martes, 2 de diciembre de 2025

Drácula (Dracula: A Love Tale, 2025)***

Dirección: Luc Besson. 

Int: Caleb Landry Jones, Zoë Bleu Sidel, Christoph Waltz, Matilda De Angelis, David Shields, Guillaume de Tonquedec, Ewens Abid, Jassem Mougari, Bertrand-Xavier Corbi, Raphael Luce, Salomon Passariello, Ivan Franek, Haymon Maria Buttinger, Nicolas de Lavergne, Joséphine Berry, Liviu Bora, Romain Levi. Anne Kessler, Thalia Besson, Karim Rakrouki, Arben Bajraktaraj, Nicola Puleo.



Los viejos monstruos nunca mueren 

No deja de ser curioso que, en esta recta final del 2025, se hayan estrenado en la gran pantalla nuevas versiones de los dos monstruos clásicos y góticos de la literatura y del cine clásico por excelencia: Frankenstein y Drácula. Tras el estreno de la espectacular versión del cineasta mexicano Guillermo del Toro de ese Frankenstein, a modo de puzzle de cadáveres humanos, revivido por un peculiar científico convertido en demiurgo perturbado, nos llega ahora la particular visión del director galo Luc Besson,sobre el vampiro más universal, nacido de la prodigiosa pluma de Bram Stoker. 


Dos cineastas muy diferentes, sin duda, pero que tienen en común ese sello inconfundible de "cine de 
autor" (tan controvertido en muchas ocasiones) en sus trabajos cinamatográficos. Dos directores con unas personalidades muy acentuadas que, desde luego, cuando estamos disfrutando de una de sus películas, sabemos que estamos ante una de sus obras por su particular estética, cromatismo, sentido del ritmo y montaje.



Centrándonos ahora en Luc Besson, deseo hacer un repaso por la trayectoria de este cineasta parisino de dilatada carrera (nacido en 1959), y cuya extensa y variada filmografía ha estado bastante influenciada por la música, la moda y el estilo visual del videoclip, especialmente en sus trabajos de las décadas ochenta y noventa. Besson comenzó su aventura en el cine, con apenas veinte años, con el documental L'avant dernier (1981), de la mano de Jean Renó, que se iba a convertir en uno de los actores fetiche de su carrera. Esa misma temática nuclear y apocalíptica le inspiró su primer largometraje, Le dernier combat (1983), conocida en España como Kamikaze 1999, filme con el que obtiene el Premio César francés a "mejor director novel" y el de mejor director en el Festival de Cine Fantástico de Sitges, entre otros importantes galardones, con solo veintitrés años de edad, lo que le pone, de inmediato, en el panorama internacional. A partir de ahí, realiza un video musical para la hermosa Isabelle Adjani y, dos años más tarde, la dirige en la curiosa Subway, en busca de Fredy (1985), un thriller underground con una estética muy ochentera. Termina esa década con El gran azul (1988), filme new age, cuya banda sonora fue un gran éxito comercial. Besson arranca en los 90 con la explosiva Nikita, dura de matar (1990), protagonizada por una sexy Anne Parillaud que reventará las taquillas interpretando a una letal asesina a las órdenes del gobierno. Con El profesional (León) (1994), otro thriller protagonizado por Jean Reno, alcanza la cima de su carrera, cima que trabajos posteriores como El quinto elemento (1997), Juana de Arco (1999) o Lucy (2014), no consigue superar a pesar de contar con grandes estrellas en sus repartos como Mila Jovovich, Bruce Willis, John Malkovich o Scarlett Johansson. Habrá que esperar hasta 2023, para que Besson firme otra original y controvertida obra con Dogman, un bizarro e inclasificable thriller con una gran interpretación del actor Caleb Landry Jones con el que Besson consigue ser nominado al León de Oro de Venecia en la categoría de Mejor Película. Y así llegamos a este 2025 con una nueva versión del inmortal (nunca mejor dicho) Drácula de Bram Stoker, en el que, de nuevo, Besson recurre a Landry Jones, que vuelve a cumplir de manera más que notable con su papel (sin duda el puntal de la película).



Como todo el cine de Besson, este Drácula tiene sus virtudes y sus defectos y, le guste a uno más o menos el particular estilo del cineasta galo, sin duda funciona bien y, he de decir, que ha superado mis expectativas. Besson retorna sabiendo jugar sus bazas, haciendo lo que sabe que se le da bien, y consigue un filme atmosférico, apoyado en una estupenda fotografía de Colin Wandersman, una buena dirección artística y, todo ello, arropado por una excelente partitura del gran compositor de cine Danny Elfman (autor, entre otras, de las bandas sonoras de Pesadilla antes de Navidad, El indomable Will Huntingde la Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton).



A pesar de que la historia de Drácula es bien conocida por todos los lectores y seguidores de sus adaptaciones cinematográficas, Besson consigue enganchar al espectador desplegando toda la artillería en las escenas bélicas y de combate pero, especialmente, desarrollando una historia de amor romántico y pasional muy al estilo "Besson", con un erotismo salvaje y divertido. Así, el vampiro más universal, el príncipe Vlad Dracul, conocido como "El empalador", el conde Drácula (Caleb Landy Jones), vuelve a renunciar a Dios, y es por ello maldecido y condenado a la inmortalidad, vagando en solitario a lo largo de los siglos en busca de Elisabeta, su gran amor perdido.

