martes, 24 de noviembre de 2020

Adam (2019)***

 Dir: Maryam Touzani

Int: Lubna Azabal, Nisrin Erradi, Douae Belkhaouda, Aziz Hattab, Hasna Tamtaoui




Abla (Lubna Azabal) regenta una humilde pastelería en su propia vivienda de Casablanca, donde vive sola con Warda (Douae Belkhaouda), su hija de 8 años. Su rutina, dictada por el trabajo y las labores domésticas, se ve un día interrumpida cuando alguien llama a su puerta. Se trata de Samia (Nisrin Erradi), una joven embarazada que busca empleo y techo. A la pequeña le atrae la recién llegada desde el primer momento, pero la madre se opone inicialmente a acoger a la extraña en su casa. Poco a poco, sin embargo, la determinación de Abla va cediendo y la llegada de Samia les abre a las tres la posibilidad de una nueva vida.



La realizadora marroquí Maryam Touzani, en su segundo largometraje, ha hecho una valiente y decidida incursión en el universo femenino del mundo musulmán. Destacan las interpretaciones de las tres protagonistas. Lubna Azabal (nacida en Bruselas en 1973, de orígenes hispano marroquíes), es una de las más competentes actrices europeas, brillante en Lejos (2001) de André Techiné, Exils (2004) de Tony Gatliff, Paradise Now (2005) de Hany Abu-Assad, Strangers (2007) de Guy Nattiv y Erez Tadmor, Red de mentiras (2008) de Ridley Scott, Incendios (2010) de Denis Villeneuve, Coriolanus (2011) de Ralph Fiennes, o en la estupenda serie La chica del tambor (2018), dirigida por Chan-wook Park; una actriz competente y "todo terreno".



 
Nisrin Erradi, nacida en Marruecos en 1989, tiene una trayectoria más corta pero está igualmente brillante y sutil asumiendo a Samia y sus problemas. Desde Jnah l'hwa (Love in the Medina, 2011) de Abdelhai Laraki, a Les portes du ciel (2019) de Mourad El Khaoudi ha intervenido en unos cuantos cortometrajes y largos.



La joven Douae Belkhaouda, empieza en el cine con esta película, pero su naturalidad y simpatía han sido muy bien aprovechados por Maryam Touzani, y creo que este equipo compuesto por muchas mujeres como las actrices protagonistas ya citadas, la directora y guionista Maryam Touzani, la fotógrafa Virginie Surdej (que firma junto a Adil Ayoub) o la editora Julie Naas, ha contribuido a dotar a la película de una mirada especialmente comprensiva con la situación que viven estas mujeres enfrentadas a la maternidad y la supervivencia en un medio que suele ser poco comprensivo con sus circustancias. 

Touzani y su equipo han sido capaces de transmitirnos a todos, con pasión, frescura y eficacia, las vidas de unas mujeres en el contexto de la cultura musulmana, con objetividad y sin maniqueísmos, o al menos eso me ha parecido a mi...

Roberto Sánchez.

Mank (2020)****

Dir: David Fincher

Int: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Arliss Howard, Charles Dance, Tom Burke, Lily Collins, Tuppence Middleton, Tom Pelphrey, Ferdinand Kingsley, Jamie McShane, Joseph Cross, Sam Troughton, Toby Leonard Moore, Leven Rambin, Madison West, Adam Shapiro, Monika Gossmann, Paul Fox, Jessie Cohen, Amie Farrell, Alex Leontev, Stewart Skelton, Craig Robert Young, Derek Petropolis, Jaclyn Bethany, Arlo Mertz.



Biopic sobre Herman J. Mankiewicz (1897–1953), guionista de Ciudadano Kane, que repasa el proceso de rodaje de la obra maestra de Orson Welles, estrenada en 1941. La película toma como base un guion escrito por Jack Fincher, padre de David Fincher, antes de morir en 2003. Jack nunca destacó como guionista, pero sí fue un considerado escritor y ensayista. 

Esta película, además de enseñarnos quien era Mank y cómo se gestó su Ciudadano Kane (el de Welles), es un sentido homenaje a la indudable habilidad de Fincher padre como dialoguista, característica compartida con el mayor de los Mankiewicz y recuerden que Joseph L., el menor, dirigió algunas obras maestras como Carta a tres esposas (1949), Eva al desnudo (1950) o Cleopatra (1963).



