lunes, 27 de junio de 2016

Dos buenos tipos (The Nice Guys, 2016)***

Dir: Shane Black
Int: Ryan Gosling, Russell Crowe, Matt Bomer, Kim Basinger, Yvonne Zima, Keith David, Margaret Qualley, Beau Knapp, Angourie Rice, Daisy Tahan, Abbie Dunn, Michael Beasley, Joanne Spracklen, Dale Ritchey, Terence Rosemore, Chace Beck, Kahallyn Summer Cain, Cayla Brady, Murielle Telio, Lexi Johnson, Gary Wolf, Maddie Compton, Michelle Rivera, Joshua Hoover, Charles Green, Scott Ledbetter, Amy Goddard, Brian Gonzalez, Ty Simpkins




El bueno y guapo, y el malo

Ryan Gosling, perfecto en el papel de conductor especialista en Drive (Nicolas Winding Refn) da vida aquí a Holland March, un detective privado patético y perdedor que se topará en su camino vital con Jackson Healy (Russell Crowe), un matón a sueldo que realiza “trabajitos” a domicilio con la ayuda de su inseparable puño americano. Crowe, que destacó a comienzos de su carrera como un poli duro y camorrista en L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997), recupera en parte ese papel pero adaptándolo al género de la comedia y con bastantes más años y kilos en su corpachón. Así que, al más puro estilo del  “poli bueno” y el “poli malo” (en este caso, detective bueno y matón no tan malo y con un humor socarrón), Holland y Jackson (Gosling y Crowe) unirán sus fuerzas y dotes “deductivas” para intentar resolver el caso de una joven desaparecida que también es buscada por unos sicarios que desean eliminarla. 

A caballo entre el thriller y la comedia al más puro estilo ochentero (aunque ambientada en los años setenta) como en Superdetective en Hollywood (Martin Brest, 1984) o Ciudad muy caliente (Richard Benjamin, 1984), o la ya mítica saga de Arma Letal. Dos buenos tipos se disfruta con agrado. Alternando la acción trepidante con momentos hilarantes de comedia clásica, Crowe y Gosling muestran buenas tablas y una química que funciona a la perfección, logrando que nos metamos en la historia y asistamos a las peripecias de esta “extraña” pareja. 

Shane Black, que tiene anunciado para 2018 el expectante estreno de la secuela de Predator (1987), y que dirigió con buen pulso Iron Man 3, se estrenó en el largometraje con otro thriller con toques de comedia en 2005 titulado Kiss, Kiss, Bang, Bang (homenaje al filme homónimo de 1966 de Duccio Tesari). 

La buena ambientación de los años setenta, bien plasmada tanto a nivel estético como musical (con una buena banda sonora que recupera temas míticos envueltos por la composición de David Buckley y John Ottman) termina de redondear una película que, me temo, podría convertirse en una nueva y rentable franquicia o tener al menos (como ya ocurrió con Superdetective en Hollywood) una o dos secuelas más. Todo dependerá de los resultados en taquilla (especialmente en USA), teniendo en cuenta los 50 millones de dólares que ha costado y que, actualmente, entre EEUU y resto del mundo lleva recaudados 55. 

En definitiva, Dos buenos tipos es un filme para pasar una tarde divertida, con un par de buenos actores que se compaginan bien. Acción y risas aseguradas y además bien fresquito mientras, ahí fuera, el calor ya acecha.

Gonzalo J. Gonzalvo.

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

miércoles, 15 de junio de 2016

Espías desde el cielo (Eye in the Sky, 2016)***

Dir: Gavin Hood

Int: Helen Mirren, Alan Rickman, Aaron Paul, Barkhad Abdi, Iain Glen, Phoebe Fox, Carl Beukes, Richard McCabe, Tyrone Keogh, Babou Ceesay, James Alexander, Lex King, Daniel Fox, John Heffernan, Luke Tyler, Jeremy Northam.


Los ojos que todo lo ven: la guerra silenciosa.

Eye in the Sky, título original que rinde homenaje al homónimo temazo musical de Alan Parsons Project (magnífico grupo que, hoy día, será desconocido para muchos) es el último film de Gavin Hood, director que comienza en el largometraje en 1999 con Luchar por sobrevivir (A Reasonable Man), film que le supuso varios premios internacionales. Más conocido por trabajos como X Men orígenes. Lobezno (2009), o la más reciente El juego de Ender (2013), nos entrega ahora esta Espías desde el cielo (2015). En ella, Katherine Powell, una coronel del ejército de los Estados Unidos experta en lucha anti terroristas (encarnada por Helen Mirren), dirige a distancia una operación de alto secreto para eliminar a unos objetivos islamistas radicales en Kenia. 
La estrategia militar se verá enfrentada a la burocracia y a los altos cargos políticos para garantizar la "legalidad” de dicha acción. Pero a toda esta complejidad (la operación requiere de drones de alto nivel manejados y coordinados desde distintos lugares), se le unirá un elemento inesperado: una niña keniata que decide colocar su puesto de venta de pan en un lugar que ha dejado de ser seguro. 