Me parece injusto que se la considere una copia del Drácula que Francis Ford Coppola realizó allá por 1992. Bien es cierto que la ambientación y estética es similar, como también es similar la época del XIX que ambos filmes intentan plasmar con una espectacularidad visual que no se había logrado hasta la versión del director de El Padrino. En cuanto al personaje protagonista, Caleb Landry Jones compone un Príncipe Vlad mucho menos histriónico que el de Gary Oldman de los noventa (para mí excesivamente sobreactuado, incluso hilarante en muchas de las secuencias), y mucho más creíble, en cuanto a su físico, en las escenas de combates bélicos. 



¿Comparar a Luc Besson con Francis Ford Coppola? Pues es lo mismo que comparar los huevos con las castañas. Son creadores y cineastas muy diferentes, y no voy a afirmar que este Drácula del cineasta galo sea globalmente mejor que el del Coppola de los 90, pero es indudable que Besson ha sabido jugar muy bien las bazas de su estilo apoyado en un gran actor protagonista. Sin él, estaríamos hablando de otra película (y seguramente Dogman hubiera resultado un verdadero desastre).


Si son amantes del personaje que encarna al vampiro más gótico y universal y, ya no digamos, si les 
gusta el estilo cinematográfico del cineasta Luc Besson, mi consejo es que vayan a disfrutarla compartiendo tinieblas y oscuridad en una sala de cine, a ser posible con una gran pantalla. La excelente banda sonora del gran Danny Elfman es otra de las excusas para ir a verla (aún se hubiera lucido más con Dolby Atmos, pues es una película que se prestaba a disfrutarla con este espectacular sistema de sonido).

Y recuerden,...el amor...nunca muere.



GONZALO J. GONZALVO 

viernes, 7 de noviembre de 2025

La Muestra Cinematográfica de Moyuela, invitada en la el Festifal (Urrea de Gaén)

 

Este año, se celebra el Festifal (Festival de Cortos de Temática Rural de Urrea de Gaén), los días 7, 8 y 9 de noviembre de 2025. En su sesión de clausura la Muestra Cinematográfica de Moyuela, es el Festival Invitado, y en la ella se proyectarán los dos cortometrajes que más gustaron al público asistente a la Muestra, y además se hará una charla sobre su trayectoria y el impacto que ha tenido en los habitantes de Moyuela. En el acto estarán: Antonia Bordonada y Roberto Sánchez –coordinadora y director-, Juan Carlos Alcalá (Asociación cultural Arbir-Malena de Moyuela- y Jorge Asín –actor que estuvo presente en la Primera Edición y en la XI, la última, por ahora.




Frankenstein (2025)****

Dir: Guillermo del Toro

Int: Oscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth, Christoph Waltz, Felix Kammerer, Lars Mikkelsen, Charles Dance, Christian Convery, David Bradley, Sofia Galasso, Ralph Ineson, Burn Gorman, Joachim Fjelstrup, Nikolaj Lie Kaas, Lauren Collins.



El regreso del monstruo gótico por excelencia.

Los cinéfilos saben que, desde hace tiempo, el gran cineasta mexicano Guillermo del Toro, llevaba en su privilegiada mente la idea de llevar a la pantalla a uno de sus monstruos favoritos, nada más y nada menos que Frankenstein, uno de los mitos de la literatura y el cine de terror. Y, decidido por fin a hacer realidad ese proyecto, se ha enfrentado a una empresa difícil con un filme colosal, y no solo por las proporciones físicas de la criatura creada por el doctor Víctor Frankenstein. 


Muchas han sido las versiones (más de cien) del inmortal relato, surgido en aquella mágica noche del 
verano de 1816, por parte de Mary Shelley, acompañada por Lord Byron y Polidori, en una mansión de Ginegra en la que reunieron para hablar de historias de terror. Ya en 1910, Searle Dawley, en la época del cine silente, realizó un cortometraje adaptando esta fantástica historia. Habría que esperar al año 1931 y a El doctor Frankenstein para que la Universal Pictures, de la mano de James Whale, realizase la primera gran versión cinematográfica del Moderno Prometeo, a la que seguiría en 1935, La novia de Frankenstein, también de la mano de Whayle, sin duda dos obras maestras indiscutibles de la historia del cine. En 1995, Kenneth Branagh, realizó una versión más que notable (con el gran Robert De Niro encarnando al monstruo), cuya atmósfera gótica utilizando ya el color, y con una fotografía oscura y una banda sonora impactante, es la que más entronca con el estilo visual de esta reciente versión de Guillermo del Toro. Incluso Mel Brooks se permitió realizar su mejor comedia con la deliciosa El jovencito Frankenstein en 1974.



Este nuevo Frankenstein, nos presenta en su primera parte a un monstruo terrorífico, terrible y vengativo, para después mostrarnos un proceso de humanización de la criatura pergeñada por la mente tan brillante como trastornada del que, en realidad, es el verdadero monstruo de la historia: El doctor Víctor Frankenstein. Un científico que decide jugar a ser Dios con todas las terribles consecuencias que de ello se va a derivar. Es visible en el filme toda la coherencia estética y cromática de los filmes fantásticos del director mexicano, con muchas similitudes, en ese sentido con La cumbre escarlata (2015). También en la relación femenina de amor hacia el monstruo, que era aún mucho más patente en La forma del agua (2017), la particular versión de Del Toro de La mujer y el monstruo (Jack Arnold, 1954), otro clásico de la edad del oro de los monstruos de la Universal.