Herman J. Mankiewicz o Mank, si prefieren llamarlo así, fue un reputado guionista al servicio de Hollywood en activo desde 1926 y cuyos escritos (guiones, intertítulos de las películas silentes, adaptaciones e historias) han sido el fundamento de más de 90 títulos hasta la actualidad. En muchos casos fue la pieza clave de los equipos de guionistas que trabajaban en las poderosas factorías de sueños de la etapa dorada de Hollywood. 



Destacan, todavía dentro del periodo silente, La sangre manda (The Road to Mandalay, 1926) de Tod Browning (con Browning y Joseph Farnham), La reina de la moda (1927) de Dorothy Arzner (con Jules Furthman y Percy Heath, adaptando la obra teatral de Paul Armmond y Leopold Marchand), La ciudad del mal (The City Gone Wild, 1927) de James Cruze (con Jules y Charles Furthman), Joaquín Murrieta (The Gay Defender, 1927) de Gregory La Cava (títulos), La última orden (1928) de Joseph von Sternberg (una historia de Lajos Biró y Joseph von Sternberg), Avalancha (1928) de Otto Brower (adaptando a Zane Grey); y ya incluyendo sonido con El hombre que yo amo (1929) de William A. Wellman, Cena a las ocho (1933) de George Cukor (con Frances Marion), En este mundo traidor (It's a Wonderful World, 1939) de  W.S. Van Dyke (historia de Ben Hetch), El orgullo de los Yanquis (1942) de Sam Wood (con Jo Swerling), Luz en el alma (Christmas Holiday, 1944) de Robert Siodmak (adapta la novela de  W. Somerset Maugham), Los piratas del mar Caribe (The Spanish Main, 1945) de Frank Borzage (con George Worthing Yates), Un secreto de mujer (1949) de Nicholas Ray (adapta la novela de Vicki Baum); y a veces sabemos que fue decisivo su papel, aunque no figurara en los créditos finales, como en San Francisco (1936) de W. S. Van Dyke o El mago de Oz (1939) de Victor Fleming (George Cukor y King Vidor).



Fincher nos permite, de la mano de Mank (Gary Oldman), meternos en los Estudios de la Metro, conocer cómo eran y actuaban Louis B. Mayer (Arliss Howard), Irving Thalberg (Ferdinand Kingsley), David O. Selznick (Toby Leonard Moore), Orson Welles (Tom Burke), Marion Davis (Amanda Seyfried), William Randolph Hearst (Charles Dance), o su hermano Joseph L. Mankiewicz (Tom Pelphrey).


David Fincher rueda en un luminoso blanco y negro, con dirección de foto de Erik Messerschmidt, rastreando con habilidad 
todos aquellos escenarios y situaciones que seguramente inspiraron a Mank y contribuyeron a construir la espléndida historia del Ciudadano Kane / William Randolph Hearst. Mank es mostrado como alguien muy cercano a Hearst y a su "protegida" Marion Davies. La relación con su esposa Sara (Tuppence Middleton), con su hermano Joseph, con los otros guionistas y escritores de los estudios, con los magnates de la industria, mediante unos diálogos chispeantes y sólidos, quizás de los mejores del Hollywood reciente, nos permiten entender su situación de alcohólico autodestructivo pero que da su "do de pecho" en la que resultó ser, con la intervención de Welles, una de las obras cinematográficas más importantes de la historia del cine.




Hay momentos brillantes en las que Mank, el guionista, el inventor de historias, comienza, en la doble ficción que plantea este film a comparar/se con Don Quijote, con Cervantes y a ver en Marion Davis a una especial Dulcinea. Sabemos bien que Welles tenía cierta obsesión con la obra de Cervantes y que no pudo culminarla, dejando un Quijote sin terminar, que no pudimos ver hasta 1992, en un montaje y reconstrucción de Jesús Franco. 

Es posible que esta película solo entusiasme a los más cinéfilos, es posible que a pesar de partir como una de las grandes favoritos en la carrera de los Óscars no gane ninguno, pero a esos (a los cinéfilos) les entusiasmará sumergirse en un viaje en el tiempo en el que descubrir algunas de las claves de Citizen Kane, quizás la mejor de la historia de un arte que con realizadores como David Fincher, el director de algunas películas ya míticas del nuevo Hollywood como Seven (1995), El club de la lucha (1999) o Zodiac (2007) quiere seguir vinculado al vértigo de la creación más pura, en un complejo equilibrio entre lo comercial y el arte... 

