viernes, 29 de junio de 2018

Hereditary (2018)****

Dir: Ari Aster
Int: Toni Collette, Gabriel Byrne, Alex Wolff, Milly Shapiro, Ann Dowd.

Penetrando en lo más oscuro y perverso. 

Hereditary nos cuenta la historia de la familia Graham, un linaje que empieza a desmoronarse tras 
la muerte de la matriarca. Tras su pérdida, Annie (Toni Collette) y su familia se ven hostigados por una presencia maligna que trae consigo una serie de sucesos inexplicables. Una de las más afectadas por la situación es su hija Charlie (Milly Shapiro), una niña solitaria que apenas se relaciona con la gente que le rodea y que es consciente de que algo extraño está ocurriendo. 

Cuando se habla de operas primas cinematográficas, es cierto que suele hacerse referencia al primer largometraje de un director, pero a veces es bueno recordar que ese primer largo viene precedido (como es el caso de Ari Aster) de varios cortometrajes (en su caso en concreto siete, algunos de ellos muy bien calificados). Digo esto, porque muchas veces se olvida que realizar un cortometraje también es un trabajo de cineasta, al igual que los escritores (además de novela) también hacemos a menudo relatos cortos, cuentos y hasta micro-relatos, siendo todos ellos literatura. 



Bien, vamos ahora a entrar en harina y analizar esta pues “opera prima” en el largometraje de este joven director, guionista (de todos sus trabajos) y editor. Nacido en 1986 y neoyorquino de adopción. Graduado por el prestigioso American Film Institute, poco más se sabe de este cineasta del que mi intuición me dice que va a convertirse en una referencia del género de terror, entendido éste más próximo al suspense-thriller que emparentaría Hereditary con obras maestras como La semilla del diablo (1968), de Roman Polanski, El resplandor (1980), de Stanley kubrick, 1980) o La zona muerta (1983) de, David Cronenberg, y con algunos relatos del también maestro Stephen King (muchos de ellos llevados a la gran pantalla). Con su primer trabajo fímico, el corto Beau (2011) y sobre todo con el perturbador cortometraje Lo extraño de los Johnsons (2011), Aster sentaba ya todas las bases que iban a estar presentes en Hereditary (2018). Y esas bases y temática son complejas de definir pero, dentro de la vida cotidiana de las personas, nos sumergen en el lado más oscuro de la naturaleza humana y los lazos de ésta con lo paranormal, la brujería y lo diabólico. Todo ello separado por una finísima frontera en la que habitaría también la locura. Con todos estos elementos, Ari Aster ha construido con Hereditary un filme sólido, absolutamente inquietante y perturbador, que nos crea una tensión interna como espectadores que va in crescendo lentamente. Como si algo maléfico nos creciera dentro y nos estuviera poseyendo también a nosotros, y creando un “mal rollo” desasosegante con sutileza, con un ritmo pausado (algo que también ocurría en la citada El resplandor del maestro Kubrick) pero implacable y sin recurrir, salvo lo necesario, a los efectos especiales ni a los tópicos del género (puertas que chirrían, los clásicos sustos, etc.).Sus planteamientos de puesta en escena, dicen mucho de la inteligencia narrativa de Ari Aster como cineasta y guionista. 



Respecto al reparto, hay que reseñar el magnífico trabajo interpretativo de Toni Collette (una actriz que he de confesar que me encanta), bien acompañada por el siempre sólido Gabriel Byrne (el actor irlandés que ha participado en películas soberbias como Muerte entre las flores, de los Coen, o en Sospechosos habituales, de Bryan Singer). Junto a ellos la sorprendente y perturbadora presencia de la joven actriz que da vida a la hija adolescente del matrimonio (13 años), una Milly Shapiro con cara de muñeca antigua que no parece de este mundo. Niña prodigio del espectáculo nacida en Tampa (Florida), actriz y cantante desde los tres años, fue contratada para el musical de Broadway Matilda a la edad de diez años. Atentos a esta muchachita inquietante (que es, además, fan del género de terror) y que en éste su primer largometraje no ha pasado nada desapercibida. 



Hereditary es una película llena de matices que, considero, requiere más de un visionado. Yo, por mi parte, iré de nuevo a verla (esta vez en V.O.) para disfrutar, especialmente, de las voces originales de esa inmensa Toni Collete y de Gabriel Byrne. Por cierto, atentos al próximo trabajo fílmico de Ari Aster, que será también del género de terror y que llevará por título Midsommer



Hereditary es un filme que entronca con un concepto del terror-suspense más propio de los sesenta y setenta, décadas en las que filmes como Al final del la escalera (The ChangelingPeter Medak, 1980) nos mantenían en vilo sin apenas efectos especiales de ningún tipo. Sólo con unas notas de piano y una pequeña pelota descendiendo lentamente por los peldaños de una escalera. 

