martes, 3 de mayo de 2022

Arde Notre Dame (2022)***

Dir: Jean-Jacques Annaud 

Int: Élodie Navarre, Chloé Jouannet, Jesuthasan Antonythasan, Kevin Garnichat, Samuel  Labarthe, Jeremie Laheurte, Maximilien Seweryn, Daniel Horn, Vassili Schneider, Sebastien Lalanne, Ava Baya, Jules Sadoughi, Tony Le Bacq, Jean-Paul Bordes, Nathan Gruffy, Loic Djani, Pierre Lottin, Michaël Estarque, Reshny Massaka, Billel Sakhri.



Ardió Notre-Dame y el corazón de París se congeló

A mitad de camino entre el thriller dramático y el documental (se vale para ello de un ensamblaje de imágenes reales con filmadas), la película recrea el incendio que sufrió laCatedral de Notre-Dame de París en abril de 2019. El terrible y agresivo incendio provocó que su emblemática aguja (construida entre los siglos XII y XIV), así como la cubierta de la catedral gótica de la capital francesa colapsaran y se derrumbaran tan solo una hora después de declararse el incendio. Una construcción mítica, pues la primera piedra de lacatedral se colocó en 1163 y, desde que se terminó, Notre-Dame ha sido símbolo del catolicismo francés, del skyline parisino y uno de los monumentos más visitados del mundo con millones de visitantes al año.



No cabe duda de que al cineasta galo Jean-Jacques Annaud le sobra oficio a la hora de dirigir, y lo demostrado a lo largo de una ya dilatada filmografía. Trabajos y títulos como En busca del fuego (1981), la ya mítica El nombre de la Rosa (1986), basada en la novela de Humberto Eco; la emotiva El oso (1988) o la extraordinaria Enemigo a las puertas (2001), le confirman como uno de los realizadores europeos más importantes e interesantes del panorama audiovisual.



Arde Notre-Dame, como definí al comienzo de este artículo, mantiene un ritmo que la emparenta con el thriller de acción, en el que vemos, sobre todo, al cuerpo de los valerosos bomberos parisinos, protagonizar escenas que ponen los pelos de punta. Por otro lado, es un drama, un drama social que trasciende al que sería también un drama religioso para los parisinos creyentes, pues Notre-Dame es más que una catedral, es un símbolo de Paris, como también lo es la Tour Eiffel, símbolos que la identifican y la dan a conocer en todo el mundo con un solo plano de dichos monumentos. 



Considero que es un filme que, en general, no está siendo suficientemente valorado (quizá por esa parte de carácter documental que conlleva su temática), puesto que el ritmo, la escenografía, la dirección artística y los efectos especiales están cuidados al máximo y, sin duda, Annaud sabe en todo momento lo que se hace.



El reparto y los personajes humanos, no obstante, quedan en un segundo plano bastante anónimo, siendo la propia catedral el personaje protagonista que cobra vida propia y se humaniza con brillantez, gracias al trabajo de Annaud, que usa su estructura quejosa y llameante y sus ominosas gárgolas escupiendo fuego y plomo derretido como elementos visuales de gran impacto.



 Arde Notre Dame logra incluso emocionar en algunas secuencias, como la del rescate de la corona de espinas de Jesucristo (la principal reliquia que se conservaba en la catedral en el momento del incendio). Las lágrimas en los rostros de los parisinos, elevando plegarias desde los puentes y las calles cercanas. Los rostros agotados y ennegrecidos de los bomberos de París que, literalmente, se jugaron la vida para apagarlo y extraer de su interior las numerosas obras de arte que albergaba la antiquísima catedral. 

No falta por parte de Jean-Jacques Annaud una dura crítica a la cadena de despropósitos, dejadez y errores que lograron que el incendio prosperase y se extendiera a velocidad de vértigo. Por todo ello, Arde Notre-Dame es un testimonio y una denuncia sobre algo que nunca debería haber ocurrido, como el desastre del tristemente famoso Titanic (que llevado al cine en 1997 por James Cameron se llevó nada menos que 11 Oscars). Es un retrato de las consecuencias que pueden provocar las equivocaciones y los fallos humanos que, al igual que está ocurriendo con el cambio climático, llegará un momento en que nos estallaran en la cara y no podrán revertirse. 

Teniendo en cuenta todo esto y, que tras las cámaras está un peso pesado como Jean-Jacques Annaud, considero que Arde Notre-Dame merece una visita a las salas para disfrutarla en todo su esplendor y dramatismo en una gran pantalla, como grande es y será siempre la vieja catedral, emblema de la igualmente milenaria “Ville Lumière”.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine

No hay comentarios: