Dir: Robert Eggers
Int: Alexander Skarsgård, Nicole Kidman, Anya Taylor-Joy, Claes Bang, Ethan Hawke, Willem Dafoe, Gustav Lindh, Oscar Novak, Björk, Ralph Ineson, Kate Dickie, Murray McArthur, Ian Gerard Whyte, Hafþór Júlíus Björnsson, Ian Whyte, Tadhg Murphy, Olwen Fouere, Ingvar Eggert Sigurdsson, Jon Campling, Eldar Skar, Phill Martin, Rebecca Ineson, Magne Osnes, Elliott Rose.
La venganza y la guerra, una lacra recurrente de la historia de la humanidad.
El concepto visual y narrativo de Robert Eggers (joven cineasta nacido en 1983 en New Hampsire, USA), le otorga un sello personal que le incluye en ese apartado de cine deautor. Con tan solo tres largometrajes, Eggers ha conseguido entrar en el Top Ten de cineastas actuales de mayor proyección.
Hace tan solo seis años, consiguió fascinar a la crítica con La bruja (The Witch: A New-England Folktale, 2015), su primer largo tras haber realizado tres cortometrajes (el primero de los cuales, Hansel & Gretel (2007), ya mostraba su interés por las historias tradicionales de misterio y terror). Con La bruja consigue el premio a mejor dirección novel y mejor guion de los Independent Spirit Award y, a la vez, nos hace el regalo de mostrarnos a una deliciosa Anya Taylor-Joy que se iba a comer el mundo a nivel cinematográfico a partir de entonces.
He de confesar que La bruja me fascinó y puso la carrera de este cineasta en mi puntode mira como crítico y cinéfilo.
Con su siguiente largometraje, El faro (The Lighthouse, 2019), Eggers confirma su genialidad creativa y estilo, pisando fuerte dentro del género fantástico con una inteligencia narrativa y una carga poética que le permiten incluso el lujo de rodar en blanco y negro, consiguiendo una fotografía por la que la película es nominada al Oscar y los BAFTA. El faro refuerza esa atmósfera opresiva y sucia con la que Eggers exprime y acogota al espectador sin necesidad de grandes efectos especiales ni alardes digitales (como ya ocurría con La bruja).
Robert Eggers, se mueve más en la línea de los planteamientos de Juego de tronos, dándole a El hombre del norte una alta dósis de violencia que será incluso incómoda para algunos espectadores, aunque Eggers se vale de ella para lograr un espectáculo visual de primer orden, apoyado por una estupenda fotografía de Jarin Blaschke (uno de sus habituales) y por una partitura de Robin Carolan y Sebastian Gainsborough que, juntas, hacen del filme una experiencia hipnótica e inmersiva para el espectador, apoyado todo ello por el sonido Dolby Atmos que también resulta espectacular.
Quizá, El hombre del norte no sea la mejor película de Eggers, que sin duda ha sacrificado algo de ese sello personal de cineasta a la búsqueda de una mayor comercialidad (curioso que la excéntrica cantante y actriz Björk haya accedido a volver a aparecer en un filme desde hace más de veinte años, cuando en el 2000 afirmó que no volvería a actuar en una pantalla tras su Bailar en la oscuridad de Lars Von Trier), intentando alcanzar un equilibrio que, personalmente, creo que ha logrado. Hay que entender que es un enfoque y concepto de cine espectáculo distinto al de La bruja, que costó cuatro millones de dólares (al igual que El faro).
The Northman, a pesar de haber entrado en el “Valhalla” de Hollywood (la pela es la pela), confirma a Robert Eggers como un cineasta actual muy interesante, con un estilo visual y creativo de una maestría incontestable que, sin duda, supuso desde sus brillantes comienzos, una revolución en el género fantástico. Habrá que estar muy atentos a su próximo proyecto, del que aún nada se sabe.
GONZALO J. GONZALVO
Escritor y Crítico de Cine.
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