Con la tecnología de moda de los drones (inicialmente creada para fines militares) y, ahora, aplicada a muchas otras finalidades, como las agrícolas o el puro ocio, Espías desde el cielo se constituye (o se arma, nunca mejor dicho) en un thriller bélico que utiliza el suspense como herramienta fundamental. Mientras el secretario de Estado de exteriores, el fiscal jefe y otros altos funcionarios se predisponen a visionar y comentar cómodamente desde sus despachos el desarrollo de la misión (incluso en albornoz, en un hotel de un destino exótico, uno de ellos), un aparato militar de alta tecnología ubicado también en distintos escenarios a distancia, lejos del enemigo real, se dispone a ejecutar la misión perfectamente coordinados por la coronel Powell (una espléndida, como siempre, Helen Mirren). 

El filme de Gavin Hood mantiene en tensión al espectador de principio a fin, apoyado por un eficaz guión de Guy Hibbert y por una planificación visual impecable que pasa de un lugar a otro para introducir al espectador, literalmente, dentro de los escenarios donde se desarrolla la acción. La cámara  "objetiva" de los drones, en un inteligente juego, pasa a ser "subjetiva", como si fuesen unos actores más, convirtiéndose en los ojos cómplices del espectador. 

Temas como la “legitimidad” de las guerras y sus ataques, los llamados “daños colaterales” (víctimas inocentes) o el conflicto entre las decisiones puramente militares y las políticas, salen a colación dentro de esta historia en la que la gran actriz Helen Mirren ((Oscar por The Queen, 2006, Stephen Frears), a la que hemos podido ver recientemente en Trumbo (2015, Jay Roach, véase crítica en esta misma página web) se lleva el gato al agua con su carisma y perfección interpretativa, encarnando a esta dura y profesional coronel del ejército de  los Estados Unidos.  

En definitiva, Espías desde el cielo es un retrato diferente  de un nuevo tipo de guerra de alta tecnología (aunque guerra al fin y al cabo) en la que, al final, “matar o no matar” sigue siendo el principal dilema ético. 
Una forma de matar, la de la guerra del siglo XXI y venideros, cada vez más aséptica, controlada  desde pantallas de plasma y ordenadores. Eso sí, hay una cosa que nunca cambia: las víctimas civiles e inocentes cuya única maldad, sean hombres, mujeres, ancianos o niños, es tener que sobrevivir en infernales zonas de conflicto altamente candentes y peligrosas. 

Y es que los muertos, aunque quieran, nunca pueden protestar.

Gonzalo J. Gonzalvo

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox-

viernes, 10 de junio de 2016

Kiki, el amor se hace (2016)***

Dir: Paco León
Int: Paco León, Ana Katz, Belén Cuesta, Natalia de Molina, Álex García, Candela Peña, Luis Callejo, Luis Bermejo, Mari Paz Sayago, Alexandra Jiménez, David Mora, Maite Sandoval, Blanca Apilánez, Rea Gutiérrez, Yaël Belicha, Fernando Soto, Josele Román, Sergio Torrico

Lo importante es gozar, el cómo es lo de menos

Estamos ante el tercer largometraje del actor, y también director, Paco León, que hizo su debut en la dirección con una película protagonizada por su madre, Carmina o revienta, y su continuación Carmina y amén, éxitos inesperados...


Con curiosas parafilias sexuales como hilo conductor, en Kiki, el amor se hace (título a mi entender poco afortunado y bastante pobre), se entrelazan varias historias de amor y sexo en un cálido verano de la capital de España.

 Personas que se sienten atraídas por los tejidos (en  concreto aquí por la seda), por las personas que duermen (somnofilia), etc. Atracciones que responden a términos lingüísticos extraños y poco conocidos, como: elifilia, dacrifilia o harpaxofilia que nos despiertan otra filia, la de consultar con avidez el diccionario y buscarlas todas al llegar a casa. 