El Frankenstein de Guillermo del Toro es, como todas sus grandes obras: monumental, brillante, romántica, gótica, colorista y, casi excesiva; consiguiendo un filme espectacular que, no obstante, aunque transcurre muy fiel al relato de la jovencísima Shelley, puede que no guste demasiado al espectador amante de la versión clásica en blanco y negro de los años treinta de la Universal. Se podría establecer, en este sentido, una discusión sin fin a favor y en contra de cual de las dos es mejor. Son sin duda, dos versiones muy diferentes, y quien sabe si James Whale, con los medios y la tecnología de hoy, hubiese realizado una versión similar o no a la del genial cineasta mexicano.


Con 120 millones de dólares de presupuesto (una co-producción millonaria USA/México con el respaldo 
de NETFLIX, lo que ha creado cierta polémica), Del Toro se ha podido explayar a sus anchas y sin límites, apoyado en un gran reparto en el que destacan Oscar Isaac, el siempre impecable Christoph Waltz, la inquietante y magnética Mia Gotz, y un solvente Jacob Elordi como "la criatura". La extraordinaria banda sonora del siempre brillante Alexandre Desplat, la extraordinaria fotografía de Dan Laustsen, el preciso montaje de Evan Schiff y el diseño de producción/producción artística de Tamara Deverell y Brandt Gordon, amén de un equipo de más de veinte maquilladores, unos impecables efectos especiales. Todo un ejército de profesionales a las órdenes del general Del Toro. Qué podía salir mal. Como producto de entretenimiento a nivel de espectáculo y cine comercial, este Frankenstein es absolutamente impecable.


Conste que, a mí, vaya por delante, me encanta el estilo de cine y los filmes de Guillermo del Toro, 
pero a nivel de adaptación al cine como obra de arte, me sigo quedando con el El doctor Frankenstein (en su título original: Frankenstein. The Man Who Made A Monster) de James Whale. Aún así, esta versión de 2025 me parece un extraordinario trabajo fílmico, como lo son la mayoría de los del realizador mexicano. Si son amantes del cine fantástico y de terror, y además, del personaje que salió de la brillante mente de la joven escritora Mary Shelley, disfruten en la gran pantalla de esta gran superproducción. Si son muy amantes del cine clásico y de sus obras maestras, es posible que cuestionen este nuevo Frankenstein tantas veces versionado en el séptimo arte. Pero, si no van a verlo, nunca sabrán cual les convence más.



Larga vida al "monstruo", porque el que fue creado de pedazos de cuerpos muertos y se convirtió en un ser vivo nunca morirá, porque las ideas geniales de las mentes creativas del ser humano no conocen límites.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine 

martes, 4 de noviembre de 2025

Los domingos (2025)****

 Dirección y guion de Alauda Ruiz de Azúa

Int: Blanca Soroa, Patricia López Arnaiz, Miguel Garcés,Juan Minujín, Nagore Aranburu, Mabel Rivera, Lier Alava, Itziar Aizpuru, Noe Chiroque, Bego Arístegui.


Los caminos de la Fe son inescrutables 

Tercer largometraje de la directora, realizadora y guionista vasca Alauda Ruiz de Azúa, quien, tras Cinco lobitos (2022) y Eres tú (2023), sigue en su proceso de exploración creativa con los temas troncales de su filmografía: La familia y su universo de sentimientos de culpa y redención en torno a sus protagonistas.



Y, ¿Qué es lo que nos cuenta Los domingos. Pues, en efecto, una historia intimista y familiar que sirve para introducir el debate sobre la Fe y la creencia religiosa, en una sociedad y una época cada vez mas materialista y secularizada, en la que la religión parece perder cada vez más adeptos en favor de sectas diversas y dietas "saludables", veganismo y vigorexia a golpe de pesa de gimnasio. 

En Los domingos descubrimos a Ainara (interpretada por Blanca Soroa), una joven idealista y brillante de 17 años, que se encuentra en la encrucijada de qué carrera universitaria elegirá. Sin embargo, la chica manifiesta que se siente cada vez más cerca de Dios y que se plantea abrazar la vida de monja de clausura. La noticia pilla por sorpresa a toda la familia, provocando una revolución en el seno de la misma y una prueba de fuego para todos en la que chocarán diversas posturas sobre la situación que se les plantea.



Alauda Ruiz de Azúa, nos muestra, desde un aséptico distanciamiento, sin tomar partido por uno u otro personaje, las diversas situaciones que van surgiendo en base a los conflictos de pensamiento de los distintos miembros de la familia de Ainara. Que se ve atrapada entre la opción de seguir estudiando para contentar a su familia o hacer caso a su corazón y seguir el camino que la Fe en Dios le está marcando como guía.

Tengo que confesar que, a pesar de su estupenda factura cinematográfica, Cinco lobitos no me conquistó como lo ha hecho Los domingos. Ya en su opera prima, la cineasta española mostraba una madurez y un rigor técnico más que notables, pero en este su último trabajo fílmico, Azúa (nacida en 1978), se ha superado, logrando lo que, a mi entender, es una película verdaderamente redonda que funciona como un reloj suizo. Todo en ella fluye con una sencillez y, a la vez, con una perfección que va atrapando al espectador más variopinto (independientemente de su nivel de fe o creencia religiosa) desde el primer minuto de metraje y hasta el final. Un final (sin spoilers), que emociona a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad.