Un filme que pone a prueba con talento e imaginación la capacidad de desasosiego del espectador ante situaciones  duras, extrañas y muy inquietantes.
  
Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

El hombre que mató a Don Quijote (2018)***

Dir: Terry Gilliam
Int: Jonathan Pryce, Adam Driver, Olga Kurylenko, Stellan Skarsgard, Joana Ribeiro, Óscar Jaenada, Jordi Mollà, Rossy de Palma, Jason Watkins, Paloma Bloyd, Sergi López, Mario Tardón, Joe Manjón, Bruno Sevilla, Patrik Karlson, Viveka Rytzner, Lídia Franco, Maria d'Aires, Juan López-Tagle.  

Aunque no ha tenido demasiada fortuna en la cartelera zaragozana, de la que ya ha desaparecido, no me resisto a comentar esta película de Terry Gilliam. Primero por lo atractivo que resulta que vuelva a dirigir la mirada hacia la obra de Cervantes, segundo por que aunque tampoco ha tenido demasiada fortuna entre la crítica, estamos ante una adaptación más que recomendable que seguro podrán ver, aunque no sea en las salas. Yo pude disfrutarla en los cines Aragonia de Zaragoza en versión original con subtítulos en español. 



Hay una razón más por la que tenía ganas de verla. Se trataba de una obsesión personal de Gilliam, el que fuera miembro (el único norteamericano) de ese insuperable grupo británico de actores-creadores-cineastas-humoristas llamado Monty Python.



En 1998, Gilliam, inició la preproducción de The Man Who Killed Don Quixote, un filme que protagonizarían Jean Rochefort (Quijote) y Johnny Depp (Toby Grisoni, una renovada imagen para Sancho) que nunca pudo terminarse. De las peripecias por las que pasó el equipo y el mismo director, acosado por los inversores y las tormentas inesperadas dio buena cuenta el magnífico documental Lost in La Mancha (2002), de Keith Fulton y Louis Pepe, una lección de cómo una pasión imparable puede ser destruida por el azar y por cierta querencia de Gilliam por el caos y la improvisación. Su pasión por los arquetipos creados por Cervantes ha estado muy presente en otras de sus películas (por ejemplo en El rey pescador, de 1991), lo que no significa que abandonara el proyecto de reinventar El Quijote. De hecho, ese sueño se ha hecho realidad en esta película que ahora comentamos.



Toby (Adam Driver), un director joven y de prestigio, provocó, sin saberlo, en un proyecto de juventud que suponía una nueva adaptación de la obra de Cervantes, y de un modo algo inesperado, los estrafalarios delirios de un viejo zapatero español que se cree el mismo Don Quijote. Asumiendo, ya famoso como director, una nueva adaptación, intenta reencontrase con el viejo zapatero/Don Quijote del pasado, lo que provocará una serie de  aventuras, a medio camino entre lo onírico y la realidad, que le sitúan en un mundo cada vez más surrealista. 



Terry Gilliam recupera el guion de aquel viejo proyecto y lo reconstruye con elementos que recuerdan los desgraciados incidentes que abortaron el viejo proyecto (para conocerlos en detalle recomiendo el documental de Fulton y Pepe, antes citado). Sorprende, a pesar de la delirante inventiva de este realizador irregular, pero siempre sugerente, la fidelidad a los arquetipos cervantinos e incluso el respeto a algunos episodios y sucesos de la novela. Aunque Gilliam puede resultar algo anárquico (marca de la casa), la película resulta más contenida de lo habitual, el trabajo de actores (excelentes Pryce y Driver) destaca por su sobriedad y hacen que el texto cervantino (sobre todo el encarnado en Pryce-Don Quijote) suene apropiado incluso en inglés. 

En definitiva, les recomiendo que recuperen esta revisión de la obra de Cervantes por parte de Terry Gilliam, seguramente el director de cine más "quijotesco" de la historia.

Roberto Sánchez.

jueves, 28 de junio de 2018

Western (2017)***

Dir: Valeska Grisebach
Int: Meinhard Neumann, Reinhardt Wetrek, Waldemar Zang, Detlef Schaich

Una cuadrilla de obreros alemanes sienta campamento en un pueblo búlgaro para levantar una central hidráulica. Molesta el descaro zafio de su despliegue, ofende la saña eficiente con que desarraigan el paisaje, y agravian con sus sudores masculinos de beberse la paga y silbar agudo al paso de las chicas...