El amor, y especialmente el sexo, no tienen reglas. Está claro que lo que para una persona o pareja es completamente normal (fetichismo, asado, escatologia, etcétera..), para otro puede ser una aberración que jamás practicaría. Para gustos hay colores y en el amor, como en la guerra, todo vale. 

Kiki (título, como ya he dicho muy mejorable) se nutre de un buen plantel de actores y actrices españolas destacando entre ellas, la siempre resolutiva Candela Peña, Belén Cuesta, Natalia de Molina o Ana Katz. Paco León (actor aquí además de director), construye una comedia que funciona, alternando algunos elementos dramáticos y apoyándose en las buenas interpretaciones y en un elemento que hacen que no sea una comedia española más y que la hace destacar del resto: la inteligente introducción de todas esas filias sexuales que se narran y muestran con una naturalidad y gracia que las hace rápidamente asimilables por un público ávido y curioso. La sexualidad es algo que implica a todo el mundo y a toda la sociedad, y a pesar de la ingente información que puede encontrarse por todos los cauces, sigue siendo un tema tabú por su extensión, variedad y riqueza; pero también por su profundo desconocimiento en una sociedad que, paradójicamente, se halla completamente sexualizada a nivel de medios de comunicación, publicidad, estética y moda en lo referente al cuerpo y a su obsesivo culto.



Kiki desdramatiza y despierta la sonrisa y, en ocasiones, también la risa, actuando como un bálsamo y un relajante que alivia la tensión y el estrés de la vida diaria. Uno sale a gusto y distendido de la sala, como si le hubiesen aplicado un relajante muscular. Parece ser que esa era la finalidad que Paco León se había propuesto y lo consigue. Cualquiera diría que ha echado un "kiki" cinematográfico al público asistente, pues muchos y muchas salen de la proyección con la expresión de haber tenido un reciente orgasmo.

Gonzalo J. Gonzalvo



-Aragonia, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

sábado, 4 de junio de 2016

Acantilado (2016)*

Dir: Helena Taberna
Int: Daniel Grao, Juana Acosta, Goya Toledo, Jon Kortajarena, Ingrid García Jonsson, Ana Gracia.


Este guión de Helena Taberna, Natxo López y Andrés Martorell, se inspira en El contenido del silencio, una novela de Lucía Etxebarría, publicada en 2011. El punto de partida básico del libro (las sectas y su funcionamiento) sigue estando presente en la película de Helena Taberna y ya no sé hasta que punto la idea de construir un thriller, ya que no he leído el libro. 

En todo caso, el tratamiento de la sexualidad, y algunas situaciones son fácilmente identificables con las constantes temáticas de esta escritora de orígenes vascos (aunque nacida en Valencia) que ha participado directamente en el cine como guionista (Sobreviviré, de 1999) o cuyos textos han sido adaptados en más de una ocasión (Amor, curiosidad, prozak y dudas, de 2001). 

La directora navarra Helena Taberna ha tenido una trayectoria no demasiado brillante en los aspectos formales, pero sólida en la elección de temas controvertidos, y siempre con un gran cuidado en el tratamiento de sus personajes como demuestran: Yoyes (2000) o La buena nueva (2008).

Acantilado es un paso atrás en ese recorrido. No funciona en ninguno de los niveles. La historia es vergonzosamente superficial (poco o nada se profundiza en los mecanismos psicológicos de los organizadores de la secta y de sus adeptos), y la apuesta genérica (el thriller pocíaco), parece desafortunada en todos los sentidos. Los actores están muy despistados, las escenas de acción parecen filmadas por un aficionado, los ritmos narrativos parecen siempre establecer un contrapunto forzado que nos conduce al aburrimiento. No exagero al decirles, que pasados los primeros diez minutos de proyección en los que los impactantes paisajes canarios, fotografiados por Javier Agirre, transmiten algo de inquietud e interés, todo es tedio y lugares comunes.

En fin, una pena, sinceramente esta historia prometía mucho más...

Roberto Sánchez.

-Aragonia-

Francofonia (2015)****

Dir: Alexander Sokurov
Int: Louis-Do de Lencquesaing, Benjamin Utzerath, Vincent Nemeth 


Si el director ruso Alexander Sokurov realizó una de sus obras magnas, El arca rusa (2002), en el interior del museo Hermitage de San Petersburgo, ahora acude a otro museo, el del Louvre, para seguir hablando sobre el arte y el poder a partir de unas técnicas narrativas bien distintas. El plano-secuencia histórico de El arca rusa da paso en Francofonia a una estimulante y lograda mezcla de documentos y recreaciones en torno a la relación del director del museo del Louvre y el responsable alemán del 
cuidado de las obras de arte durante la ocupación nazi.