Y todo ello es mérito, principalmente de la cineasta (a la que habrá que seguir muy de cerca a partir de ahora), pero también de un guion preciso y certero y de una selección de reparto muy acertada en la que destacan (aparte de la deslumbrante, en su debut actoral, Blanca Soroa), una soberbia Patricia López Arnaiz (la tía), Miguel Garcés y Nagore Aramburu, principalmente.



Es realmente admirable como Ruiz de Azúa se ha lanzado a diseccionar visual y cinematográficamente, un tema tan difícil, complejo y espinoso como este, saliendo más que airosa de la batalla. Sobresaliente diría yo. Todo ello tratado con un respeto y neutralidad exquisita, y con una perfección a nivel técnico en la que destaca también la extraordinaria fotografía de la británica Bet Rourich.

Los domingos es una película en la que, las mujeres, tienen una fuerza y un protagonismo especial (como ya ocurría en Cinco lobitos), reflejo de esa sociedad matriarcal tan arraigada en el país vasco. En ese sentido, presenta nexos de unión con el también cineasta vasco Juanma Bajo Ullóa, que en filmes como Alas de mariposa (1991), La madre muerta (1993) o Baby (2020), también exploraba los conflictos familiares aunque con un mayor peso envolvente, en su ambientación y atmósfera artística, de las tradiciones y el folclore vasco.



Independientemente de si usted es una persona con o sin fe, creyente en la religión católica o no, o creyente en otras religiones y credos diversos; si es una persona amante del cine, como arte y disciplina artística, no debería perderse Los domingos. Porque estamos ante Cine con mayúsculas y, muy posiblemente, ante la mejor película del cine español de los últimos años con permiso del también extraordinario cineasta Oliver Laxe que, con su magnético Sirat (2025), también me ha impactado y conquistado, aunque de un modo diferente al de Alauda Ruiz de Azúa, una directora que con este trabajo ha conseguido casi una obra maestra. Aprovechen la actual "Fiesta del Cine" y, por favor, no se la pierdan.

GONZALO J. GONZALVO


martes, 23 de septiembre de 2025

Weapons (2025)****

 Dir: Zach Cregger

Int: Julia Garner, Josh Brolin, Alden Ehrenreich, Austin Abrams, Cary Christopher, Benedict Wong,  Amy Madigan, June Diane Raphael, Toby Huss, Melissa Ponzio, Aubrey Brockwell, Whitmer Thomas, Sarah Kopkin, Jaymes Butler, Sergio Candido, Jason Turner, Derek Chouinard, Carrie Gibson. Justin Long.



Cuando el terror inteligente es el arma principal.

Todos los alumnos de una misma clase, diecisiete niños de preescolar, salvo uno, desaparecen misteriosamente, la misma noche y a la misma hora. En la tranquila y pequeña ciudad donde viven se preguntan quién o qué está detrás de sus desapariciones. Esta es la premisa argumental que, desde el primer fotograma, envuelve al espectador/a en una nebulosa de misterio elaborada con maestría por su director, el norteamericano Zach Cregger.



Y es que, Cregger, es uno de esos directores que, junto con Ari Aster, Ti West, Robert Eggers o Jordan Peele, forman parte de una nueva generación de cineastas que están revitalizando el género de terror con nuevas propuestas interesantes e inteligentes que logran sorprender a un espectador fiel al género temático (nadie hay tan fiel como los amantes al cine fantástico y de terror), pero cansado de filmes comerciales, vacíos y abusadores de los efectos especiales digitales. Estos directores tienen en común algo que les define, además de su edad biológica, y es el pergeñar historias con una tranquila y segura realidad cotidiana que, de repente, se da la vuelta, para dar paso a los caminos del mal. 



Esto es algo que también liga a los trabajos fílmicos de estos directores con veteranos títulos míticos del género de los años 70 y 80, donde como en La noche de Halloween (John Carpenter, 1978) o El exorcista (William Friedkin,1973), el mal se habría paso en lugares aparentemente seguros "donde nunca ocurría nada", para transformar, a partir de ahí, la vida de sus habitantes.



Weapons tiene ese aura de "cine clásico setentero" que también caracterizan a otros trabajos de estos cineastas, como el X (2022) de Ti West o el Midsommar (2019) de Aster. Además, utiliza la mezcla de géneros para dotar de misterio, suspense, drama y elementos de thriller a la película, técnica que también utilizan estos otros directores para realizar cintas más complejas que, en determinados momentos, les aleja de lo que se consideraría una cinta de "terror puro", pero que convierte estos trabajos en filmes mucho más interesantes y adictivos que lo que las salas comerciales estaban ofreciendo en los últimos años. 

Apoyada en un sólido reparto, en el que destacan por derecho propio veteranos/as como Amy Madigan y Josh Brolin, ambos actores con una dilatada y más que interesante filmografía. El guion del propio Zach Cregger (que también ha puesto su granito de arena en la composición de la banda sonora) y la ominosa fotografía de Larkin Seiple, componen y un conjunto de elementos que se combinan y alían a la perfección, ayudados por un impagable humor negro que, en ocasiones, incluso crea momentos hilarantes a la par que trágicos (recordemos la fórmula con que el cineasta neoyorquino Woody Allen definía lo trágico: comedia + tiempo = Tragedia), sumergiendo al espectador/a en una atracción de montaña rusa en la que se alternan las suaves curvas con las prominentes caídas en picado.



