viernes, 25 de marzo de 2022

Código Emperador (2022)***

 Dir: Jorge Coira

Int: Luis Tosar, Alexandra Masangkay, Georgina Amorós, Denis Gómez, Miguel Rellán, Laura Domínguez, María Botto, Fran Lareu, Arón Piper, Juan Carlos Vellido, Santi Prego, Erik Novák, Patirke Mendiguren.


Jorge Coira es un director gallego, nacido en 1971, que lleva en activo desde 1994, año en el realizó 
As xoias da señora Bianconero, su primer cortometraje. Después, no ha parado, más cortometrajes, algunos largometrajes y la participación en diversos cometidos (casi siempre como creador y director) en unas cuantas series de éxito. Si tuviera que destacar alguno de sus trabajos previos (como director y creador), citaría 18 comidas (2010), en la que ya participó el actor Luis Tosar, cuando todavía no era tan conocido; y la serie Hierro (2019-2021).


Ahora dirige un guion de Jorge Guerricaechevarría, que parece imprescindible en cualquier thriller 
hispano de calidad. La historia narrada tiene como ejes principales, las actividades de Juan (Luis Tosar) que trabaja para los servicios secretos. Para tener acceso al chalet de una pareja implicada en el tráfico de armas se acerca a Wendy (Alexandra Masangkay), la asistenta filipina que vive en la casa y establece con ella una relación que se irá volviendo cada vez mas compleja. En paralelo, Juan realiza otros trabajos “no oficiales” para proteger los intereses de las élites más poderosas del país, que ahora han puesto sus ojos en Ángel González (Denis Gómez), un político aparentemente anodino cuyos trapos sucios deberá buscar o “inventar”.


Mostrar "los trapos sucios", "la cara oculta" de este tipo de servicios "secretos" que también se 
financian con dinero público y que parece que, en ocasiones, sólo están al servicio de grupos de poder locales, muy cercanos en su modo de actuar al estilo de la más tradicional de las mafias, viene siendo habitual en el género negro cinematográfico (y literario) desde siempre y en casi todos los países. 


Los modelos más conocidos son anglosajones, y el trabajo de Jorge Guerricaechevarría, al guion, y de 
Jorge Coira, en la dirección, consiste en adaptar al caso español las circunstancias particulares de estas malas prácticas en el manejo del poder.


El largometraje funciona sobre todo por el sólido trabajo de los actores. Destacan los personajes 
carismáticos de Juan (Luis Tosar), el eficiente agente para todo que terminará por enfrentarse al "poder", y lo hará, en una línea arquetípica del género, por amor; y Galán (Miguel Rellán), el hipócrita y displicente militar al mando de los servicios secretos.


Otro reciente thriller español que daría que hablar, si no fuera por la fuerte crisis que tiene la 
exhibición cinematográfica y sobre todo cuando aparecen en cartel las producciones españolas. 

Tardaremos en recuperar el pulso y que el público esté dispuesto a volver al mejor lugar para ver cine que son las salas. Les aseguro que esta película española no desmerece en ningún aspecto a cualquier producción norteamericana del género. Hay que volver a los cines y darle preferencia a los productos españoles. Por una vez, seamos "chovinistas"...

Roberto Sánchez




Un héroe (2021)***

 Dir: Asghar Farhadi

Int: Amir Jadidi, Abolfazl Ebrahimi, Mohsen Tanabandeh, Sarina Farhadi, Fereshteh 

Sadrorafaei.



De héroe a villano solo hay un paso 

La cinematografía iraní ha mostrado su calidad en los últimos años, pese a su falta de libertad, gracias a directores como Jafar Panahi o Asghar Farhadi. Directores cuyo mérito artístico es aún mayor debido a la persecución y prohibiciones del régimen islámico iraní. 

En Un héroe (Ghahreman), Asghar Farhadi nos narra la historia de Rahim, que tuvo que ingresar en prisión debido a una deuda que no ha podido pagar. Durante un permiso de dos días en el que visita a su familia encuentra un bolso que contiene unas monedas de oro y decide buscar a su propietaria para devolverlo. Al mismo tiempo, intenta convencer a su acreedor para que retire la denuncia pagando una parte de su deuda. Todo se complicará creando una espiral mediática de la que a Rahim le será imposible escapar.