Roberto Sánchez

sábado, 7 de noviembre de 2020

La voz humana (2020)***

 Dir: Pedro Almodóvar

Int: Tilda Swinton


Una mujer pasa el tiempo mirando las maletas de su ex-amante, que la ha abandonado para contraer matrimonio con otra mujer. Durante tres días, la mujer sólo ha salido a la calle una vez: para comprar un hacha y una lata de gasolina. Adaptación libre, pero muy respetuosa, del monólogo teatral homónimo de Jean Cocteau. 

¿Por qué Almodóvar escoge esta obra para realizar su primera película en inglés?


Jean Cocteau (1889–1963) fue poeta, novelista, dramaturgo, pintor, ocultista, diseñador, crítico y cineasta. 
Este francés fue una de las figuras claves para entender las vanguardias artísticas y su desarrollo en todos los campos de expresión. En el cine, dirigió unas cuantas películas que dieron muestras de cómo el surrealismo podía también transformarse en celuloide: La sangre de un poeta (1930), La bella y la bestia (1946), El águila de dos cabezas (1948), Los padres terribles (1948), Orfeo (1950), Coriolan (1950), 8 X 8: A Chess Sonata in 8 Movements (1955), o El testamento de Orfeo (1960). Todas ponen de manifiesto que este polifacético creador encontró en el cine un medio adecuado a sus necesidades expresivas; aunque nunca abandonara la escritura de novelas, teatro, libretos operísticos, la pintura y el dibujo; y siempre comandadas por el alma de un poeta. 



Quizás esa sea una de las razones de Almodóvar para experimentar en este trabajo que parece equidistante entre las soluciones teatrales y las cinematográficas; apostando por una puesta en escena que recuerda también a Bertolt Brecht o más directamente al film Dogville (2003) del danés Lars von Trier. 



La voz humana (cuyo título original en francés es La Voix humaine) es una obra de teatro de 1930  y una ópera ("tragedia lírica"), de 1958, en un acto para un solo personaje, con música de Francis Poulenc y libreto escrito por el mismo Cocteau. Ya había sido convertida en cine en Voce umana (2014) del suizo Edoardo Ponti, otro cortometraje, en este caso protagonizado por Sophia Loren. Antes, en 1966, The Human Voice, una producción televisiva dirigida por Ted Kotcheff, dio la oportunidad de lucirse en este apasionante monólogo a Ingrid Bergman.



Seguramente, trabajar con Tilda Swinton fue otra de las motivaciones. Esta actriz inglesa, de aspecto andrógino, y brillantes cualidades interpretativas podía afrontar con éxito a este personaje, quizás un alter ego del propio Cocteau..., con el que Pedro Almodóvar también sienta cierta identificación como creador. No estoy seguro de que quisiera construir un largometraje, pero lo cierto es que los tiempos de la COVID le han podido motivar a dejar esta interpretación de la obra de Cocteau en media hora. 

La carrera en el cine de Pedro Almodóvar se inició con una serie de 13 cortometrajes, que va de Dos putas, o historia de amor que termina en boda (1974) a Salomé (1978), más adelante realizó dos metrajes cortos mejor o peor encajados en otras historias largas, como la secuencia onírica con Fele Martínez y Paz Vega (en blanco y negro) de Hable con ella (2002) o la titulada La concejala antropófaga (2009), un spin off del largo Los abrazos rotos (2009), y que también es un monólogo, en este caso de Carmen Machi.



Lo más valioso de la visión de Almodóvar de la obra de Cocteau es otorgar a la mujer la capacidad para superar su amor pasional, y dar pasos importantes para ir más allá de la dependencia, del enganche, a un sentimiento que podría suponer su autodestrucción. 



Que se exhiba en las salas de cine de forma independiente, es todo un capricho que sólo puede permitirse un realizador con el prestigio de Pedro Almodóvar. El formato corto permite experimentar, probar formas que no le son habituales y el resultado, sin apasionar, logra crear un estilo híbrido (teatro-cine), capaz de mostrar y sugerir mediante el expresivo tratamiento del color a cargo del maestro José Luis Alcaine, la ajustada banda sonora de Alberto Iglesias, la soberbia interpretación de Tilda Swinton, y la sobria puesta en escena de Almodóvar, dan como resultado una película (corta) más que recomendable.

Roberto Sánchez