En definitiva, Weapons es una de las mejores películas de este 2025 que, en su último cuarto, está ofreciendo a los amantes del género otras joyitas como también recomendable Devuélvemela (Michael y Danny Philippou, 2025), otra pareja de jóvenes cineastas que también, a bien seguro, van a dar mucho que hablar dentro del género fantástico y de terror. Buena prueba de ello es el interés que ha despertado entre los espectadores, que siguen acudiendo a las salas animados por las buenas críticas y por el "boca a boca" de amigos y conocidos aficionados a ese placer, algo masoquista, que supone disfrutar "pasando miedo" en la oscuridad de una sala de cine. 

Yo que ustedes, si son amantes del género y del terror inteligente, no me la perdería.


GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine.

La ley de Jenny Pen (2024)***

 Dir: James Ashcroft

Int: John Lithgow, Geoffrey Rush, Nathaniel Lees, Maaka Pohatu, Thomas Sainsbury, Ian Mune, Ginette McDonald, Holly Shanahan, Bruce Phillips, Yvette Parsons, Irene Wood, Hannah Lynch, Paolo Rotondo, Richard Chapman, Semu Filipo.


Cuando la maldad no envejece.

El tercer largometraje del cineasta neozelandés James Ashcroft (que ha dirigido también varias series para plataformas y televisión más un documental) tiene en su haber varias virtudes que, seguidamente pasaré a enumerar, todo ello en un marco diferente para el cine de terror. Pero, se preguntarán: ¿De qué va esta historia con este título tan enigmático?


Resulta que un juez llamado Stefan Mortensen, tras un derrame cerebral, es internado en una 
residencia de ancianos a la que le cuesta adaptarse debido a su carácter arisco y dominante. Allí conoce a Dave Crealy, un extraño interno que somete a los demás a un juego llamado "La Ley de Jenny Pen". El juez, parcialmente paralizado, decide plantarle cara a Crealy y a sus desmanes. Se desatará entonces una lucha sin cuartel entre esos dos viejos machos alfa.


 

El duelo entre dos colosos de la interpretación: John Lithgow y Geoffrey Rush, está servido. Solo por disfrutar del trabajo que realizan (especialmente Lithgow, que con sus casi dos metros de altura, impone y da verdadero pavor) ambos actores, merece la pena acudir a las salas.



Respecto a las virtudes que contiene este último trabajo de Ashcroft, la primera es, sin duda, la elección del reparto. La segunda, el elegir un marco poco convencional: una residencia de ancianos. Un lugar cerrado y con una atmósfera opresiva, que se convierte en una trampa mortal para todos sus residentes. Allí, Crealy, el interno más veterano, campa a sus anchas e impone su propia ley. La tercera, y no menos importante, conseguir tener al espectador agarrotado, como al propio juez, y atrapado en un terror inquietante salpicado por un trasfondo de thriller (ignoramos el pasado de Crealy pero intuimos que no debía ser ninguna perla) que no te abandona hasta el desenlace final de la película.

Ashcroft, sabe manejar al espectador, al igual que la ominosa muñeca que da nombre al título, y mantenerlo inmerso en esa misma atmósfera opresiva y malsana en la que están atrapados los residentes de la residencia.

Como telón de fondo, la baja implicación del personal de muchos de esos "hoteles para la tercera edad" que queda ahí, como una crítica subyacente en segundo plano.

Hay además en La ley de Jenny Pen diversos guiños y homenajes (no en vano ha sido, este año, la película preferida de Stephen King, el maestro norteamericano literario del terror). Uno de ellos, a esa obra maestra del propio King estupendamente adaptada en 1990 por Rob Reiner, y con una Kathy Bates que se llevó el Oscar por su tremendo trabajo en Misery. También hay un guiño homenaje a aquel malvado ventrílocuo, de imponente aspecto físico (un ominoso Gert Fröbe), que iba acechando a las niñas en esa obra maestra indiscutible de los años cincuenta dirigida por Ladislao Vajda. Y es que, como en El cebo (1958), Crealy comparte bastantes mimbres con esa personalidad sádica y psicopática de Schrott, el siniestro hombre alto. Los guionistas Eli Kent, James Ashcroft y Owen Marshall demuestran su profunda cinefilia citando, en imágenes, al maestro turolense Segundo de Chomón y su obra maestra de 1909 Una historia incoherente. 



Por todo ello, considero que La ley de Jenny Pen entra a formar parte de ese selecto grupo de cine de género que, este año 2025, junto con Devuélvemela (Danny Philippou y Michael Philippou) y Weapons (Zach Cregger), revitaliza el género de terror con nuevas e interesantes propuestas, cosa que, verdaderamente necesitaban los amantes de este tipo de cine, inmersos en un aluvión de propuestas comerciales poco ingeniosas y gratificantes.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine


domingo, 7 de septiembre de 2025

Sirat. Trance en el desierto (2025)****

 Dir: Oliver Laxe

Guion de Oliver Laxe y Santiago Fillol

Música de Kangding Ray (David Letellier)

Fotografía de Mauro Herce

Int: Sergi López, Bruno Núñez, Jade Oukid, Stefania Gadda, Richard Bellamyun,

Tonin Javier, Joshua Liam Herderson, Kangding Ray



De Todos vosotros sois capitanes (2010), a Sirât (2025), Oliver Laxe, ha recorrido un camino de crecimiento cinematográfico (y supongo que personal), que pasando por Mimosas (2016) y Lo que arde (2019) ha culminado, de momento, en esta película que también muestra un camino repleto de verdad y una cierta desesperanza sobre el ser humano y su devenir.



