Dir: Julia Ducournau
Int: Agathe Rousselle, Vincent Lindon, Garance Marillier, Myriem Akeddiou, Dominique Frot, Nathalie Boyer, Théo Hellermann, Anaïs Fabre, Mehdi Rahim-Silvioli, Lamine Cissokho, Céline Carrère, Mara Cisse.
En 2011, con su primer cortometraje Junior, Julia Ducournau ya apuntaba maneras e introducía personajes ambiguos y andróginos para componer una truculenta historia que le valió su primera mención en el importante festival de Cannes. Nacida en París en los ochenta, esta directora y guionista, iconoclasta y provocadora dio la campanada, de nuevo en Cannes, en 2016, con su primer largometraje Crudo, filme que le valió, además del premio de la crítica en dicho festival, tres premios más en el prestigioso festival de Sitges de cine fantástico, amén de seis nominaciones a los premios César del cine galo y diversos galardones más en Europa y EEUU.
A este respecto, voy a referirme a dos claras referencias de las cuales la cineasta francesa se vale para construir este Titane. Por orden cronológico, la primera de ellas sería el filme oriental Tetsuo: el hombre de hierro (Shinya Tsukamoto, 1989) y su saga, extraño filme del fantástico nipón, con numerosas coincidencias temáticas. La segunda, y más reconocible, es Crash (David Cronenberg, 1996), una película que ya trataba la atracción entre máquina y humano y la parafilia por el excitante metal que ello conllevaba. Con estos mimbres, más una estética y colorido peculiares, fruto del trabajo de fotografía de Ruben Impens y un peculiar montaje a cargo de Jean-Christophe Bouzy, Ducournau construye una extraña fábula en la que el afecto y el amor consiguen la redención final del personaje malvado. Un malvado que, en este caso, es “Bella y Bestia” al mismo tiempo. Una máquina mortal de naturaleza femenina. Respecto a esta cuestión, no se puede olvidar también un guiño, aunque lejano, a la María de la futurista Metrópolis (1927) de Fritz Lang.
Un filme tan inclasificable como su directora: Julia Ducornau. Recuerden bien este nombre porque, sin duda, con tan solo dos largometrajes, ha conseguido dinamitar las salas y los festivales de cine. ¿Quién sabe que nos estará preparando ya la nueva “fille terrible” del cine francés?
GONZALO J. GONZALVO
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