Es el tercer largometraje de la directora alemana Valeska Grisebach (antes realizó Mein Stern, en 2001, y Senhsucht, en 2006), que parece tomarse con calma sus proyectos. Dos películas más contaron con su asesoría en el guion: Die Ausbildung (2011), de Dirk Lütter, y la celebrada y premiada Toni Erdmann (2016), de Maren Ade, otra realizadora alemana que está apostando por un estilo personal, más allá de la vulgaridad y atonía de la producción alemana más comercial (y televisiva).



Es cierto que estamos ante "una reflexión sobre la virilidad como expresión de dominio,...sobre el machismo como una cuestión relacionada no con hombres y mujeres, si no con el poder", pero también Valeska Grisebach se permite reutilizar los parámetros del western, un género cinematográfico tradicional norteamericano, descaradamente machista, y hacer un excelente ejercicio de fusión entre ficción y documental, entre actores profesionales y no actores.



El protagonista principal es Meinhard (Meinhard Neumann), un tipo duro, al parecer forjado en la legión extranjera y en Afganistán, taciturno y solitario, será el único de los trabajadores alemanes que intentará aproximarse a los nativos del lugar. Con no pocas tensiones, tendrá una relación muy cercana con algunos de ellos. Las referencias al western clásico, aparecen en muchos momentos relacionados con la dureza del agreste paisaje, con los caballos (sí, también con ellos), con las tensiones entre "invasores" y los lugareños. 



La habilidad de Valeska Grisebach consiste en la acertada mezcla de ficción y realidad, en el 
análisis de una colisión inevitable entre el capitalismo moderno y las formas de vida rural, 
destinadas a desaparecer, pero que se resisten como pueden a la imposición de los avances 
tecnológicos. 

Una mirada femenina, fresca, inteligente y analítica sobre el mundo de los hombres. 

Roberto Sánchez

-Aragonia-

domingo, 24 de junio de 2018

Happy End (2017)***

Dir: Michael Haneke
Int: Isabelle Huppert, Jean-Louis Trintignant, Mathieu Kassovitz, Fantine Harduin, Toby Jones, Franz Rogowski, Laura Verlinden, Aurélia Petit, Hille Perl, Hassam Ghancy, Nabiha Akkari, Joud Geistlich, Philippe du Janerand, Dominique Besnehard, Bruno Tuchszer, Alexandre Carriere, Nathalie Richard, David Yelland, Maryline Even, Frédéric Lampir, Jack Claudany, Waël Sersoub, Marie-Pierre Feringue, Maëlle Bellec, David El Hakim, Timothé 'Tim' Buquen.

Michael Haneke es un realizador fiel a sus principios ideológicos y narrativos. Nacido en Alemania (en Munich,1942), tiene nacionalidad austríaca y en los últimos años está trabajando preferentemente en Francia. Su obra maestra incuestionable es, según mi opinión, La cinta blanca (2009), un escalofriante viaje a los orígenes del fascismo alemán que permite entender, en parte, cómo se fue larvando el huevo de la serpiente en una sociedad aparentemente tan avanzada como la 
germana. Pero, en general su filmografía no tiene desperdicio. Así, de repente, yo recomendaría un visionado atento de El vídeo de Benny (1992), Funny Games (1997), La pianista (2001), Le temps du loup (2003), Caché (2005) y Amor (2012). De estas películas y del resto de su obra se desprende, un análisis certero (a veces algo despiadado) de los modos y costumbres de una sociedad -la occidental- que se tiene a sí misma como modelo a exportar en cuanto a igualdad y respeto a los derechos humanos pero que oculta no pocas debilidades y una grave y alarmante decadencia de los mismos principios éticos, políticos y morales que se supone representan idealmente países como Francia o Alemanía, dos de las naciones más "avanzadas" de Europa y del planeta.



Happy End, resulta más irónica que nunca, sin dejar de criticar con saña el modelo ya caduco de la alta burguesía empresarial francesa, representado por esa familia de los Laurant. Entre ellos, destacan Anne (Isabelle Huppert), la jefa y heredera de un imperio forjado por George (Jean-Louis Trintignant) moribundo y suicida interruptus, Thomas (Mathieu Kassovitz), dedicado a la medicina y al adulterio, Pierre (Franz Rogowski), el despistado e irresponsable heredero y Eve (Fantine Harduin), la joven hija de un matrimonio anterior de Thomas, con claros indicios psicóticos. De hecho, puede detectarse un homenaje indirecto a otro cineasta fustigador constante de la sociedad burguesa: Claude Chabrol.