 Un hombre (Sergi López) y su hijo (Bruno Núñez) llegan a una rave perdida en Marruecos. Buscan a Mar, su hija y hermana, desaparecida hace meses en una de esas fiestas sin amanecer. Reparten su foto una y otra vez rodeados de música electrónica y un tipo de libertad que desconocen. Se unen a un grupo de "raveros" y deciden seguirlos a una última fiesta que se celebrará en un apartado y misterioso lugar del desierto, donde esperan encontrar a la joven desaparecida.



Hay algunas claves importantes para orientar algo la mirada. La primera, está en el título original: Sirât (الصراط). En árabe significa "camino" o "sendero" y, en un contexto místico-religioso (Islámico), se refiere a un puente sobre el infierno por el que todas las personas deben pasar el Día de la Resurrección para llegar al Paraíso (Jannah). La estrechez de este puente simboliza el juicio final y la dificultad de atravesarlo, con la velocidad del paso de cada persona dependiendo de sus acciones en vida. 

La segunda, ha querido ser reforzada por el título para su distribución en España: SiratTrance en el desierto, que incide en esa música "Trance", esos sonidos repetitivos místico-iniciáticos, que en su combinación con ciertas sustancias psicotrópicas y el ambiente adecuado "facilitan", el viaje a una realidad alterna. Laxe se apoya en uno de los inventores de las raves, el francés Kangding Ray (David Letellier), en su música y en su persona que interviene como un "ravero" más.



Lo más sorprendente en Sirât es que Oliver Laxe, acompañado también de sus habituales Mauro Herce (Cámara y fotografía) y Santiago Fillol (en el guion), ha logrado una película muy abierta, nada críptica, sin abandonar sus reflexiones sobre estos tiempos apocalípticos que nos está tocando vivir. 

Es cine con mayúsculas, cine para dejarse llevar en un viaje que nos enfrenta con nuestros deseos e ideales, en un viaje iniciático que se mueve por los límites de la percepción. Después de todo, el mejor cine es también una poderosa e hipnótica "rave" que nos lleva de viaje, nos atrae y nos sacude "el alma" sin piedad.



Habrá que seguir muy de cerca a Laxe, nacido en 1982, una de las ya firmes realidades del cine español.

jueves, 15 de mayo de 2025

V EDICIÓN SARAQUSTA FILM FESTIVAL

 V EDICIÓN SARAQUSTA FILM FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE HISTORIA DE ZARAGOZA.


El Dragón del Saraqusta Festival se rinde ante la gran actriz Nastassja Kinski.

.Mucho y bueno ha dado de sí esta quinta edición (cinco años ya de un festival plenamente consolidado) del SARAQUSTA FILM FESTIVAL, el Festival de Cine de Historia de Zaragoza. En sus distintas secciones: Películas a competición, Documentales y Audiovisuales Panorama Saraqusta, se han podido visionar interesantes trabajos documentales y filmes de gran calidad artística y técnica, como Vari (Jaak Kilmi, 2024), Campo di battaglia (Gianni Amelio, 2024), así como las excelentes Primavera de Seúl (Sung Soo Kim, 2023) y Obraz (Nikola Vukcevic, 2024), sin duda entre mis favoritas, ambas ganadoras de los dragones de oro a como Mejor Largometraje y Mejor Dirección y Guion, respectivamente. 



Esta V edición ha crecido, tanto en actividades, como en afluencia. A la programación habitual de otras ediciones, se ha sumado una jornada de proyecciones especiales más amplia en la que, el sábado 26 de abril, se proyectaron El florido pensil (Juan José Porto, 2002), El río que nos lleva (Antonio del real, 1989), la serie documental Ataúdes blancos (Silvia Ladrero, 2023 ) y el interesante documental Bartolomé Bermejo: El despertar de un genio (José Manuel Herraiz, 2024). Además, en la plaza del Pilar como sede, en una pantalla gigante, se pudo disfrutar del film Gladiator (2000) de manera gratuita y al aire libre, con motivo del 25 aniversario del filme de Ridley Scott, cita que congregó a gran cantidad de público.



Primavera de Seúl, cinta de Corea del Sur dirigida por Sung Soo Kim, que se ha alzado con el Dragón de Oro a Mejor Largometraje, es un trepidante filme bélico con trasfondo político, basado en los dramáticos acontecimientos reales ocurridos en Corea del Sur en 1979 tras el asesinato del presidente Park y el conflicto generado entre los líderes militares después del intento de golpe de estado. Extraordinario filme que no deja respiro al espectador.



El jurado, en esta edición estuvo compuesto por profesionales del audiovisual, la cultura y el estudio de la Historia con la actriz y productora hindú Usha Jadhav, como presidenta, y acompañada por: Mirella R. Abrisqueta, productora y realizadora; Arturo Méndiz, productor y realizador; Lucía Álvarez, historiadora y profesora, así como Miguel Ángel Sabadell, escritor y divulgador.