Alexander Sokurov (nacido en 1951) es, seguramente, uno de los cineastas más importantes de la actualidad. Está en activo desde 1974, con una larga experiencia en la televisión y en el cine documental. Algunas de sus películas, como la ya citada El arca rusa, o Madre e hijo (1997), Molokh (1999), Padre e hijo (2003) y Fausto (2011), demuestran que es uno de los pocos cineastas con una personalidad propia. Resulta apabullante su conocimiento del medio fílmico, pero también su gran sensibilidad artística (su pasión por la pintura y la escultura) y su capacidad reflexivo-filosófica, que seguramente son razones más que suficientes para que los distribuidores en España huyan despavoridos de un cine, demasiado "intelectual"  para los dulces e inocentes "españolitos". Poco o nada de su cine se ha estrenado con regularidad en España, y, por ejemplo en Zaragoza, casi siempre ha pasado desapercibido. En ese sentido, es de agradecer que se haya estrenado su último trabajo en los cines Aragonia.

Este particular e inteligente recorrido por el Louvre y por su historia (con especial atención al momento de la invasión alemana), tiene como auténtico protagonista al propio director, cuya presencia es continua. Su voz en off, su constante presencia y su personal sentido del humor, son las guías para entender y profundizar en el concepto de Europa, en las ideas de civilización y cultura, claves necesarias para identificarnos como seres inteligentes. 

Francofonia es un brillante ensayo fílmico sobre la esencia de ser/sentirse europeo, una oportunidad de aproximarse a uno de los mejores cineastas del panorama mundial, una demostración de que, todavía, es posible crear un cine personal, original y con sentido...

Lamentablemente, sospecho, que el público preferirá hundirse en los "miasmas" de otras películas que "garantizan" el entretenimiento vacío y que facilitan el "no-pensamiento".

Roberto Sánchez 


-Aragonia-

Nuestros amantes (2016)**

Dir: Miguel Ángel Lamata
Int: Eduardo Noriega, Michelle Jenner, Fele Martínez, Amaia Salamanca, Gabino Diego, Jorge Usón, María José Moreno.


Carlos (Eduardo Noriega) es un escritor de guiones de cine de unos 40 años frustrado profesionalmente. Irene (Michelle Jenner) tiene 30 años y no tiene claro qué hacer con su vida. Sobre ellos aún planean las sombras de sus antiguas relaciones: María (Amaia Salamanca) y Jorge (Gabino Diego). Cuando Irene se encuentra con Carlos en una librería-café, sin conocerle de nada, se acerca a él y le propone un juego: convertir sus vidas anodinas en una aventura. Irene es una soñadora nata. Carlos ha olvidado cómo soñar. Juntos harán lo imposible por lograr ser felices. Sólo hay una norma: no enamorarse. 

Miguel Ángel Lamata es un guionista y realizador zaragozano. Empezó su trayectoria en el largometraje con Una de Zombis (2003), siguió con Isi & Disi, alto voltaje (2006) y Tensión sexual no resuelta (2010). Parece que en Nuestros amantes, ha querido homenajear por una parte a Aragón y Zaragoza, cuyos escenarios parecen, oportunos o no, un muestrario de lo ofertado por las diferentes "Film Commisions" radicadas en la Comunidad Autónoma. Esta ¿comedia? romántica pasea a sus personajes por paisajes muy reconocibles para zaragozanos, turolenses y amantes de algunas localidades del Pirineo oscense. Todo el mundo contento...

Que Miguel Ángel Lamata es un cinéfilo empedernido. se hace evidente en este juego planteado a lo "Woody Allen". El problema es que no logra aproximarse ni un milímetro al genio de Woody Allen y que, además, es incapaz de construir personajes con la suficiente personalidad como para olvidarnos de que todos ellos hablan de: Miguel Ángel Lamata. Su característico estilo, en ese sentido, se mantiene incólume. 

Estamos de nuevo ante una pirueta sin igual, que pretende autoparodiarse y desdoblarse, sobre todo con los personajes interpretados por Eduardo Noriega y Fele Martínez; aunque, como ya dije, su característico estilo con "chistes malos", "tacos" y "boutades" termina por aflorar en todos y cada uno de los personajes.

Puestos a salvar algún aspecto, sí que ha logrado transmitir algo de verdad al retratar algunos momentos de ternura y sensibilidad amorosa entre Michelle Jenner y Eduardo Noriega, pero éstos son escasos, y los actores parecen, casi siempre, estar peleándose con un texto tópico y carente de originalidad.



Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-