Dir: David Lowery
Int: Robert Redford, Sissy Spacek, Casey Affleck, Danny Glover, Tika Sumpter, Elisabeth Moss, Tom Waits, Isiah Whitlock Jr., Robert Longstreet, Keith Carradine, Jordan Trovillion, John David Washington, Augustine Frizzell, Barlow Jacobs, Gene Jones, Leah Roberts, Kevin McClatchy, Patrick Newall, Todd Terry, James Siderits, Christine Dye, Toby Halbrooks.
Las viejas estrellas nunca mueren
Decía François Truffaut que para hacer una buena película solo necesitabas dos elementos: una pistola y una chica. El director David Lowery ha sabido aplicar esta máxima con una variante masculina (encarnada por Robert Redford en su papel de Forrest Tucker, un icono viviente del cine y una de las figuras más influyentes del séptimo arte), sin olvidar a “la chica” que, en este caso, reside en una veterana y espléndida Sissy Spaceck, una actriz con una carrera también de peso en la historia del cine. Solo dos grandes actores como estos podían brillar en escenas aparentemente “sencillas”, cara a cara, exhibiendo todo su bagaje vital e interpretativo, mostrando esas arrugas que testimonian las múltiples experiencias vividas por ambos.
Con estas mimbres y una historia basada en hechos reales (escrita por el periodista del New Yorker David Grann), Lowery ha construido un thriller nostálgico que nos devuelve a las caper movies y el policíaco de los años 60 y 70 (consultar, a este respecto, el libro especializado en esta materia Balas, sirenas, patillas y jazz, Ed.Vivelibro, 2016) cuidando, no sólo la ambientación, sino también el grano y esa particular textura del celuloide de estas épocas.
A estas alturas, hacer un repaso por la extensísima carrera de Redford y la Spacek me llevaría casi hacer otro libro sobre cine, pero no puedo menos que citar en su filmografía títulos emblemáticos como: La jauría humana (de Arthur Penn, 1966), Dos hombres y un destino (de George Roy Hill, 1969),El golpe (1973, también de Hill), Todos los hombres del Presidente (de Alan J. Pakula, 1973), Brubaker (de Stuart Rosenberg, 1980), Memorias de África (de Sidney Pollack, 1985), y tantas y tantas otras. Comentar en este punto que el fabuloso thriller La jauría humana, filme que inaugura el nuevo cine Neo Noir que se inició a mediados de la década de los sesenta, es claramente homenajeado en The Old Man & the Gun.
Respecto a Sissy Spacek, una de las musas del cine independiente de los setenta a través de su trabajo en Malas tierras (de Terence Malick, 1973), un thriller cargado de poesía con una pareja a lo Bonnie & Clyde en la América profunda del final de los cincuenta, era una candidata ideal para acompañar a Redford como pareja “al margen de la sociedad convencional”. La filmografía de la Spacek brilla, además de en el título ya citado, en filmes como el ya mítico Carrie (de Brian De Palma, 1976), basado en la homónima novela de Stephen King, tambien en Missing (de Costa Gavras, 1980), Cuando el río crece (de Mark Rydell, 1984), JFK (de Oliver Stone, 1991), la estupenda Aflicción (de Paul Schrader, 1997) o Criadas y señoras (de Tate Taylor, 2011).
The Old Man and the Gun (es más que curioso observar que, por una vez, se haya respetado el título original en inglés, quizá para evitar las palabras “viejo y anciano” en una sociedad actual en la que solo se valora, cada vez más, lo joven y lo tecnológico) es pues un filme sencillo, que rinde un profundo homenaje a dos grandes actores y a unos tiempos (las décadas sesenta y setenta) mucho más simples, donde se vivía sin apenas tecnología de un modo mucho más calmado, y donde se conversaba mucho más que ahora. ¿Se imaginan a Redford y Spacek, sentados frente a frente, cada uno mirando su móvil y sin dedicarse una palabra? ¿No, verdad? Yo tampoco.
Podrá tacharse a este filme de Lowery (que ya contó con Casey Affleck en A Ghost Story, de 2017) de tierno, nostálgico, sentimental y melancólico. Tampoco me parece que esos adjetivos sean malos. Los que nacimos con La jauría humana y pudimos vivir, aunque de niños y adolescentes, esas mismas décadas que homenajea esta película, hemos tenido la suerte de conocer, disfrutar, vivir crecer y evolucionar con todo ese gran cine que se prolongó hasta entrados los primeros años ochenta. Hemos sido testigos del gran trabajo de actores, actrices, directores y guionistas que han elevado al cine a la categoría de arte durante estas décadas prodigiosas. Nosotros mismos, al igual que Redford y la Spacek, hemos crecido y envejecido con ellos. Han formado y forman parte de nuestra vida con sus maravillosas películas. Y, qué menos, que hacer un bonito homenaje, quizá de despedida, a uno de los actores más grandes que ha dado el cine y que, además, a través de la creación del Festival de Cine Independiente de Sundance (en homenaje a su personaje en Bucht Cassidy and the Sundance Kid, en España: Dos hombres y un destino), ha sido uno de los mayores impulsores del séptimo arte y de los nuevos creadores desde la década de los ochenta.
Cuando terminó la proyección y se proyectaron los títulos de crédito, también muy setenteros, tuve una sensación agridulce. Mi gran satisfacción, porque realmente disfruté mucho con la película y con estos dos grandes actores (además del aporte del siempre impecable Casey Affleck en el papel de ese policía que le persigue como perro de presa, pero también amable y cordial con su familia y compañeros) se mezcló con esa nostalgia, melancolía y cierta tristeza que evidenciaba que, esos tiempos que vivimos y disfrutamos, ya nunca volverán. No es que fueran mejores ni peores que los actuales (que de todo hubo en aquellas décadas políticamente convulsas), pero fueron tiempos en los que, como Redford, éramos mucho más jóvenes e ingenuos, y teníamos toda una vida por delante llena de incógnitas pero también llena de esperanzas. Y llena de vida y esperanza está, a pesar de poderse ver como un testamento vital y cinematográfico de Redford, este The Old Man of the Gun. Me quedo con una maravilloso diálogo, en una escena de la película, cuando Redford y la Spacek están conversando frente a frente:
– Aún tengo cosas por hacer… (dice Forrest Tucker/Redford)
– Pues deberías darte prisa… (dice Jewel/Spacek)
– ¿No sé por qué dices eso…? (responde Redford, con ironía, y sonriendo a Spacek)
Y es que, con esa sonrisa maravillosa e irónica, un gran actor como él, ya lo expresa todo. Su gran vitalismo y su sentido del humor no van a cambiar a pesar de su edad (nacido en 1936 en Santa Monica, California, hagan sus cuentas).
Y, como broche final. Otra gran frase de Forrest Tucker/Robert Redford: “La vida no está para pasar por ella. La vida está ahí para vivirla de verdad”. Con todas las consecuencias. Y él se va a beber la vida hasta la última gota. Así que….¡Salud míster Redford! ¡Brindo por usted! Y, como se dice por estos lares: “¡Qué le quiten lo bailao!”.
Gonzalo J. Gonzalvo
-Aragonia, Palafox-
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