Dir: Leticia Dolera
Int: Leticia Dolera, Manuel Burque, David Verdaguer, Núria Gago, Carmen Machi, Alexandra Jiménez, Silvia Munt, José Luis García Pérez, Miki Esparbé
La responsable principal de esta película es la catalana Leticia Dolera (nacida en 1981), directora, guionista y actriz principal, en la que es su primera experiencia como realizadora en un largometraje. Su interés en la dirección ya era evidente después de sus cortometrajes Lo siento, te quiero (2009), A o B (2010), Habitantes (2013) y 1001 formas de tomar café (2013). Como actriz, gracias a su participación en algunas series para televisión y papeles como el de Jennifer en El otro lado de la cama (2002), casi su debut, en su Violeta de De tu ventana a la mía (2001), de la aragonesa Paula Ortíz, o la Clara, novia exterminadora de zombis, de [Rec]³: Génesis (2012), podemos hablar de una cineasta joven pero que ya tiene un cierto reconocimiento y fama entre el público y la crítica.
Requisitos para ser una persona normal se nos presenta como una comedia que nos relata la vida de María de las Montañas (Leticia Dolera), una joven de treinta años que quiere ser normal. Todo comienza con su mudanza a pie, y con mucho equipaje, por Barcelona, ya que la han echado del piso. Ella misma nos cuenta con desparpajo y soltura que no había pagado el alquiler en los últimos tres meses. Poco después, María acude a una entrevista de trabajo donde descubre lo que para ella es ser una persona normal, y miente al considerarse como tal, es decir una persona normal y feliz. Desde ese momento se lanza a la búsqueda de la normalidad y la felicidad, descubrimos los libros de autoayuda que también su madre guarda en el domicilio familiar, donde tiene que volver hasta que encuentre una solución a su vida. Es un personaje que arregla sus cuentas con el mundo de una manera un tanto infantil. En los antecedentes que construyen al personaje nos encontramos con el maltrato que su madre (interpretada por Silvia Munt) recibió de su padre, del que dice seguir estando enamorada hasta después de haber muerto. También se nos cuenta una anécdota que provocó su apodo en la escuela (la Samurai) y que resultó bastante grave para uno de sus compañeros. Poco a poco nos va demostrando que "ella no es tonta", sino un personaje peligroso, que arregla las cuentas con los demás como puede y que busca la felicidad. En este relato de carencias emocionales también se van reseñando los logros en su proceso: actividades de moda que ocupan el tiempo a una gran parte de la gente en este siglo XXI, casi todas infantiles, intrascendentes o ridículas. Al final, María consigue su felicidad y abandona los deberes y listas a rellenar de los libros de autoayuda.
Leticia Dolera ha construido un film muy irregular que no termina de funcionar como comedia, y que seguramente se contagia de la mediocridad de la sociedad burguesa actual que retrata con evidente ironía, pero poca o ninguna soltura. El empeño obsesivo de María de la Montaña por ir cumpliendo con los requisitos de la normalidad (trabajo, casa, pareja, vida social, aficiones, vida familiar y ser feliz), subrayado una y otra vez por la realizadora (a la vez guionista y protagonista) en las sobreimpresiones del listado sobre algunas de las escenas, tenemos un indicativo claro de que no le sobraban las ideas de puesta en escena y recurrió a un recurso manido, que quiere mostrarnos, también de modo irónico, su contacto con la modernidad...
Antonia Bordonada
Roberto Sánchez
-Palafox-
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