Farhadi, con su habilidad narrativa habitual (también es guionista) y un planteamiento 
escenográfico bastante teatral, expone aquí de nuevo sus temas fundamentales: los conflictos familiares y morales personales en el marco de una sociedad compleja como es la iraní, con unas normas muy influidas por la religión y un sistema penal severo. 

A medio camino entre el thriller policíaco y el drama social, narra con fluidez y brillantez apoyado por la calidad de los actores y actrices del filme (estupendos Amir Jadidi, Abolfazl Ebrahimi, Mohsen Tanabandeh y Sarina Farhad), que le aportan una gran veracidad. 

Farhadi, con su cámara, juega con el espectador como quiere, con giros y situaciones que transforman al protagonista con una amplia gama de registros que lo muestran desde el arquetipo del héroe encumbrado por los medios de comunicación hasta el villano más reprobable. En este sentido, la crítica a los medios de comunicación y su poder para entronizar y derribar a las personas es bastante evidente, al igual que al sistema iraní, aunque esto con más sutilidad por los problemas personales que esto le podría acarrear. 

El bolso de marras se convierte en un hábil “macguffin” que Farhadi utiliza para crear tensión y suspense en la trama, metiendo al espectador de lleno en una historia perfectamete real, de la que él mismo podría ser también la víctima.


Un héroe no es, para mí, el mejor filme de Asghar Farhadi, director mundialmente reconocido desde que ganó el Oscar, el Oso de Oro y el César francés a la mejor película en Hollywwod, Berlín y París, respectivamente, por Nader y Simin, una separación (2011). Para mí, la ya citada de hace una década y sus dos trabajos posteriores: El pasado (2013) y El viajante (2016), me parecen verdaderas obras maestras, de una profundidad y calidad sobresalientes. Por eso, el cine de Asghar Farhadi es tan interesante y siempre mueve a la reflexión del espectador, facilitando que se haga preguntas y busque en su interior respuestas... Un cine inteligente que, con una economía de medios materiales evidente, está dotado, al mismo tiempo, de una sobriedad que resulta muy eficiente. 

La cinematografía iraní, muchas veces relegada a públicos minoritarios (festivales, muestras, etc...), merece una mayor atención y difusión. Deberían atreverse a conocerla y disfrutarla. Su valentía para crear en un país donde se persigue y se sanciona a la cultura es un plus que hace de cineastas como Jafar Panahi, Majid Majidi, las directoras Marjane Satrapi y Samira Makhmalbaf o el propio Farhadi, auténticos héroes. Ellos, sí lo son.

GONZALO J. GONZALVO

lunes, 21 de marzo de 2022

La peor persona del mundo (2021)****

 Dir: Joachim Trier

Int: Renate Reinsve, Anders Danielsen Lie, Herbert Nordrum, Silje Storstein, Maria Grazia Di Meo, Hans Olav Brenner, Marianne Krogh, Vidar Sandem, Sofia Schandy Bloch, Anna Dworak, Eia Skjønsberg, Thea Stabell, Mina Elise, Friesl-Stavdal, August Wilhelm Méd Brenner, Lasse Gretland, Deniz Kaya, Karla Nitteberg Aspelin, Savannah Schei, Tumi Løvik Jakobson, Helene Bjørnebye, Karen Røise Kielland.




Un lúcido retrato de la generación milennial

Joachim Trier (no confundir con Lars Von Trier), dirigió Oslo, 31 de agosto allá por 2011, filme que también protagonizó Anders Danielsen Lie. En 2015, con Londer than bombs (El amor es más fuerte que las bombas), Trier sigue profundizando en la complejidad de las relaciones sentimentales y familiares. Con Thelma (2017), siguió incidiendo en dichos temas, con el telón de fondo de una relación lésbica, daba protagonismo al “amour fou” y a la fatalidad en las relaciones.

La peor persona del mundo (2021) supone el remate de lo que sería un amplio ensayo de Joachim Trier sobre las relaciones sentimentales y afectivas, completando además una trilogía iniciada por Reprise (2006), la ya citada Oslo, 31 de Agosto (2011) y este último estreno. 


