jueves, 3 de septiembre de 2020

La boda de rosa (2020)***

 Dir: Icíar Bollaín

Int: Candela Peña, Sergi López, Nathalie Poza, Paula Usero, Ramón Barea, Xavo Giménez, María Maroto, Eric Francés, Lucín Poveda, María José Hipólito.


A punto de cumplir 45, Rosa (Candela Peña) se da cuenta de que ha vivido siempre para los demás y decide marcharse, dejarlo todo 
y romper con su agobiante presente. Quiere tomar las riendas de su vida y cumplir el sueño de tener un negocio propio. Pero pronto descubrirá que su padre, sus hermanos y su hija tienen otros planes, y que cambiar de vida no es tan sencillo si no está dentro de los planes familiares.


Icíar Bollaín firma este guion junto a Alicia Luna con la que ya había escrito la cruda y estupenda Te doy mis ojos (2003). 

Ahora, el tono es más ligero, pero no deja de retratar con cierta precisión a una serie de personajes como el de Rosa, sus hermanos Armando (Sergi López) y Violeta (Nathalie Poza), su hija Lidia (Paula Usero) o su padre Antonio (Ramón Barea). Y mi insistencia en recordarlos se debe a que gracias al cuidado que la Bollaín, con más de 30 intervenciones como actriz en su pasado, suele poner en la dirección de actores. Como actriz, aprendió el oficio de cineasta cerca de nombres prestigiosos: Víctor Erice, Felipe Vega, José Luis Borau o Manuel Gutiérrez Aragón.


De hecho, si no fuera por ese espléndido retrato de personajes, la anécdota que se cuenta en La boda de Rosa se agotaría 
casi nada más iniciarse la película. Son los personajes citados los que con sus peripecias vitales van dando sentido a la historia. Icíar Bollaín, en la realización, pretende ser sutil, no hacer evidente una puesta en escena que termina por pecar de ligereza. Tanto es así, que la película se va deshinchando peligrosamente. 



El conjunto del film tiene un aire "berlanguiano", aunque lejos de ese desparpajo esperpéntico que tanto gustaba al director valenciano. Su mayor problema, sobre todo en la parte final del filme, ha sido intentar darle un ritmo de farsa que al no estar bien orquestada provocó en el que esto escribe, una cierta desazón. Al final, insisto, se puede uno quedar con sus ricos personajes y disfrutar de su hora y treinta y siete minutos, sin mayores pesares.

Roberto Sánchez.

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