
El "Caótico Medem", es un cineasta apreciable que personalmente nunca me ha entusiasmado. Eso sí, el donostiarra me sorprendió gratamente en sus inicios con Vacas (1992) que en mi humilde opinión sigue siendo su mejor película. Luego, su mundo, su peculiar mirada, casi siempre me han aburrido bastante.
Ahora, en El árbol de la sangre, Medem (siempre responsable de sus guiones) se sirve de Marc (Álvaro
Cervantes) y Rebeca (Úrsula Corberó), una joven pareja que viaja hasta un antiguo caserío vasco que perteneció a su familia, para contarnos con un proceso algo caótico pero refrescante, la historia común de sus raíces familiares, creando así un gran árbol genealógico donde se cobijan relaciones de amor, desamor, sexo, locura, celos e infidelidades, y bajo el que también yace una historia repleta de secretos y tragedias. Lo cierto es que me ha recordado bastante, aunque algo remozados y actualizados, los planteamientos de la admirada Vacas, y hay que reconocer que su cine, a pesar de mis reparos, eppur si muove (y, sin embargo, se mueve).
Roberto Sánchez
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