes obras.
GONZALO J. GONZALVO
Escritor y Crítico de Cine