Probablemente no estamos ante la mejor película de Haneke, pero sí ante una maquinaria impecable,  más irónica que nunca, que como es habitual en este director parece hacer un planteamiento inicial algo críptico, pero sobre el que no quedan dudas posibles al desarrollarse la trama e ir conociendo la catadura moral de los Laurant. Haneke continúa proponiéndonos un discurso incómodo, retratando a esta "aristocracia" económica que domina el mundo, y lo hace mostrando con claridad a unos seres despiadados, amorales, que tienen el poder suficiente para actuar sin escrúpulos y sacar beneficios de la desgracia ajena.



Esta película no se ha estrenado todavía en Zaragoza. Pudo verse en una de las sesiones del 
pasado Festival Internacional de Cine de Huesca.

miércoles, 20 de junio de 2018

Jurassic World: El reino caído (2018)***

Dir: J.A. Bayona
Int: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, James Cromwell, Rafe Spall, Toby Jones, Justice Smith, Daniella Pineda, Ted Levine, Geraldine Chaplin, Jeff Goldblum, BD Wong, David Olawale Ayinde, Bobbi Jo Hart, Daniel Stisen, Robert Emms, Kamil Lemieszewski, Michael Papajohn, Peter Jason, Sean Gislingham, Max Baker, Faith Fay, Kevin Layne, Daniel Eghan, Ronan Summers, Deborah Rock, Charlie Rawes, Manoj Anand, Cory Peterson, Fran Targ, John Heartstone.

Cuando los dinosaurios dominaban Hollywood 

Planteada temporalmente como una secuela de Jurassic World (2015), regresamos a la imaginaria isla de Nublar, donde una erupción volcánica amenaza a los dinosaurios que quedan viviendo en libertad  tras la trágica desaparición del parque temático "Jurassic World". Claire Dearing, ex gerente del parque, emprende una cruzada para intentar preservarlos. Para ello, recurrirá a la ayuda de Owen Grady, el ex entrenador de dinosaurios que trabajó en el parque, y a una aguerrida veterinaria, con el fin de evitar la extinción del máximo de ejemplares prehistóricos, pero la empresa no va a ser fácil. 

Todo esto es lo que Juan Antonio Bayona, el español ya universal, afincado en Hollywood  nos va a relatar con su particular estilo, pero con evidentes influencias del cine del maestro Steven 
Spielberg (creador de esta fructífera saga cinematográfica) y vertiendo varios homenajes a los clásicos y al cine de aventuras del rey Midas de Hollywood. 



Pero hagamos un poco de historia para asentar las fuentes precedentes a Parque jurásico, así como a la historia de la propia saga creada por Spielberg,  basada en la novela homónima, un best seller mundial de Michael Crichton. Allá por 1925 y, con muy similar argumento, se estrenó El mundo perdido (The Lost World, de 1925), filme dirigido por Harry O. Hoyt que adaptaba una novela de Arthur Conan Doyle (el creador del famoso detective Sherlock Holmes) que a buen seguro inspiró al señor Crichton. En dicho filme, una expedición científica británica viajaba a una remota meseta de la selva brasileña. Allí hallaban hombres prehistóricos y toda clase de dinosaurios. Los efectos especiales corrieron a cargo de Willis H. O'Brien, un pionero de la animación en el cine que desarrolló la técnica de simular el movimiento por medio de figuras de goma con estructuras metálicas que se movían unos milímetros para rodar las secuencias fotograma a fotograma. En 1970, la Hammer, con la dirección de Val Guest y con guion de éste y del novelista J.G. Ballard, produce Cuando los 
dinosaurios dominaban la tierra (1970), que se llevó el Oscar a los mejores efectos especiales. No era nuevo pues el cine de dinosaurios cuando el avispado Steven Spielberg y el no menos sagaz Michael Crichton, unen sus fuerzas, su dinero y su talento para pergeñar la primera película de la era del nuevo cine de dinosaurios a finales del pasado siglo XX y que llevará por título: Parque jurásico (1993), filme al que siguieron El mundo perdido (Jurassic Park 2, de Steven Spielberg, 1997) y Jurassic Park 3 (de Joe Jhonston, 2001). 



Habrá que esperar hasta que en el año 2015, llegue Jurassic World, dirigido por un tal Colin Trevorrow, cuya trayectoria es ínfima y nada reseñable, lo que me huele a que la mano de Spielberg estuvo más que presente aunque sin querer figurar, pues el filme tiene su sello. Aquí, la temática del monstruo creado por el hombre que se escapa para crear el caos y ser perseguido (una clara referencia al mito de Frankenstein) fundamenta una entrega casi tan entretenida e impactante como la primera, y con un notable incremento de espectacularidad respecto a los efectos de 1993. Y, por fin, nos llega este Reino caído de 2018, dirigido por el español Juan Antonio Bayona. Filme de título apocalíptico y con un claro trasfondo ecológico que consigue aunar la tecnología actual aplicada al cine de dinosaurios con claras referencias a elementos tradicionales tanto del propio cine (King Konglas mansiones victorianas de las películas de casas encantadas), como literarias, en la línea de los cuentos infantiles con monstruos y brujas que infunden terror a los niños, etc., que ya utilizó en su anterior trabajo Un monstruo viene a verme (2016) y en El orfanato (2007), que para mí, es su más interesante filme y además supuso su debut en el largometraje. 