En cuanto a la sección de documentales, el Dragón de Oro al “Mejor Documental” se lo ha llevado el filme francés Portugal 74, dirigido por Paul Le Grouyer y Bruno Lorvão. La acción se sitúa a principios de la década de 1970, cuando Portugal aún estaba bajo el régimen autoritario de la dictadura más longeva de Europa, y explica cómo un grupo de militares ideó un golpe de estado sin precedentes del que surgió la conocida como “Revolución de los Claveles”. Por primera vez el festival ha otorgado una mención especial a un audiovisual más allá de los dragones. Ha sido para el documental turco Kut Al Amara, de Koray Demir, mención especial por su investigación y cuidado del material visual que nos acerca desde un punto de vista novedoso a un enfrentamiento entre imperios que marcó Oriente Medio. El documental muestra en pantalla un importante episodio de la Primera Guerra Mundial: el conflicto entre el Imperio Británico y el Imperio Otomano en 1916.



Este año, el Jurado Joven otorgó los siguientes galardones: el Dragón de Oro a la cabeza, al largometraje italiano Campo di battaglia, de Gianni Amelio. El Dragón de Plata como Mejor Actor fue para Pääru Oja por Vari, por su interpretación como Juhan Liiv, el insigne poeta y detective investigador de crímenes, afectado de esquizofrenia, que resuelve casos de asesinato en la Estonia de 1890. El de Mejor Actriz fue para la española Beatriz Arjona, por el drama político con toques de comedia Solos en la noche (Guillermo Rojas, 2024).



Obraz, la película de Montenegro, sin duda, fue una de las que más me han gustado, se ha alzado con dos Dragones de Plata: “Mejor Guion” y “Mejor Dirección”, para Nikola Vukcevic. El jurado destacó cómo Vukcevic logra mantener el ritmo de la película en su mezcla de géneros y cómo explora cuestiones existenciales y valores humanos en la relación entre los protagonistas, que incluyen niños. En cuanto al guion, el filme consigue algo muy difícil: poner en palabras conflictos humanos y universales en mitad de la violencia de la guerra. Además, muestra cómo superar diferencias sociales y religiosas para lograr salvar vidas inocentes.

En la categoría de documentales han competido Mil leyendas, un grial (España), El recuerdo (Chile), Antonio, el bailarín de España (España), Portugal 74 (Francia) y Kut Al Amara (Turquía). Seis de las diez producciones presentadas a concurso en la V edición de Saraqusta Film Festival han resultado agraciadas, lo que implica que este ha sido el año en el que más repartidos han estado los galardones. 

En esta edición, el trabajo del comité de selección de proyecciones ha sido muy minucioso para intentar que los audiovisuales a concurso tuvieran gran calidad, y este palmarés es un reflejo de ello. “Hemos podido disfrutar de películas y documentales que relatan importantes acontecimientos de la historia con grandes labores de documentación, producción, dirección e interpretación”, ha resaltado en la clausura José Ángel Delgado, director del Saraqusta Film Festival. 

La comunidad digital también se ha incrementado, con un crecimiento del 35% en X, Facebook e Instagram respecto a la edición anterior, y con usuarios procedentes de países tan diversos como Estados Unidos, Chile, Italia, Reino Unido, Argentina o Turquía. A lo largo de esta semana del festival se han realizado alrededor de 400 publicaciones, que han obtenido más de 60.000 impresiones. Este año, además, se han sumado los canales digitales TikTok, YouTube, Spotify e Ivoox, y se ha estrenado “Saraqusta Podcast” con tres episodios sobre el festival conducidos por el equipo del podcast “El sótano de Bruce”.

El director del festival, José Ángel Delgado, hace un balance de esta edición “muy positivo, con más de 4.000 asistentes a las actividades realizadas, superando la cifra del año pasado, un 20% más de entradas y reservas individuales y el doble de bonos vendidos y casi 300 impactos en prensa regional, nacional e internacional desde que se anunció la edición y que dan cuenta de que el festival ya ocupa un buen lugar tanto en el ámbito regional como nacional e internacional. 



Y qué mejor broche de oro que poder disfrutar de la presencia de la gran actriz Nastassja Kinski, mito viviente del cine y todo un icono de belleza y sensualidad en las décadas ochenta y noventa. La Kinski,con gran dulzura y simpatía, recibió el PREMIO SARAQUSTA 2025 por su brillante trayectoria en la historia del cine. La actriz alemana, hija del también actor Klaus Kinski, afincada en Estados Unidos, ha trabajado en Hollywood y ha dado vida a personajes en más de sesenta películas. Nastassja Kinski ha trabajado con productores de renombre como Francis Ford Coppola y en cintas que ya son clásicos del cine como París, Texas (Wim Wenders, 1984), Palma de Oro en el Festival de Cannes, o Tess (Roman Polansky, 1978), que se proyectó como cierre del festival y con presencia de la actriz, que fue recibida con un clamoroso aplauso por parte del público y recibió un bonito ramo de flores por parte de la organización del festival. 

Así que ya con ganas de ver que nos deparará la VI Edición de este interesante y vitalista festival para el 2026. El listón ha quedado alto en esta V edición, pero seguro que nos esperan interesantes documentales y nuevos y sorprendentes filmes a concurso.

