Int: Hayley Squires, Natalie Ann Jamieson, Dave Johns, Micky McGregor, Colin Coombs, Bryn Jones, Mick Laffey, Dylan McKiernan, John Sumner, Briana Shann, Rob Kirtley.
Por primera vez en su vida, víctima de problemas cardíacos, Daniel Blake (interpretado por Dave Johns), carpintero inglés de 59 años, se ve obligado a acudir a las ayudas sociales. Sin embargo, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo si no desea recibir una sanción. En el transcurso de sus citas al “job center”, Daniel se cruza con Katie (Hayley Squires), una madre soltera con dos niños que tuvo que aceptar un alojamiento a 450 km de su ciudad para evitar que la envíen a un hogar de acogida. Prisioneros de la maraña de aberraciones administrativas actuales de Gran Bretaña, Daniel y Katie intentarán ayudarse mutuamente.
Ken Loach (nacido en 1936) es uno de los pocos cineastas actuales que denuncian en su cine las evidentes injusticias del sistema capitalista. Con un estilo limpio, puro y cristalino nos va relatando sin descanso el devenir de unos personajes machacados por un sistema inhumano, ilógico y que, además, vuelve duros y desagradables a los que colaboran con él como meros esbirros, sin hacerse nunca preguntas. Personas insensibilizadas ante este nuevo fascismo de las grandes compañías multinacionales que han ido logrando privatizar, para beneficio de unos pocos, los servicios sociales.
Yo, Daniel Blake supuso su segunda Palma de Oro en Cannes y demuestra, una vez más, que sus películas (de nuevo con guión de Paul Laverty) si tratan temas que incumben a su país y se ambientan en él (ahora la historia está localizada en el norte de Inglaterra), los resultados son excelentes. Además, esta historia local es fácilmente extrapolable a muchos lugares de la Europa más avanzada. La miseria está tocando a nuestra puerta (sobre todo a la de la clase trabajadora) o se ha instalado ya a nuestro lado. Da miedo, pero ya está con nosotros por mucho que miremos hacia otro lado o nos dejemos seducir por opios como la televisión, el fútbol y la publicidad engañosa.
Ken Loach y Paul Laverty nos la muestran en primer plano, pero también nos hablan con orgullo de los que siguen luchando por sus derechos, de los que hundidos en el fango por un sistema injusto, se levantan y protestan, se levantan y reclaman justicia social. El "estado del bienestar" actual les niega sus derechos con saña y retorcimiento, mediante una serie de marañas burocráticas pensadas para amendrentarnos y que la película de Loach nos muestra sin reparos. Es fácil reconocerse en algunas de las situaciones descritas, es duro saber que en cualquier momento puede llegar la desgracia. La película no juega a dulcificar o suavizar lo que el sistema nos obliga a hacer. Lo muestra con naturalidad y, en ocasiones, hasta se cuelan algunas notas irónicas y melancólicas.
Quizás no sea la´mejor película del maestro inglés, pero resulta imprescindible y demuestra que otro cine es posible...
Roberto Sánchez
-Aragonia-
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