Int: Tom Hanks, Aaron Eckhart, Laura Linney, Anna Gunn, Autumn Reeser, Sam Huntington, Jerry Ferrara, Jeff Kober, Chris Bauer, Holt McCallany, Carla Shinall, Lynn Marocola, Max Adler, Valerie Mahaffey, Ashley Austin Morris.
*****
El héroe salvador
Clint Eastwood, sin duda pasará a la historia del cine como un gran director, además de haber tenido una larga etapa como actor. Ahora nos entrega en Sully otra pequeña-gran historia. ¿Y por qué digo pequeña y grande al mismo tiempo, os preguntaréis? Porque de una simple noticia (como hay muchas, hoy día, de catástrofes que la gente contempla tranquilamente mientras come o cena en su casa), ha construido una historia con su particular estilo personal.
Una historia humana, donde se muestran cualidades como el valor, al amor por el trabajo bien hecho, o mejor dicho, la pasión por hacer en la vida lo que a uno le gusta y hacer de ello su trabajo de un modo impecable. La figura de héroe, que en realidad tiene mucho en común con el anti héroe del western, así como sus claroscuros y sus dudas e incertidumbres, es una constante en la carrera de Eastwood; primero como actor (lo que sin duda le ha ayudado mucho a entender ese personaje y construirlo después como director). Desde Infierno de cobardes (1972), su segunda película como cineasta, pasando por El jinete pálido (1985) hasta llegar a esa obra maestra que es Sin perdón (1992), va recorriendo ese camino constructivo del personaje que pulirá en una segunda etapa con otras obras maestras como Mystic River (2003), Million Dollar Baby o Cartas desde Iwo Jima (2006), hasta llegar a Gran Torino (2008); sin duda una década prodigiosa para Eastwood como director. Tras la polémica pero también excelente El francotirador (2014), donde de nuevo encontramos a ese “héroe” sembrado de dudas y claroscuros, con Sully estamos para mí ante la nueva y por el momento más reciente obra maestra de este director de 86 años que se ha convertido en la reencarnación amalgamada de algunos de los mejores directores clásicos de los géneros de western y aventuras de la historia del cine como John Ford, Henry Hathaway, John Huston o Raoul Walsh. Siempre, eso sí, con un personal sello que hace inconfundibles sus películas.
De su protagonista absoluto, Tom Hanks, que por primera vez trabaja a las órdenes de Eastwood (esperemos que no sea la última), qué se puede decir a estas alturas. A pesar de contar con algunos papeles mediocres (hasta los mejores actores aceptan películas de las llamadas “alimenticias”, (véase Robert De Niro como uno de los ejemplos más claros de los últimos años) como el reciente en Inferno o El código da Vinci, su carrera tiene joyas como: Philadelphia (1993), Forrest Gump (1994), La milla verde (1999), Náufrago (2000), Camino a la perdición (2002) o las más recientes Capitán Phillips (2013) y El puente de los espías (2015), lo que le convierten en uno de los, para mí, mejores actores de las tres últimas décadas. Arropado por unos estupendos secundarios (desde su esposa hasta el último de los pasajeros dan la talla) y un magnífico guión de Todd Kormarnicki que adapta a la pantalla la historia contada en un libro por el propio capitán Chesley “Sully” Sullenberger, un aviador de raza con más de treinta años de vuelo curtido como piloto de caza militar antes de llevar vuelos comerciales. Sully se enfrenta a una sociedad en la que las máquinas y los robots tienen cada vez más capacidad para juzgar y culpabilizar las decisiones y los actos humanos, y en la que parece importar más lo que muestra un simulador adiestrado para no tener reacciones ni sentimientos humanos que la pericia, la experiencia y la valentía de un hombre que tuvo que decidir como salvar la vida de 155 personas en apenas 4 minutos, tomando la única opción válida para evitar una tragedia.
La música, con especial predilección por el jazz y una estupenda banda sonora en la que Tierney Sutton, una de mis vocalistas preferidas (acompañada de su banda), pone un broche de oro al que se suma además un tema compuesto por el propio Clint Eastwood (como sabréis, gran aficionado y apasionado del jazz).
Por todo ello, Sully compone un relato narrativamente perfecto, llevado de manera muy inteligente, dosificando la historia y los hechos reales en que se basa con una contención y un tempo que lo hacen funcionar como un reloj suizo.
Míster Eastwood, siga demostrando esa energía y sabiduría para regalarnos todavía más obras como ésta durante muchos años más.
Gonzalo J. Gonzalvo.
***
El milagro de Eastwood
Lo sorprendente o "milagroso" de este espectacular accidente de aviación descrito en el filme, y que Clint Eastwood nos relata con precisión, es que todos sobrevivieron. Y además, casi parece interesarse más por algo que tuvo muy poca repercusión mediática, la investigación, por otro lado algo natural en caso de cualquier accidente que, según nos cuentan en el film, llegó a poner en duda esa decisión de "aterrizar" sobre el río, teniendo pistas cercanas. Todd Komarnicki, el guionista, se detiene bastante en ese proceso y además nos cuenta cómo fue el momento del accidente, bajo dos puntos de vista; insistirá igualmente, pero sin estridencias, en mostrarnos la desazón, las dudas y la situación traumática del veterano piloto que tuvo que tomar una arriesgada decisión en segundos. Aunque todo salió bien y mucho tuvo que ver con su pericia y experiencia, los sueños y las alucinaciones postraumáticas amenazan con desequilibrar al "héroe" en ese proceso de investigación y hasta el momento de su resolución será capaz de contener sus nervios. Desde el punto de vista argumental y sin negar que sucediera como se nos cuenta, parece algo pueril que se le sometiera a ese juicio que parece sostenerse tan sólo en lo que los simuladores proponen.
También es sorprendente, y grato, que el veterano Clint Eastwood sea capaz, cierto que muy bien secundado en la interpretación por Hanks, de sacarle jugo a esta historia, aparentemente tan mínima.
Estamos ante una historia de la que conocemos los diferentes desenlaces, así que Eastwood, con la habilidad del mejor narrador clásico de Hollywood hoy en día (empleando con agilidad un entrelazado de flashbacks) logra alargar una trama casi inexistente y ofrecernos otra pequeña joya de virtuosismo cinematográfico. Obtiene de la casi nada argumental, un eficiente relato cinematográfico repleto de sensibilidad que sabe utilizar los trucajes y efectos especiales sin romper nunca con el sentido de realidad necesario, para entender que estamos ante una recreación naturalista de unos hechos reales, pero que, en efecto, parecen pura fantasía.
A diferencia de mi colega Gonzalo J. Gonzalvo, no me parece una de sus obras maestras, es un buen trabajo de un director magnífico que, por otra parte ya no tiene nada que demostrar, salvo su habilidad, su pericia para hace entretenida mediante recursos puramente cinematográficos una historia previsible. Vamos, que yo soy el de las tres***....
Roberto Sánchez
-Aragonia, C. Grancasa, Palafox, Puerto Venecia, Yelmo-
No hay comentarios:
Publicar un comentario