PALMARÉS V SARAQUSTA FILM FESTIVAL:

- Mejor Largometraje: Primavera de Seúl

- Mejor Documental: Portugal 74.

- Mención especial: Kut Al Amara.

- Mejor Dirección: Nikola Vukcevic, por Obraz.

- Mejor Guion: Melina Pota Koljevic, Ana Vujadinovic y Nikola Vukcevic, por Obraz.

- Mejor Actriz: Beatriz Arjona, por Solos en la noche.

- Mejor Actor: Pääru Oja, por Vari.

- Premio Jurado Joven: Campo di batagglia.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine


miércoles, 9 de abril de 2025

La chica de la aguja (2024)****

 Dir: Magnus von Horn

Int: Victoria Carmen Sonne, Trine Dyrholm, Besir Zeciri, Joachim Fjelstrup, Søren Sætter-Lassen, Tessa Hoder, Ava Knox Martin, Thomas Kirk, Dan Jakobsen, Anna Tulestedt, Ari Alexander, Benedikte Hansen.



La crueldad humana no tiene límites

He de confesar que hacía mucho tiempo que un filme no me zarandeaba por dentro como lo ha hecho La chica de la aguja de Magnus Von Horn. Este joven cineasta sueco se dio a conocer en 2015 con su primer largometraje Después de esto (The Hear After), un drama social en el que ya reinaba una atmósfera malsana y que, siendo su primer largometraje, ya daba muestras de lo que este joven director podía ser capaz. 


Tras Sweat (2020), donde se lanzaba a explorar la vida artificial de las influencers y del universo 
irreal de las redes sociales, ha habido que esperar cuatro años para que Von Horn nos entregase esta maravilla en la que comparte guion con Line Langebek Nudsen, y que nos traslada Dinamarca en los duros tiempos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Allí conoceremos a Karoline, una joven obrera que, tras quedar embarazada y sin empleo, lucha por sobrevivir en la Copenhague de posguerra. En una situación límite, será acogida por una mujer mayor que dirige una agencia de adopción clandestina. Ambas forjarán una relación de apoyo mutuo hasta que un descubrimiento fortuito lo cambia todo.


Con una ambientación cuidada y una extraordinaria fotografía del polaco Michal Dymek, esta dura 
historia basada en hechos reales, nos va atrapando y envolviendo con su atmósfera sórdida y melancólica,con ecos y guiños hacia dos obras maestras: Freaks / La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932), y El hombre elefante (1980) del maestro David Lynch, recientemente fallecido, lo que convierte a este filme bastante inclasificable en un híbrido entre el género fantástico y el drama social.


Con la crueldad humana como tema troncal y vertebrador, desde las terribles consecuencias que la guerra 
acarrea para los individuos a nivel mental, físico, social y económico, hasta los cambios de carácter y personalidad que de estas secuelas se derivan. En este sentido, La chica de la aguja es un retrato demoledor de la dureza de la vida en la segunda década de un siglo XX (ni siquiera han pasado cien años desde entonces), y en una Europa que, solo dos décadas después, se vería envuelta en otra destructiva contienda bélica, la Segunda Gran Guerra. 



No deja de resultar curioso que ahora, en la segunda década del siglo XXI, cuando suenan tambores de guerra que nos ponen los pelos de punta a unas sociedades “del bienestar” que viven y consumen “a golpe de clic” gracias a las nuevas tecnologías, películas como La chica de la aguja nos atraviesen el alma con su duro retrato de realidad. Una realidad que, en la Europa del 2025, parece que nadie quiere percibir o enfrentarse, olvidando que la historia de la humanidad está cuajada de guerras y que, por desgracia, el mundo actual no está libre de que se produzca un nuevo conflicto bélico de repercusión mundial. 

Por todo ello, La chica de la aguja se convierte en un incómodo espejo del pasado (de un pasado no excesivamente lejano) en el que, como ciudadanos modernos y digitales, nos miramos sin reconocernos; olvidando también que la maldad, la avaricia y la ruindad forman parte, por desgracia, de la esencia de ese animal despiadado que normalmente denominamos “ser humano”. Un ser capaz de sobrevivir al precio que sea cuando las situaciones límite lo ponen a prueba. Y de eso trata también esta formidable filme (nominado al Oscar a mejor película y también a la Palma de oro del festival de Cannes en 2024), de las situaciones límite y de cómo afrontarlas y superarlas para sobrevivir.



Extraordinario el trabajo interpretativo de sus dos actrices protagonistas: Tryne Dyrholm y, especialmente sobrecogedor, el de Victoria Carmen Sonne, que desprende verdad, tragedia y miseria en cada plano. Dos mujeres luchadoras, enfrentadas a una misma realidad devastadora, que escogen caminos diferentes para sobrevivir. 

No cabe duda de que con este trabajo, el cineasta nórdico Magnus Von Horn ha logrado coronarse como uno de los directores actuales más interesantes y con una voz propia que, a buen seguro, va a dar mucho que hablar con sus siguientes proyectos fílmicos. Cine con mayúsculas que parece reflejar el pasado pero que, en realidad, está de plena actualidad, porque lo peor y lo mejor del ser humano, está en su ADN y forma parte de su esencia y de sus profundas contradicciones. Yo, desde luego, ya estoy deseando disfrutar de su próxima película.

GONZALO J. GONZALVO

Escritor y Crítico de Cine.