Bayona hace gala de su dominio del lenguaje y técnica audiovisual para lograr un nuevo filme "rompe-taquillas” (Un blockbuster como dicen en USA), consiguiendo un filme muy entretenido (sobre todo en su primera parte, hasta que los protagonistas abandonan la isla de Nublar en plena erupción). A partir de ahí la película entra en una segunda fase claramente diferenciada en la que los animales prehistóricos van a compaginar con los humanos su protagonismo, y que a pesar de estar bien llevada decae un tanto hasta su tramo final, en el que vuelve a recobrarse con secuencias de gran espectacularidad. 



No cabe duda de que es un gran mérito por parte de Bayona hacer atractivo y entretenido algo que ya hemos visto más de una vez, pero que sigue ejerciendo sobre los espectadores de todas las edades una atracción inusitada. La clave para accionar este resorte es que bajo este Jurassic World 2018 que hace la cuarta de la saga (a pesar de que para 2021 o incluso algo antes les anuncio que llegará Jurassic World 3, de forma sorprendente, de nuevo de la mano del ya conocido Colin Trevorrow, aunque yo preferiría que se lo dieran a Bayona, y aún teniendo en cuenta que es posible que la presencia de Spielberg sea una vez más todopoderosa), bajo este “reino caído”, se esconde el cine de aventuras con héroe clásico cuyo más claro ejemplo es el Indiana Jones del propio Steven Spielberg. 



Aquí, es como si tuviésemos a un Indiana Jones encarnado por Chris Pratt (le falta solo el látigo), junto con un elemento femenino más activo y actual que la decorativa Kate Capsaw de Indiana Jones en el templo maldito y que representa la actriz Bryce Dallas Howard metida de lleno en una aventura con dinosaurios. La combinación funciona bien, y cuenta además con la baza de la nostalgia que desde 1993 ya forma parte de la memoria colectiva de los espectadores. 

Como conclusión, si sois amantes de la saga de estos fantásticos animales que ya dominaban la tierra antes de la llegada del hombre, del cine de aventuras, del cine de Juan Antonio Bayona, o de todo esto a la vez, disfrutaréis de esta película  que, además, cuanta con el espectacular nuevo sonido Dolby Atmos en determinadas salas. Si no os entusiasma esta historia tantas veces ya vista, mejor se planteen otro tipo de estrenos o de género. En cualquier caso, está claro que este nuevo Jurasssic World va a ser el blockbuster de este verano. 

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

GEMMA CUERVO, EMBAJADORA DEL CINE ARAGONÉS 2018




Gemma Cuervo Igartúa (Barcelona, 22 de junio de 1936) es una de las actrices españolas con más prestigio. Atesora más de 50 años de experiencia en teatro, cine y televisión. Este año será la embajadora de la Academia del Cine Aragonés. 

Inició su carrera en el Teatro Español Universitario debutando profesionalmente con Adolfo Marsillach en Harvey, pieza teatral de Mary Chace, y más tarde trabajó con José Tamayo Rivas, que  la incorporó a la «Compañía Lope de Vega». En 1969 formó compañía propia junto a su marido, Fernando Guillén, difundiendo el arte del teatro a lo largo de toda la geografía española. 

En el cine y la televisión, desde 1956 a la actualidad, ha participado como intérprete en más de 70 producciones. Su  primera película fue La vida es maravillosa (1956), de Pedro Lazaga, con el que colaboraría en unas cuantas películas más. Luego, la nómina de directores que han contado con ella es casi interminable: Javier Setó, Ladislao Vajda, Germán Lorente, José María Zabalza, Pedro Masó, José Antonio Páramo, Mariano Ozores, León Klimovsky, etc...



Uno de sus primeros personajes principales en el cine fue el de Luisita en El mundo sigue (1965), dirigida por Fernando Fernán Gómez. Durante los años sesenta hizo también películas de diversos géneros, participó en westerns y en co-producciones internacionales. De 1966 a 1967 interviene en dos episodios de Historias para no dormir, de Narciso Ibáñez Serrador. Durante los 70, destaca en unas cuantas películas del llamado "destape" y al servicio de algunos directores como Jorge Grau (Historia de una chica sola, 1971) y Angelino Fons (La primera entrega de una mujer casada, 1971) que ahora están reivindicándose como importantes en la llamada "Tercera vía" del cine español. 


