Int: Scarlett Johansson, Paul Brannigan, Robert J. Goodwin,
Krystof Hádek, Scott Dymond, Michael Moreland, Jessica Mance, Jeremy McWilliams,
Adam Pearson.
Me inauguro en el cine consumido con mascarilla y todos los
requisitos de seguridad con esta rareza recuperada, aprovechando la fama de su
protagonista Scarlett Johansson y algún que otro atractivo desnudo de esta
estrella de Hollywood ahora ya del todo consagrada.
El guion de Walter Campbell
y Jonathan Glazer adapta una novela de Michel Faber que no conozco, así que
ignoro si el evidente tono surreal del film responde a una fiel adaptación o es
una aportación personal de los creadores de este peculiar producto. Campbell es
un reputado creativo de cine publicitario, Glazer ha rodado alguno de los más
apabullantes videoclips de Radiohead, Massive Attack, Blur o Jamiroquai, y
todavía hay que tener en cuenta a otro habitual colaborador de Glazer no
acreditado, llamado Milo Addica que colaboró además con Jean-Claude Carrièrre
(otro enlace con el surrealismo) en la atractiva Reencarnación (2004),
protagonizada por Nicole Kidman, que junto a Sexy Beast (2000), extraño thriller
rodado en buena parte Almeria, es uno de los tres únicos largometrajes de
Jonathan Glazer, un londinense nacido en 1965.
Una misteriosa mujer (Scarlett
Johansson) deambula por las calles de Glasgow y otras zonas de Escocia,
arrastrando a hombres solitarios y confiados a un destino fatal... Una
inquietante e incómoda road movie, que nos termina conduciendo a los páramos
escoceses, repletos de misterio y una húmeda presencia "lovecraftiana". No es
una película sencilla, incluso en algunos momentos es ligeramente morosa, pero
fuerza al espectador a hacerse muchas preguntas sobre el sentido de la vida y
la atracción sexual (¿y el amor?) que parece es uno de los motores básicos de la
especie humana.
No es difícil deducir que lo que hay bajo la piel de esta
muchacha no es terrestre y que actúa como cebo para abducir a los incautos
machos humanos. El film no da muchas más explicaciones, prefiere sugerir esa
cierta transferencia de "amor y muerte" que parece ir contagiando de manera
irreversible al alienígena.
Aunque no se advierte por parte de los exhibidores
(yo la vi en la Salas Palafox de Zaragoza), la película viene precedida, del
cortometraje The Fall (2019), inquietante trabajo del mismo Glazer que realmente
te crea un "mal rollo" que perdura durante el filme posterior. Ni que decir
tiene que la magnífica banda sonora de Mica Levi (que repite en el
largometraje), a base de percusiones y voces humanas, te mantiene en vilo, al
igual que el sobresaliente trabajo en la fotografía de Daniel Landin, habitual
en todos los trabajos de Glazer.
Bueno, para terminar, algunas pensamientos
sobre el cine en salas en tiempos de COVID. Primero, que tenía muchas ganas de
volver a ellas, son el mejor lugar para ver cine (de cualquier estilo, género e
intenciones); segundo, que mientras haya que llevar la máscara, hay un punto de
sacrificio y sufrimiento que no me resultó fácil superar, sobre todo teniendo en
cuenta que sólo estábamos tres personas (debidamente alejadas) durante la
exhibición. Concluyendo, si no logramos entender que una sala de cine (teatro,
etc..), con todas las medidas que se están tomando, no es mucho más segura que
cualquier comercio o terraza de bar, el futuro de la exhibición corre un gran
peligro. Parece que el miedo se supera mejor con las drogas (la televisión,
internet, el alcohol etílico, etc.) y que la capacidad de escape que produce el
cine en salas ya está directamente amortizada por el que podemos consumir en
casa (sin mascarilla). Las multinacionales del audiovisual pueden seguir
obteniendo beneficios por medio de las plataformas e internet, así que una vez
más los buenos aficionados tendremos que tomar algo de riesgo (menor, estoy
seguro que el que hay en cualquier terraza de un bar) y ver con mascarilla
interpuesta los estrenos y reposiciones que hagan falta.
Roberto Sánchez.
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