domingo, 12 de abril de 2020

Atardecer (Napszállta, 2018)** Referencia exprés nº 50

Dir: László Nemes
Int: Juli Jakab, Vlad Ivanov, Susanne Wuest, Uwe Lauer, Christian Harting, Levente Molnár, Urs Rechn.

Esta historia, escrita por László Nemes, Clara Royer y Matthieu Taponier, se sitúa en Budapest en 1013. Después de pasar su infancia en un orfanato, Irisz Leiter (Julie Jakab) llega a la capital húngara con 20 años y la esperanza de trabajar de sombrerera en la antigua tienda de sombreros de sus padres biológicos. Pero Oszkar (Vlad Ivanov), el nuevo propietario, la rechaza. A su vez, se tendrá que enfrentar a su pasado cuando descubre un hermano que nunca supo que tenía. Su misión de encontrarlo la lleva a descubrir oscuros secretos mientras el país se prepara para el caos de la guerra. 

László Nemes, que se atrevió a trasladarnos a un campo de exterminio nazi en la soberbia y dura El hijo de Saúl (2015), realiza de nuevo una compleja introspección psicológica, pero ahora en el universo de la Budapest prebélica. Un ambiente en el que se empiezan a larvarse algunos de los males que asolarán Europa en un futuro que estará lleno de convulsiones sociales, guerra, revolución y fascismo. Lo mejor de este antiguo colaborador del inquietante y magnífico realizador, también húngaro,Béla Tarr, sigue siendo la citada El hijo de Saúl, que fue su debut en el largometraje. Su segundo trabajo, apuesta de nuevo por un ritmo narrativo especulativo, contemplativo que sacará a más de uno de sus casillas. Quizás con menos criterio que en su primer largo, vuelve a usar de soberbios planos secuencia que recuerdan a los de su maestro Béla Tarr, pero el conjunto se resiente para el espectador medio, al faltarnos algo de contextualización sobre la realidad histórica que envolvió a las peripecias vitales de la joven protagonista y su familia. En fin, imprescindible para aquellos que atisbaron en Lászlo Nemes a un realizador valioso y poder comprobar si tiene algo más que aportar al arte cinematográfico o se ha quedado estancado en un cierta mirada ensimismada...

Roberto Sánchez 

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