Su más que asentado prestigio en el terreno teatral hace que, durante los años ochenta, siga siendo muy importante en producciones como La Celestina (1983), una serie para la televisión de tres episodios, dirigida por Juan Guerrero Zamora, y en la que Gemma Cuervo se transforma en Elicia, uno de los personajes de La tragicomedia de Calixto y Melibea, título original de esta obra de Fernando de Rojas compuesta a finales del siglo XV, y que sigue siendo una de las cumbres de nuestra literatura. 




En 2012, en una nueva versión teatral de Eduardo Galán, Gemma Cuervo se convirtió en La Celestina. 



En los 90, Gemma Cuervo mantuvo una envidiable forma, participando en Boom Boom (1990), de Rosa Vergés, Amor y deditos del pie (1992), del portugués Luis Filipe Rocha, Me llamo Sara (1998) de Dolores Payás; y ya en el siglo XXI, en La mirada violeta (2004), de Nacho Pérez de la Paz y Jesús Ruiz, protagonizada por su hija Cayetana Guillén Cuervo, o más recientemente, en una de sus últimas aparciones en el cine es "La actriz mayor" en La reina de España (2016), de Fernando Trueba, una breve pero inolvidable intervención en una película en la que Trueba dio continuidad a las situaciones de La niña de tus ojos (1998) y a su personal homenaje al cine español del pasado...



Ha logrado tener una situación privilegiada en el candelero mediático gracias a sus intervenciones en televisión. Destacó en sus brillantes interpretaciones teatrales para Estudio 1, sus colaboraciones en adaptaciones literarias de prestigio, o sus entrañables personajes en Médico de familia (1995-1999), o su Vicenta Benito de Aquí no hay quien viva (2003-2006). Ha trabajado igualmente en la serie La que se avecina (iniciada en 2007) hasta la cuarta temporada (2010) y ha sido Amalia en el episodio titulado Soy 7 veces más fuerte que tú (2017), de Cuéntame cómo pasó (iniciada en 2001), una de las más longevas series españolas. 


Es la viuda del actor Fernando Guillén (1932-2013) con quien tuvo tres hijos; dos de ellos también actores muy conocidos y plenamente activos en el cine y la televisión: Fernando Guillén Cuervo y Cayetana Guillén Cuervo. 



La Academia del Cine Aragonés se siente agradecida y orgullosa por ser "amadrinada" por una de mejores actrices del cine español: Gemma Cuervo.

Roberto Sánchez.

viernes, 15 de junio de 2018

Basada en hechos reales (D'après une histoire vraie, 2017)****

Dir: Roman Polanski
Int: Emmanuelle Seigner, Eva Green, Vincent Pérez, Damien Bonnard, Camille Chamoux, Josée Dayan, Noémie Lvovsky, Dominique Pinon, Brigitte Roüan, Alexia Séféroglo

El infierno de la creatividad                              

Rodeado de su equipo habitual, lo que incluye como actriz protagonista a su esposa, Emmanuelle Seigner (a la que conoció durante el rodaje de Frenético, de 1988), al guionista Olivier Assayas y al compositor Alexander Desplat, el laureado y veterano director Roman Polanski realiza con esta obra su largometraje número veintisiete. 

Inigualable creador de atmósferas turbias y enrarecidas en filmes en los que explora con maestría el lado oscuro de la naturaleza humana, y que ha dado a la historia del cine obras maestras como: Repulsión (1965), La semilla del diablo (1968), Chinatown (1974), la fenomenal Lunas de hiel (1992) y, ya en en el siglo XXI, memorables trabajos como El pianista (2002), El escritor (2010) y Un dios salvaje (2011). Con obras como éstas y la brillante trayectoria de este director no se pueden cuestionar sus conocimientos y dominio del lenguaje cinematográfico, pero sí el enfoque de este creador de dilatada trayectoria. 



Vamos a ello. Basada en hechos reales, un título, que ya nos está incitando a un juego perverso. Por un lado nos dice que estamos ante una obra de no ficción o, quizá, nos está haciendo el primer engaño con esta historia basada en la novela de la aclamada escritora francesa Delphine de Vigan. «Durante casi tres años, no escribí una sola línea», dice la protagonista y narradora. Se llama Delphine, tiene dos hijos a punto de dejar atrás la adolescencia y mantiene una relación sentimental con François, un periodista y editor. Estos datos biográficos, empezando por el nombre, parecen coincidir difusamente con los de la autora, que con Nada se opone a la nochesu anterior libro, arrasó en el país galo y en medio mundo. Si en esa y en alguna otra obra anterior utilizaba los recursos novelescos para abordar una historia real, aquí viste de relato verídico una ficción. ¿O no? Esa es la duda y el sabor permanente que el maquiavélico Polanski nos deja en los labios con este filme. 



