martes, 1 de septiembre de 2020

Tenet (2020)***

 Dir: Christopher Nolan

Int: John David Washington, Robert Pattinson, Elizabeth Debicki, Kenneth Branagh, Dimple Kapadia, Aaron Taylor-Johnson, Michael Caine, Clémence Poésy, Martin Donovan, Himesh Patel, Andrew Howard, Yuri Kolokolnikov, Fiona Dourif, Jonathan Camp, Wes Chatham, Marcel Sabat, Anthony Molinari, Rich Ceraulo, Katie McCabe, Mark Krenik, Denzil Smith, Bern Collaco, Laurie Shepherd.



La cuadratura del círculo

De todo el entramado que forma la industria cinematográfica actual de Hollywood, quizás sea el británico Christopher Nolan (nacido en Londres en 1970), el que más interés ha generado en mi durante los últimos años. En Nolan, ya desde sus primeros trabajos, hay un aspecto que me resulta muy atractivo, la capacidad para fusionar espectáculo y cine de autor. Parece muy claro que es uno de los pocos capaz de aunar esos dos términos aparentemente contradictorios. Hay en este director otras cuestiones, quizás menos positivas, que tienen que ver con su gusto por la grandilocuencia y la aparatosidad formal que le llevan a desatender aspectos de guion importantes. Estos aspectos parecen especialmente controlados por su hermano Jonathan, que le facilitó su relato Memento Mori, y su conversión a guion para el arriesgado y sugerente experimento de Memento (2000) y luego adaptó la bella novela The Prestige de Christopher Priest, en El truco final (El prestigio) (2006), que siguen siendo las que más me gustan de su filmografía y en las que su papel como escritor, guionista y controlador del ansia de su hermano, parece decisivo.




Su lado más descontrolado se hace evidente en Origen (2010), un antecedente claro en los aspectos más formales de Tenet, y en Dunkerke (2017), 
películas aparatosas, con guiones flojos que firma en solitario Christopher, al igual que en Tenet. Esa mezcla de cine de autor y de puro espectáculo se convierten ahora en un thriller de espionaje, con elementos de ciencia ficción y giros, casi humorísticos a lo James Bond, destacando el ultravillano ruso Andrei Sator (un brillante Kenneth Branagh) y su pareja Kat (Elizabeth Debicki). El tópico de que el villano tiene en sus manos el destino de la humanidad vuelve a repetirse en este curioso experimento.

Una vez más es evidente su obsesión por el tiempo, su insistencia en un concepto algo confuso (nunca bien explicado) que es el tiempo inverso, aspectos siempre presentes en su filmografía. Tanto es así que puede pensarse que una de sus propuestas fundamentales es la de convertir al cine en la auténtica máquina que atrapa el tiempo y lo reinventa.


Nolan ha filmado en 70mm (y cámaras IMAX), como ya hizo en Dunkerke, y en muy pocos sitios se ha podido ver este histórico formato analógico que da una gran calidad de imagen. Yo pude disfrutarlo en sus dos horas y media en la mejor sala del Complejo de los Palafox de Zaragoza, aunque el sistema de subtitulado (proyectado) se vio mal en más de un momento y producía una pequeña ventana inferior cuando los fondos tendían al negro. A pesar de esos inconvenientes y el de la obligatoria máscara pandémica, su endiablado ritmo de montaje que combina el tiempo "normal" y el "inverso", más la impactante y efectista banda sonora de Ludwig Göransson, ayudaron a que la experiencia fuera relativamente rápida y disfrutable más allá de la irritación que puede llegar a producir su desastroso guion.

Concluyendo, me parece la película más floja de uno de los pocos directores actuales que todavía tienen algo que aportar dentro de una industria marcada por la apatía y el predominio de los trucajes digitales al servicio del espectáculo visual. En este caso, reivindico la posibilidad de un segundo visionado en salas (quizás ahora en su formato digitalizado) para comprobar, entre otras cosas, si hay una gran diferencia entre los dos formatos y para desentrañar una trama que resulta demasiado confusa y fallida, al menos en un solo visionado.



Roberto Sánchez.

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