martes, 24 de noviembre de 2020

Mank (2020)****

Dir: David Fincher

Int: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Arliss Howard, Charles Dance, Tom Burke, Lily Collins, Tuppence Middleton, Tom Pelphrey, Ferdinand Kingsley, Jamie McShane, Joseph Cross, Sam Troughton, Toby Leonard Moore, Leven Rambin, Madison West, Adam Shapiro, Monika Gossmann, Paul Fox, Jessie Cohen, Amie Farrell, Alex Leontev, Stewart Skelton, Craig Robert Young, Derek Petropolis, Jaclyn Bethany, Arlo Mertz.



Biopic sobre Herman J. Mankiewicz (1897–1953), guionista de Ciudadano Kane, que repasa el proceso de rodaje de la obra maestra de Orson Welles, estrenada en 1941. La película toma como base un guion escrito por Jack Fincher, padre de David Fincher, antes de morir en 2003. Jack nunca destacó como guionista, pero sí fue un considerado escritor y ensayista. 

Esta película, además de enseñarnos quien era Mank y cómo se gestó su Ciudadano Kane (el de Welles), es un sentido homenaje a la indudable habilidad de Fincher padre como dialoguista, característica compartida con el mayor de los Mankiewicz y recuerden que Joseph L., el menor, dirigió algunas obras maestras como Carta a tres esposas (1949), Eva al desnudo (1950) o Cleopatra (1963).



Herman J. Mankiewicz o Mank, si prefieren llamarlo así, fue un reputado guionista al servicio de Hollywood en activo desde 1926 y cuyos escritos (guiones, intertítulos de las películas silentes, adaptaciones e historias) han sido el fundamento de más de 90 títulos hasta la actualidad. En muchos casos fue la pieza clave de los equipos de guionistas que trabajaban en las poderosas factorías de sueños de la etapa dorada de Hollywood. 



Destacan, todavía dentro del periodo silente, La sangre manda (The Road to Mandalay, 1926) de Tod Browning (con Browning y Joseph Farnham), La reina de la moda (1927) de Dorothy Arzner (con Jules Furthman y Percy Heath, adaptando la obra teatral de Paul Armmond y Leopold Marchand), La ciudad del mal (The City Gone Wild, 1927) de James Cruze (con Jules y Charles Furthman), Joaquín Murrieta (The Gay Defender, 1927) de Gregory La Cava (títulos), La última orden (1928) de Joseph von Sternberg (una historia de Lajos Biró y Joseph von Sternberg), Avalancha (1928) de Otto Brower (adaptando a Zane Grey); y ya incluyendo sonido con El hombre que yo amo (1929) de William A. Wellman, Cena a las ocho (1933) de George Cukor (con Frances Marion), En este mundo traidor (It's a Wonderful World, 1939) de  W.S. Van Dyke (historia de Ben Hetch), El orgullo de los Yanquis (1942) de Sam Wood (con Jo Swerling), Luz en el alma (Christmas Holiday, 1944) de Robert Siodmak (adapta la novela de  W. Somerset Maugham), Los piratas del mar Caribe (The Spanish Main, 1945) de Frank Borzage (con George Worthing Yates), Un secreto de mujer (1949) de Nicholas Ray (adapta la novela de Vicki Baum); y a veces sabemos que fue decisivo su papel, aunque no figurara en los créditos finales, como en San Francisco (1936) de W. S. Van Dyke o El mago de Oz (1939) de Victor Fleming (George Cukor y King Vidor).



Fincher nos permite, de la mano de Mank (Gary Oldman), meternos en los Estudios de la Metro, conocer cómo eran y actuaban Louis B. Mayer (Arliss Howard), Irving Thalberg (Ferdinand Kingsley), David O. Selznick (Toby Leonard Moore), Orson Welles (Tom Burke), Marion Davis (Amanda Seyfried), William Randolph Hearst (Charles Dance), o su hermano Joseph L. Mankiewicz (Tom Pelphrey).


David Fincher rueda en un luminoso blanco y negro, con dirección de foto de Erik Messerschmidt, rastreando con habilidad 
todos aquellos escenarios y situaciones que seguramente inspiraron a Mank y contribuyeron a construir la espléndida historia del Ciudadano Kane / William Randolph Hearst. Mank es mostrado como alguien muy cercano a Hearst y a su "protegida" Marion Davies. La relación con su esposa Sara (Tuppence Middleton), con su hermano Joseph, con los otros guionistas y escritores de los estudios, con los magnates de la industria, mediante unos diálogos chispeantes y sólidos, quizás de los mejores del Hollywood reciente, nos permiten entender su situación de alcohólico autodestructivo pero que da su "do de pecho" en la que resultó ser, con la intervención de Welles, una de las obras cinematográficas más importantes de la historia del cine.




Hay momentos brillantes en las que Mank, el guionista, el inventor de historias, comienza, en la doble ficción que plantea este film a comparar/se con Don Quijote, con Cervantes y a ver en Marion Davis a una especial Dulcinea. Sabemos bien que Welles tenía cierta obsesión con la obra de Cervantes y que no pudo culminarla, dejando un Quijote sin terminar, que no pudimos ver hasta 1992, en un montaje y reconstrucción de Jesús Franco. 

Es posible que esta película solo entusiasme a los más cinéfilos, es posible que a pesar de partir como una de las grandes favoritos en la carrera de los Óscars no gane ninguno, pero a esos (a los cinéfilos) les entusiasmará sumergirse en un viaje en el tiempo en el que descubrir algunas de las claves de Citizen Kane, quizás la mejor de la historia de un arte que con realizadores como David Fincher, el director de algunas películas ya míticas del nuevo Hollywood como Seven (1995), El club de la lucha (1999) o Zodiac (2007) quiere seguir vinculado al vértigo de la creación más pura, en un complejo equilibrio entre lo comercial y el arte... 

Roberto Sánchez

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