Dir: Paul Schrader
Int: Oscar Isaac, Tye Sheridan, Tiffany Haddish, Willem Dafoe, Bobby C. King, Alexander Babara, Marcus Wayne, Don Lay, Britton Webb, Hassel Kromer, Marlon Hayes, Justine Salas, Sherri Piper, Ekaterina Baker, Joel Michaely, Billy Slaughter, Amye Gousset, Calvin Williams.
He titulado así este nuevo artículo de crítica cinematográfica, el primero del año, y aprovechando la festividad de los Reyes Magos, concediendo a Paul Schrader el título de “Rey del lado oscuro”. Y es que, aunque El contador de cartas no me ha fascinado como otras de sus películas, he de confesar que siento debilidad, tanto por sus historias de excepcional guionista, como por algunas otras que también ha dirigido. A él le debemos el excepcional guion de Taxi Driver (1974), esa obra maestra dirigida por Martin Scorsese en los 70. En 1980 escribe el guion y dirige American Gigoló, con otro protagonista masculino que lanzará a la fama a un entonces desconocido Richard Gere. A él le debemos también el guion de la excepcional Toro salvaje (Raging Bull, Martin Scorsese, 1980), así como el remake de La mujer pantera (Cat People, 1982).
Tell ha tenido mucho tiempo entre rejas para perfeccionar algo que se le da muy bien: contar cartas. De este modo, y gracias a su moderación y prudencia, sabe pasar desapercibido en los casinos de EEUU y va sacando dinero jugando al blackjack y el póker. Como todos los personajes de Paul Schrader, William Tell es un hombre torturado, vacío de afecto y de perspectivas, que simplemente vive el día a día sin esperar ya gran cosa de la vida, y que anhela la redención para expiar sus culpas o pecados vitales. En este sentido en el cine de Paul Schrader siempre también hay una cierta implicación de la religión y cómo influye esta sobre el individuo y a este respecto, sirvan como ejemplo Aflicción (1997) o El reverendo (Firts Reformed) (2017).
No es esta, como he dicho al principio, mi película favorita de Paul Schrader. No estaría a la altura de obras redondas como la citada Afflicción (1997) o City Hall: La sombra de la corrupción (1996), pero consigue, como en otros títulos de su filmografía como director y guionista, un retrato perfecto e hipnótico de esos hombres invadidos por el lado oscuro, de esas almas torturadas, seres humanos que parecen hechos de una pasta especial a mitad de camino entre la autodestrucción y la locura. Solo por eso y por la excelente interpretación de Óscar Isaac, merece la pena ir a verla al cine. También por su estupenda fotografía y por la excelente banda sonora de Robert Levon Been y Giancarlo Vulcano, que la arropa a la perfección. Si además de todo esto, les gustan las películas ambientadas en los casinos y el turbulento y sucio mundo del juego, El contador de cartas es un filme que no deberían perderse.
GONZALO J. GONZALVO
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