viernes, 15 de septiembre de 2017

La niebla y la doncella (2017)**

Dir: Andrés M. Koppel
Int: Quim Gutiérrez, Verónica Echegui, Aura Garrido, Roberto Álamo, Marian Álvarez, Paola 
Bontempi, Sanny van Heteren, Isak Férriz, Cristóbal Pinto, Santi López, Quique Medina,  
Beneharo Hernández, Jorge Kent, Elena Di Felice Benito, Fernando Navas, Adrián Galván.


Andrés M. Koppel, nació en Friburgo (Alemania), pero se ha criado en las Islas Canarias, así que no es tan extraño que la acción de su primer largometraje tenga como escenario fundamental la isla de La Gomera. Tenía experiencia previa en la dirección de cortometrajes y es un
reconocido guionista desde la época de Intacto (2001), del también canario Juan Carlos Fresnadillo, o más reciéntemente escribiendo, junto a Luis Arranz, el de  Zona hostil (2017), de Adolfo Martínez. En su debut como realizador de largometrajes, también escribe el guión, adaptando una novela de género policíaco de Lorenzo Silva, con el mismo título del film; un escritor al que los cineastas españoles aprecian, adaptado ya en El alquimista impaciente (2002), dirigida por Patricia Ferreira, o en La flaqueza del bolchevique (2003), de Manuel Martín Cuenca. Como el género policíaco, y el thriller, patrecen atravesar un buen momento, tanto en cine como en literatura,  la película ha tenido un lanzamiento publicitario importante y se ha estrenado en las mejores salas de España.

No siempre las cosas son como parecen y a menudo, lo obvio no resulta ser lo real. Al sargento Bevilaqua (Quim Gutiérrez), de la Guardia Civil, le encomiendan la tarea de investigar la muerte de un joven en la isla canaria de La Gomera. Todo apuntaba a Juan Luis Gómez Padilla (Fernando Navas), político de renombre en la isla, al que un tribunal popular absolvió a pesar de la aparente evidencia de las primeras pesquisas. El sargento y su inseparable cabo Chamorro (Aura Garrido) intentarán esclarecer este embrollado caso, con presiones políticas y con la dificultad añadida de intentar no levantar suspicacias al reabrir un caso que sus compañeros daban por cerrado. 

Ahora mismo, en un thriller tiene que haber algo de corrupción, bien de carácter político, o directamente policial, puede haber una pareja de detectives ya establecida (Bevilaqua y Chamorro son personajes habituales de Lorenzo Silva) y con cierta tensión sexual entre ellos, todavía más reforzada por la presencia de otra "guardiesa" civil, llamada Ruth Anglada (Verónica Echegui), que participará de modo muy activo en todas las tramas propuestas.



Lo cierto es que no le faltaba casi de nada para que esta película pudiera ser recordada como otro "clásico" del policíaco español del siglo XXI. Los paisajes gomeros tienen un gran protagonismo, y al principio, gracias a ese entorno físico, todo parece doblemente sugerente y misterioso. Pero, al progresar la acción y resolverse paulatinamente los misterios con los pertinentes vaivenes, todo resulta cada vez más predecible, plano y hasta un poquito vulgar. Quim Gutiérrez, con una  necesaria presencia (protagonista) más que suficiente, tendrá que perfeccionar su dicción. Me tuve que esforzar mucho para intentar comprender lo que decía en algunos momentos; de hecho algunos personajes canarios, aún con su acento local, podían entenderse mucho mejor. 

La puesta en escena de Andrés M. Koppell, por otro lado, es extremadamente correcta, pero
también convencional y aséptica. Poco o nada aporta desde ese lado. Otra película de género
negro a la lista reciente del cine español, pero menos afortunada que La isla mínima (2014), de Alberto Rodríguez , ¡Qué Dios nos perdone! (2016), de Rodrigo Sorogoyen, o Tarde para la ira (2016), de Raúl Arévalo, por citar algunas películas recientes con excelentes resultados artísticos y aceptación crítica.    

Roberto Sánchez

-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-

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