Basada en hechos reales entronca directamente con El escritor (The Ghost Writer, 2010), filme que entra de lleno en el terreno del thriller para entregarnos una historia mucho más emocionante en cuanto a la acción y, para mí, algo superior a ésta, aunque no me parece (como la han tildado algunos) una obra “menor” de Polanski... 

La película difiere de la novela en su estructura tripartita, siendo en el filme de Polanski mucho más difusas esas barreras, para mí intencionadamente, y no por un guion fallido de Assayas (y suyo), pues lo que hace es jugar con el espectador hasta el final. La novela se divide en tres partes encabezadas por citas de MiseryLa mitad oscura del maestro del terror Stephen King, y aunque ésto tampoco se revela en el filme sí que es reconocible y perceptible esta clara influencia de King, sobre todo de la historia que se narra en Misery



Basada en hechos reales es a la vez un sinuoso y escurridizo thriller psicológico con esas pinceladas de terror (la sombra de Stephen King planea por la pantalla) y una sagaz reflexión sobre el papel del escritor en el siglo XXI. Una obra que se mueve entre la realidad y la ficción, entre lo vivido y lo imaginado sin precisar ni aclarar demasiado las cosas, pero con dos enormes actrices (espectacularmente perversa Eva Green) que encaran un duelo fílmico de altura hasta el final. Hay para mí también influencias del cine de Michael Haneke, en especial de su filme Caché (2005), donde una tensa calma inunda toda la historia con elementos de thriller que logran una atmósfera agobiante en un entorno aparentemente seguro como es una casa. 



Si son amantes del thriller y/o del cine de este creador de mundos y atmósferas perturbadoras que es Roman Polanski, no se pierdan Basada en hechos reales. Quizá no sea una obra maestra, pero sí una película de un director imprescindible en la historia del cine que, de nuevo, ha logrado una historia perturbadora que nos hace cuestionarnos dónde acaba la ficción y comienza la realidad o viceversa. Y eso no es moco de pavo. 

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo- 

miércoles, 13 de junio de 2018

Disobedience (2017)***

Dir: Sebastián Lelio
Int: Rachel Weisz, Rachel McAdams, Alessandro Nivola, David Olawale Ayinde, Mark Stobbart, Cara Horgan, Sophia Brown, Lasco Atkins, Bernardo Santos, Dominic Applewhite, Omri Rose, Liza Sadovy, Dave Simon, Trevor Allan Davies, Cristian Lazar.

Cuando el deseo se impone a todas las reglas

Historia de mujeres, escrita por Sebastián Lelio y Rebecca Lenkiewicz, basada en una novela de la 
británica Naomi Alderman y dirección de Sebastian Lelio (curiosamente, ambos nacidos en 1974). Un director chileno, cuya temática fílmica ha estado siempre centrada en los problemas humanos derivados de cuestiones sentimentales y afectivas, enlazadas éstas con la ineludible circunstancia del paso del tiempo. Su filmografía no es muy extensa, pero es realmente interesante, y toca la gloria con su anterior trabajo Una mujer fantástica (2017), que se llevó el Óscar a la mejor película extranjera en su última edición. 

Con Desobediencia, traducción literal (afortunadamente esta vez) de su título original, Lelio se 
introduce en la hermética comunidad judía y su forma de vida, muy condicionada por lo religioso a nivel afectivo-sexual, familiar e incluso alimentario (por ejemplo, han de comprar sus alimentos en las llamadas tiendas “Kosher”). Para más inri, Disobedience nos introduce en la íntima relación de dos amigas judías, una de ellas, Ronit Krushka (Rachel Weiszt, hija de padres judíos), fotógrafa asentada en Nueva York e hija, nada menos, del rabino de la comunidad; mientras que la otra, Esti Kuperman (Rachel McAdams) está recientemente casada con su hijo y, aparentemente, disfruta de un feliz matrimonio con quien está llamado a sustituir al anciano líder religioso recientemente fallecido. 




Con un buena dirección y guion por parte del director chileno, y una sensibilidad narrativa que no esconde la intensa pasión y deseo que posee a estas dos atractivas mujeres (si hay que pecar, se peca a tope, que hay que liberar mucha represión), asistimos a un duelo de titanes entre estas dos Rachel (curioso que ambas se llamen igual), con escenas íntimas de alto voltaje sensual en las que las dos han derrochado una intensidad erótica y carga sexual que pocas veces se ve en pantalla y que revelan una complicidad sorprendente. 




Los elementos masculinos quedan como simples comparsas en el relato de esta intensa relación, y sirven a la narración para ejemplificar una sociedad judía del siglo XXI muy condicionada todavía por las normativas y celebraciones religiosas y por el qué dirán. 

