sábado, 21 de abril de 2018

100 días de soledad (2016)***

Dir: Gerardo Olivares y José Díaz
Int: José Díaz

José Díaz se recluye en su cabaña en el Parque Natural de Redes (Asturias) durante un largo periodo de cien días, siendo autosuficiente y desconectándose absolutamente del mundo real y sus avances. No tiene electricidad, ni móvil, ni televisión, ni ordenador, ni reloj... Sólo el hombre con la naturaleza. 

Un reto que para sorpresa de todo el mundo ha logrado estrenarse en las salas de cine de casi todo el territorio español. Cierto es que sumando los apoyos económicos del Gobierno del Principado de Asturias, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Radio Televisión Española y Wanda Films, la aventura (y el reto personal) de José Diaz ha podido culminarse con éxito. 




Durante 100 días José Diaz está solo, y cuenta para documentarlo, eso sí, con todo tipo de cámaras de vídeo (hasta 5) y un dron. En parte, su odisea consiste en utilizar con solvencia toda esa tecnología para documentar su estancia y retratar ese maravilloso entorno natural (duro, bello y salvaje) que le rodea.




Seguramente una buena parte del mérito es del experimentado Gerardo Olivares (nacido en Córdoba en 1964), director de películas como La gran final (2006), 14 kilómetros (2007), Entrelobos (2010) o El faro de las orcas (2016), que fusionan con gran habilidad la ficción dramática y el tono documental. Gerardo Olivares ha construido con el material que filmó José Diaz, un filme con una factura impecable que, precisamente, mezcla con sentido el drama y el documental con unos resultados excelentes.




José Diaz es un protagonista brillante. Se enfrenta a una supervivencia extrema buscada, una prueba física y psicológica compleja, un rito iniciático (de retorno a la naturaleza) marcado por la pureza de unas montañas que conoce muy bien y en las que todavía es posible encontrarse la pureza de unos ritmos vitales no distorsionados por los medios de comunicación.




La contradicción surge cuando este "hombre natural" debe rodearse de tecnología punta (dron, cámaras de video) para poder contarnos la experiencia y supongo que dado el esfuerzo que costó grabar alguna de las bellas secuencias que inundan el film, fue difícil, incluso para los eficientes editores Juan Barrero y Clara Martínez Malagelada (los responsables del montaje), suprimir y reducir algunas de ellas. 

Un gran (y sorprendente) espectáculo visual que demuestra que puedes encontrarte con un cine de calidad donde menos te lo esperas. 

Pudo verse en Zaragoza, hace unos meses, en las salas Aragonia.

Roberto Sánchez. 

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