En La peor persona del mundo, el director y cineasta noruego nos presenta a Julie (una extraordinaria Renata 
Reinsve), una mujer que va a entrar en la treintena con su vida hecha un cúmulo de indefiniciones, un verdadero lío. Julie no tiene claro a qué dedicarse, y transita por la vida imbuida de un entusiasmo temporal que la lleva a cambiar de estudios y de trabajos con frecuencia, inmersa en una estabilidad también en cuanto a sus relaciones de pareja con los hombres. 

Julie deja a su novio, un reconocido dibujante de cómic mayor que ella con el que llevaba tiempo, y con ello abandona una estabilidad que, en sus sucesivas y nuevas relaciones, se tornará ya en algo inalcanzable. La peor persona del mundo nos muestra al personaje protagonista con un planteamiento naturalista, casi “entomológico” de las miserias, filias y adicciones de este ser humano femenino, componiendo un lúcido y brillante retrato de la denominada generación “milennial” (los individuos que, hoy día, tienen entre 25 y 40 años de edad). Una generación de hombres y mujeres, nativos digitales, acostumbrados a la inmediatez proporcionada por el “Dios Google” y que, pese a tener en general una buena preparación académica, viven inmersos en una permanente frustración derivada de ese ansia adictiva de satisfacción inmediata que, trasladada a objetivos vitales y profesionales, les genera, al parecer, una insatisfacción vital perpetua.


Por suerte o por desgracia, los nacidos en la década de los sesenta del pasado siglo XX (muchos de ellos, padres y 
madres de los actuales "milennials!) hemos conocido un mundo mucho menos digital y virtual y, por ende, mucho más real y tangible que el de estos nativos digitales. Quizá por ello, y también por haber vivido décadas con menores opciones de consumo y lujos, estamos hechos a una vida más austera que hemos visto evolucionar de un modo mucho más lento. Una vida en la que las metas y objetivos a alcanzar eran similares a los que, con titánicos esfuerzos, habían logrado nuestros padres. La vida digital, por el contrario (y ya no digamos nuevos paraísos vitales artificiales y de negocio como el famoso “Metaverso”, más próximo que nunca a “Matrix”) se aleja, cada vez más, de una realidad que, en lo sustancial, sigue siendo el mismo terreno de juego en el que el ser humano ha desarrollado siempre su instinto de supervivencia para alcanzar una zona de confort y estabilidad vital, dejando su semilla o ADN para perpetuar su descendencia como especie en el planeta. Todo este proceso natural de adaptación del ser humano a la vida, se ve cada vez más perturbado por una vida digital y virtual artificiosa que aísla y aleja cada vez más al hombre de la naturaleza como especie.


Filosóficamente, el filme de Trier deja abiertos todos estos caminos de reflexión, sin juzgar moralmente a los 
personajes, caminos de reflexión y análisis que serán diferentes a los ojos y vivencias de las distintas generaciones que visionen el filme, quedando también el final, abierto e indefinido en cuanto al futuro de Julie, que ve pasar la vida de los demás mientras trabaja como fotógrafa con su mirada fusionada con la lente de su cámara. 

Nominada al mejor guion original (escrito al alimón por Joachim Trier y Eskil Vogt) en los ya muy próximos Oscar 2022 (se otorgarán los galardones este 27 de marzo), así como a Mejor Película en Cannes 2021 (donde Renata Reinsve ganó el premio a la Mejor Actriz), amén de otras muchas nominaciones y premios en los Bafta y Premios del Cine Europeo, La peor persona del mundo es un filme que invita a pensar sobre temas vitales universales como “el compromiso”, “la pareja”, “el triunfo social”, etc., con una óptica actual, a través de la inquietante mirada de una Renata Reinsve sobre la que recae, prácticamente, todo el peso de la película.


Como reza la letra de “Cambalache”, el viejo y sabio tango de Julio Sosa: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo 
sé. En el 510...y en el 2000 también. Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos...Contentos y amargaos... 

Pues eso mismo...

GONZALO J. GONZALVO