lunes, 2 de agosto de 2021

Summer of Soul (...Or, When the Revolution Could Not Be Televised) (2021)****

 Dir: Questlove 

Documental con Stevie Wonder, B.B. King, Nina Simone, Abbey Lincoln, Mahalia Jackson, Moms Mabley, Jesse Jackson, Mavis Staples, David Ruffin, Cal Tjader, The 5th Dimension, Sly and The Family Stone, Hugh Masekela, Max Roach, Herbie Mann, The Chambers Brothers, Babatunde Olatunji, Gladys Knight, The Pips, John V. Lindsay, Ray Barretto, The Edwin Hawkins Singers, Mongo Santamaria.

Questlove (es decir, Ahmir Khalib Thompson), el director y productor de este documental nació un 20 de enero de 1971 en Philadelphia (Pennsylvania, USA). Es músico (para más señas batería y percusionista) e hijo de músico y su relación con el cine había sido hasta el momento limitada, como responsable de la música, junto a Ludwig Göransson, en Top cinco (2014) de Chris Rock, y colaborador en la selección de lo mejor de la música negra que suena en Detroit (2017) de Kathryn Bigelow, un guion de Mark Boal sobre los disturbios de esa ciudad en 1967.

Explora el legendario Harlem Cultural Festival celebrado en los Estados Unidos en 1969. En él se rindió homenaje a la cultura y música afroamericana, además de promover el 'black pride' y la unidad entre personas de una misma raza. Este trabajo rescata, medio siglo después, las filmaciones de ese Festival, cinco conciertos gratuitos que incluyeron a grandes representantes de la mejor música afroamericana durante esos años: cinco conciertos celebrados en otros tantos domingos entre el 29 de junio y el 17 de agosto. El cartel oficial, que no refleja todos los artistas que finalmente desfilaron por el escenario del Mount Morris Park, revela que hubo jornadas donde dominó el jazz, el góspel o la música latina.



Todas eran figuras de nivel, aseguradas por contrato y pagadas de acuerdo con su caché. Parece que falló la cobertura audiovisual. Hal Tulchin, productor de TV, desplazó a su modesto equipo a grabar lo que allí ocurriera cada domingo. Sin recursos financieros, no consiguió que los artistas cedieran los derechos de emisión de sus conciertos. La esperanza de que alguna cadena de televisión nacional comprara la idea se desvaneció cuando los ejecutivos vieron, por ejemplo, a una furiosa Nina Simone prácticamente incitando a los habitantes de Harlem a alzarse en armas. Uno de los muchos momentos emotivos y significativos que Questlove ha potenciado en el montaje de su documental. Seguramente no favorecieron en nada su difusión esas escenas y otras en las que algunos grupos políticos como el Black Panther Party o los Young Lords, son alabados por los que aparecen entrevistados, en su mayoría personas que vivieron directamente el evento, desde la organización, como espectadores o algunos de los protagonistas que rememoran esos momentos con una emoción sincera.



Durante medio siglo, las cintas del Harlem Cultural Festival estuvieron almacenadas, enterradas por la pesadilla que suponía resolver las licencias. Se filtraron algunos fragmentos, disponibles en baja calidad en YouTube; el show de Sly Stone se editó en DVD, de forma pirata. Solo tras la muerte de Tulchin, en 2017, se logró adquirir aquel legado de unas 50 horas de filmaciones, que corrían el peligro real de terminar en un basurero. Cuando Questlove fue tentado con el proyecto, inmediatamente pensó en seleccionar lo más interesante; como Amazing Grace, el recital góspel de Aretha Franklin que rodó Sydney Pollack en 2018, quedaría como un documento de su tiempo. Había suficientes maestros de la percusión ―Max Roach, Ray Barretto, Mongo Santamaría― para satisfacer la curiosidad personal de Questlove; de hecho, la película comienza con un asombroso solo de batería a cargo de Stevie Wonder. Pero Questlove también detectó rabia, tanto en las interpretaciones ―mención especial para el guitarrista Sonny Sharrock― como en las reacciones de los espectadores: un año después del asesinato de Martin Luther King, en Harlem no se detectaba entusiasmo por el alunizaje del Apolo 11, que coincidió precisamente con el concierto de estrellas de Motown.



Diego A. Manrique nos da esta información y más detalles en un artículo reciente de El País (que puede consultarse en https://elpais.com/cultura/2021-06-26/el-woodstock-negro-ve-al-fin-la-luz.html). 


Cuando comienza el film, aparece un joven de 19 años llamado Stevie Wonder, y con su música (y ese solo de batería que cita Manrique) provoca en cualquier alma sensible un escalofrío que te transporta directamente a un lugar lleno de vibraciones y a una época. Si tengo que destacar algunos momentos más, me quedo con las apariciones de Sly and The Family Stone, The 5th Dimension, Mahalia Jackson y Nina Simone. Eso sí, todos y todas transmiten, pasión y emoción, más allá de la calidad musical, nos muestran vida y compromiso...

Es cierto, las carteleras de cine no están demasiado bien, pero cometerían un grave error si desprecian este soberbio ejercicio de música y cine que combinados nos permiten disfrutar de lo mejor de dos artes íntimamente conectadas. Es la primera vez durante una proyección en el último año y medio que me he olvidado de esa mascarilla que amenaza con seguir con nosotros eternamente.

Roberto Sánchez



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