Dir: François Ozon
Int: Nadia Tereszkiewicz, Isabelle Huppert, Fabrice Luchini, Dany Boon, Jean-Christophe Bouvet, Rebecca Marder, Michel Fau, Radostina Rogliano, Félix Lefebvre, Edouard Sulpice, André Dussollier, Olivier Broche, Franck de la Personne, Evelyne Buyle, Régis Laspalès, Daniel Prévost, Myriam Boyer, Suzanne De Baecque, Lucía Sánchez, Jean-Claude Bolle-Reddat, Dominique Besnehard.
Vuelve el cinéma noir francés de la mano del maestro Ozon
Me he referido, en el título de este artículo, al cineasta galo François Ozon, como un maestro. Para mí, desde luego, es uno de los mejores directores de cine francés de los últimos veinticinco años. Allá por 1999, Ozon se estrenó en el largometraje a través del thriller y el género negro con Los amantes criminales (1999). Poco después, se afianzará en un género que le va a dar grandes satisfacciones con Bajo la arena (2000), la maravillosa película coral 8 Mujeres (2002) y con otro estupendo film noir, La piscine (2003), protagonizado por Charlotte Rampling, una de sus estrellas fetiche.
Habrá que esperar a la primera década del siglo XXI para saborear otras magníficas obras suyas como En la casa (2012), Joven y bonita (2013) y Una nueva amiga (2014). De nuevo, Ozon se luce como un excelente director de actrices y un cineasta que domina los resortes del cine negro con un característico humor negro marca de la casa.
Con una ambientación y un vestuario exquisitos, François Ozon construye un filme delicioso, con un estilo inequívocamente clásico; con homenaje incluido al Hollywood dorado y a títulos como Curvas peligrosas (Mauvaise Grain, 1934) que Billy Wilder rodó en Francia, y que se disfruta como una lenta merienda de tarde de domingo con chocolate con churros.
Un retorno a la comedia noir con base de thriller, género que tan bien conocen los cineastas galos, pues no en vano ellos fueron los creadores del cine negro que, después, copiaron y adaptaron como género los directores norteamericanos.
Un género, el negro (o noir), que demuestra con Mi crimen estar más vivo que nunca. Así que larga vida al cinéma noir, al cine francés y a François Ozon, un cineasta que con más de veinte títulos en su haber, se consolida como uno de los directores más sólidos del cine francés y del género negro y de la comedia noir en particular. Mi crimen posee el encanto y la elegancia del cine clásico francés, así que si les gusta éste y, además son fans de la Huppert, no se la pueden perder.
GONZALO J. GONZALVO
Escritor y Crítico de Cine
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