El contraste entre el mundo cerrado, gélido e intransigente de la sociedad judía ortodoxa con la flamígera y tórrida relación de amor y pasión lésbica de estas dos hermosas mujeres, a pesar de su metraje (casi dos horas), mantiene al espectador pegado a la pantalla, además de regalarle algunas escenas de un erotismo impagable. Por cierto, destacar la espléndida fotografía de Danny Cohen, en especial en interiores. 




Sebastián Lelio sabe llevar la historia con inteligencia y clase, y no cabe duda de que este trabajo rubrica su talento ya galardonado al máximo nivel con su anterior película Una mujer fantástica, en la que también tocaba una relación sentimental atípica y aún más escabrosa, adentrándose en los terrenos de la transexualidad. Un gran director de actrices que sabe extraer lo máximo de ellas. 

Deseando ya ver su próximo trabajo, Gloria, protagonizado por Julianne Moore y Jeanne Triplehorn, otras dos grandes actrices que seguro dan la talla.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Pudo verse en Aragonia-

lunes, 11 de junio de 2018

Caras y lugares (2017)*****

Dir: Agnès Varda y JR

Estamos ante la exitosa y sorprendete colaboración entre la veterana directora Agnès Varda (nacida en Bruselas en 1928) y el artista gráfico urbano y fotógrafo JR (Jean René, nacido en París en 1983), un joven francés conocido por sus impactantes obras visuales que consisten en enormes intervenciones gráficas en calles y tejados de diversas ciudades de todo el mundo. 

Agnès Varda es una joven (no deben tener en cuenta su fecha de nacimiento) y clarividente realizadora, con más de cincuenta trabajos. Empezó a destacar en los años sesenta. Hasta cierto punto vinculada a la Nouvelle vague, pronto llamó la atención por una mirada fresca y sin prejuicios, en títulos como Cleo de 5 a 7 (1962) o La felicidad (1965). Demostró que el cine podía y debía ser mucho más que una estructura ficcional pensada para entretener con historias más o menos banales. Se mantiene siempre en un punto de creatividad y originalidad, pero sin ser fatua o engolada. En 1985 realiza la impactante Sin techo ni ley (magnífica la interpretación de Sandrine Bonnaire), que demuestra la necesidad de un cine que también debe estar al tanto de cuestiones sociales, o del papel de la mujer en la "avanzada" sociedad moderna; Varda, siempre en la vanguardia de la creación. Con Jacquot de Nantes (1991) y L´Univers de Jacques Demy (1995), desde la ficción y el documental, respectivamente, rinde su personal y sentido homenaje al cineasta Jacques Demy (1931-1990), que fue su pareja. Comenzará el siglo XXI con Los espigadores y la espigadora (2000), el inicio de una experiencia fílmica de resultados brillantes. Con su habitual desparpajo se pone en camino, cámara en ristre, por los caminos de Francia y recolecta imágenes, casi al azar, luego, el resultado es un ejercicio de reflexión sobre su vida y sobre el oficio de cineasta, construyendo una espléndida película-ensayo,que no deja a nadie indeferente por su frescura y claridad de ideas. Esta rica experiencia tiene continuidad en Dos años después (Los espigadores y la espigadora 2) (2002), Las plages d´Agnès (2008) y en esta reciente colaboración con JR, titulada originalmente Visages Villages.



  
Apoyándose en las fotografías de Roberto De Angelis, Claire Duguet, Julia Fabry, Nicolas Guicheteau, Romain Le Bonniec, Raphaël Minnesota y Valentin Vignet, Varda y JR escudriñan Francia, sus lugares, sus gentes y de un modo claro y pertinente dialogan e intervinen en la cotidianidad de algunas zonas rurales, de las industrias y sus trabajadores. El concepto de creación artística adquiere todo su valor en la mirada de una joven directora que ahora casi ha llegado a los 100 años y que resulta más innovadora que cualquiera de las miradas de otros realizadores más ¿jóvenes? Yo diría que incluso está muy por encima del interesante (pero casi siempre engolado y algo despreciable...) Jean-Luc Godard, con  el que Varda, tiene una larga relación y una anécdota, en este film, que no puedo revelar...




Visages Villages extrae su fuerza del poder interno de los rostros y los lugares que no suelen ser los protagonistas habituales, extrae su fuerza de la sencillez y de la verdad que persiguen con recursos artísticos Agnès Varda y JR. 




Esta película demuestra que el cine como expresión artística no está muerto y que persiste, floreciendo  en los lugares más inesperados, sólo hay que saber mirar...

Roberto Sánchez

-Aragonia-